ENCUENTRAN EN ENTRE RÍOS LOS NIVELES MÁS ALTOS DE GLIFOSATO DE TODA SUDAMÉRICA

Investigadores de CONICET y la UNL confirman la extrema toxicidad en arroyos entrerrianos que desembocan en el río Paraná, con concentraciones récord de glifosato y una letalidad del 100% en pruebas con renacuajos.

Investigadores de CONICET y la UNL confirman la extrema toxicidad en arroyos entrerrianos que desembocan en el río Paraná, con concentraciones récord de glifosato y una letalidad del 100% en pruebas con renacuajos.

Una reciente investigación científica volvió a poner em manifiesto la grave situación de la contaminación ambiental y el uso de agrotóxicos en Argentina. Un equipo de científicos liderado por el biólogo Rafael Lajmanovich, de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el CONICET, comprobaron que uno de los afluentes del río Paraná, en Entre Ríos, registra los niveles más altos de glifosato de toda Sudamérica.

La investigación, presentada días atrás en el VIII Congreso Internacional de Salud Socioambiental en Rosario, reveló que «el sedimento del arroyo Las Conchas presentó la mayor concentración de glifosato registrada en Sudamérica (5002 µg/kg) y los bioensayos mostraron una letalidad del 100% en los tratamientos sin diluir», según informó Lajmanovich.

El equipo de científicos, integrado también por investigadores del el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Limnología (INALI), llevó a cabo nuevos estudios que confirmaron la contaminación extrema de cuatro cursos de agua en Entre Ríos que desembocan en el río Paraná: Las Conchas, Espinillo, Crespo y Las Tunas.

«Los resultados fueron alarmantes», definió el especialista, según consignó el diario La Capital. Lajmanovich destacó especialmente el arroyo Las Tunas, donde se encuentran «los mayores cócteles contaminantes, agroquímicos y una gran contaminación bacteriana», producto de un «proceso de contaminación de muchos años».

En los arroyos Las Tunas y Crespo, se documentaron «condiciones de extrema toxicidad: cócteles de agrotóxicos, coloración negra, olor pútrido, oxígeno disuelto por debajo de niveles críticos y niveles de Escherichia coli miles de veces superiores a los valores guía para la vida acuática». La letalidad fue tal que «el 100% de los renacuajos expuestos murieron tras 24 horas» en bioensayos.

Las evidencias recopiladas por los investigadores, que incluyeron a Ana Cuzziol Boccioni, María Rosa Repetti, Andrés Attademo, Cristina Zalazar, Agustina Manassero, Karen Russell-White, María Lancelle, Ayelén Muchiutti, Evelina J. León y Paola Peltzer, fueron publicadas en la revista científica Water Environment Research bajo el título “Impacto ecotoxicológico de la agroindustria en los arroyos de una cuenca sudamericana: renacuajos anfibios como indicadores de salud ambiental”.

El relevamiento se centró en evaluar la contaminación «causada por actividades antrópicas relacionadas con actividades urbanas, industriales y agrícolas», evidenciando que «las industrias agrícolas contribuyen a la contaminación del agua, liberando agroquímicos, materia orgánica, nutrientes y medicamentos veterinarios».

Lajmanovich señaló que la preocupación por los niveles de contaminación en los arroyos de la zona data de años atrás. «Desde 2008 teníamos antecedentes de estudios en el arroyo Las Tunas; ya para esa época, estaba muy contaminado», recordó. Recientemente, tras vertidos clandestinos en los arroyos Espinillo y Las Conchas, el grupo decidió estudiar toda la cuenca del arroyo Las Conchas, que abarca unas 200 mil hectáreas.

«Todo está inmerso en un sistema productivo con acumulación de sustancias en los sedimentos, sobre todo glifosato, que es el marcador«, explicó el biólogo. Los estudios detectaron en todos los sitios «aspectos microbianos, coliformes totales y coliformes fecales, junto con detergentes, residuos de pesticidas e ivermectina en altas concentraciones, que exhibieron perfiles diversos». Los bioensayos de toxicidad crónica mostraron «mortalidad en larvas de anfibios».

Ante este panorama, los científicos instan a una «urgente necesidad de mejorar la gestión y la normativa de efluentes en la región para proteger las fuentes de agua dulce y subterránea, la fauna acuática y la salud humana».

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