La oficialista Jeannette Jara terminó primera con una ventaja mínima sobre el ultraderechista José Antonio Kast. La participación fue obligatoria por primera vez y más de 15 millones de personas estuvieron habilitadas. Franco Parisi quedó tercero y Kaiser y Matthei empataron lejos de la disputa central.

La elección presidencial de Chile dejó un escenario abierto rumbo al balotaje del 14 de diciembre, con Jeannette Jara al frente y José Antonio Kast como segundo, según el conteo con el 70% de las mesas escrutadas. Desde La Moneda, el presidente Gabriel Boric saludó a ambos candidatos por su pase a la segunda vuelta y destacó el clima de “jornada democrática impecable”, cuando la tendencia ya resultaba irreversible.
Jara, representante de la coalición oficialista Unidad por Chile, obtenía 26,67% de los votos, mientras que Kast, líder del Partido Republicano, quedaba cerca con 24,19%. El presidente llamó a sostener un “debate con altura de miras”, un mensaje dirigido a una contienda que promete polarización, con el oficialismo intentando retener el poder y la ultraderecha avanzando en un clima regional de derechización.
El tercer puesto quedó en manos de Franco Parisi, del Partido de la Gente, con 19,22%, consolidado como actor de peso pese a su distancia de los dos primeros. Más atrás se ubicaron el mileísta Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario (13,94%), y la exalcaldesa Evelyn Matthei, de Chile Grande y Unido (12,89%). El tramo final del listado lo completaron Harold Mayne-Nichols, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés, todos con porcentajes marginales.
La elección marcó un hito institucional: fue la primera presidencial con voto obligatorio, con 15,7 millones de personas habilitadas. El Servicio Electoral informó que el escrutinio avanzó sin incidentes y que las fuerzas políticas aceptaron rápidamente los resultados, incluida la oposición de derecha tradicional, que esta vez quedó fuera de la pelea principal.
Ahora comienza una campaña breve y decisiva. Jara buscará consolidar el voto progresista y moderado, mientras Kast pretende atraer a las distintas corrientes conservadoras que quedaron dispersas en la primera ronda. El desenlace no solo definirá el rumbo económico y social del país, sino también la ubicación de Chile en el mapa político regional, donde la disputa entre derecha dura y centroizquierda vuelve a ser determinante.


