Poemas.Publicamos un adelanto de la flamante traducción de Matías Heer de “Diametta”, el primer canto de las Nuevas impresiones de África, el último libro escrito por el francés Raymond Roussel. Acompaña este complejo y raro poema una nota introductoria de su traductor.
Nota introductoria
por Matías Heer
Nouvelles Impressions d’ Afrique fue el último libro de Raymond Roussel (1877-1933). Lo comenzó a bosquejar en 1915 y lo terminó en 1932 meses antes de suicidarse en una habitación del Grande Albergo en Palermo, Sicilia, Italia, a los 56 años. El poema consiste en cuatro cantos de 228, 642, 172 y 232 versos respectivamente. Cada canto tiene un título que alude a una locación en Egipto y comienza con un par de versos evocativos hasta que, repentinamente, se interrumpe por un paréntesis que abre una comparación a modo de pensamiento paralelo que, a su vez, es interrumpido por otro paréntesis que desenlaza otro hilo comparativo que enhebra otro pensamiento que, nuevamente, es interrumpido por otro paréntesis ampliado por notas al pie que también se abren en paréntesis. Cada canto tiene un solo punto, el punto final del último verso y, por lo tanto, es una larga y enrevesada oración. Por ejemplo, en el Canto I se describe la casa de Damiette, en Egipto, donde Louis IX de Francia fue encarcelado durante el siglo XIII y que, comparada con las reliquias del antiguo Egipto, parece de días. Para ilustrar esta reflexión da un ejemplo de otra cosa que, comparada con las ruinas, parece de días: un antiguo nombre.
con ellas presentes, todo parece de días:
el nombre, aplastado, del cual el usuario se fía
que de memoria, a fondo, conoce sin falta
-raíces, troncos, ramos, ramas colaterales-
el estado de ancestros; gastadas catedrales,
incluso el ilustre menhir, el cromlech primero,
el dolmen bajo el cual el suelo está siempre seco.
Pero entre “(…) conoce sin falta” y “-raíces, troncos, ramos (…)” hay 216 versos de otras cinco comparaciones parentéticas más cinco notas al pie. El primer paréntesis desarrolla la idea de que, así como el usuario del nombre “conoce si falta (…) el estado de ancestros”, “quien ocupa, en una casa alta,/una habitación radiante en el último piso” sabe todo sobre el arte de llamar un ascensor. Aunque el lector recién sabe que se trata de un ascensor 155 versos después. En el medio, acontece un segundo paréntesis que parte de que el inquilino del último piso podría ser un fotógrafo y entonces se considera la habilidad del fotógrafo para borrar las patas de gallo y manipular la imagen, lo que lleva a otro paréntesis sobre cómo las personas cuando le sacan una foto se visten con elegancia y adoptan una pose que expresa la imagen inflada que tiene de sí misma, y así sucesivamente. Por otro lado, cada una de estas oraciones laberínticas se sostiene de un verbo principal.
Por eso, como recomienda Mark Ford, lo mejor es saltar a la conclusión al toparnos con el primer paréntesis y después ir, poco a poco, hacia la mitad del poema desde ambos extremos, como si fuera una cebolla. Roussel tenía el proyecto de imprimirlo a color y que a cada paréntesis le correspondiera uno. Era demasiado caro, incluso para él que era acaudalado.
Si bien parece que estoy describiendo un poema larguísimo, casi infinito, luego de 17 años Roussel tenía apenas cincuenta páginas. Así que decidió incluir cincuenta y nueve ilustraciones y el texto de Mon Âme, su primer poema, con el nuevo título de L’âme de Victor Hugo, y dejó en blanco el dorso de cada página del libro. Las ilustraciones se las pidió a Henri-A. Zo a quien conocía porque había ilustrado Ramuntcho de su admirado Pierre Loti. Tanto lo admiraba Roussel que en 1920 viajó a Tahití y se sacó una foto junto a la supuesta tumba de uno de los hijos de Rarahu, una de las mujeres de Loti y personaje de Le Mariage de Loti. Y fue a conocer a los descendientes de la reina Pōmare IV de Tahití con los que también se sacó una foto y con quienes mantuvo correspondencia el resto de su vida. Anecdótico, como todo en Roussel.
En cuanto a la traducción tomé restricciones para tomar libertades. Todos los versos son alejandrinos de catorce sílabas. Trate de que todos los versos queden en rimas pareadas y que rimen los comienzos de las notas y los versos de los cuales proceden las notas, así como los versos finales de las notas y los versos a los que se vuelve una vez leída la nota. Las rimas son parte de una guía sonora en el laberinto. Pero bueno, traté, la mayoría son asonantes y a veces, inventemos, melódicas… con tiempo y maña quizás lo logre. Entre otras libertades me tomé la de convertir al esgrimista que posa para la foto en un langa vestido de servicio. No traté de convocar al presente, o darle un estilo personal, sino de que el chiste comparativo que propone Roussel se sostenga, que rime y que tenga catorce sílabas. El poema, sin embargo, es oscuro. La traducción de Mark Ford al inglés trabaja sobre la apertura del texto, que sea entendible, de frases más extensas y ashberianas. En mi caso, preferí ceñirme a las propias normas impuestas por Roussel y explorar esa síntesis oscura, rítmica y cómica.
1
Damietta
La casa donde San Luis estuvo preso
Sin ninguna duda y dado que contarlo importa
se les avisa que ahí, detrás de aquella puerta,
tres meses prisionero el santo rey!… Luis noveno!
como esto, empero, parece tangible y nuevo
en este país plagado de maravillas en ruinas,
tan así que no hay suelo donde hayan más antiguas!
con ellas presentes, todo parece de días:
el nombre, machacado, del cual el usuario se fía
que de memoria, a fondo, conoce sin falta
(como sabe quien ocupa, en una casa alta,
una habitación radiante en el último piso
-quizás algún hábil fotógrafo en dejar liso
patas de gallo y granos, finas estratagemas-
((¡poder del retoque! cuando al ostentar sus gemas
(((cada quien, cuando encaprichada con una misma,
rígida, se hace sacar una foto carísima,
-se pregunta, al mínimo temblor de retina,
si, bajo la luz roja, sobre la gelatina,
en el revelador surgirá fuera de foco-
((((otros preguntan: si se diferencia de un choro
el pillo que de un vistazo ((((una chispa apenas,
rodeada de bomberos trepando escaleras,
hace de un apacible inmueble un cráter hirviendo;1)))))
calentó, desprovisto, él, de toda fortuna,
a una afamada prostituta con auto y hostal,
que viene, enrojecido, de llevar al altar;
-quien a Niza recién llega y el termómetro ojea
si, anticipando un resfriado, se envuelve en telas2;
– ya solo, Horacio, a qué velocidad zafas;
-si a la liebre mientras corre por los matorrales
la hubiera adelantado hasta un queso de Cabrales;
-si le valsan o no las botellas de Clicquot
al comensal cuya nariz florece malvón;
-el yanqui si en serio la tierra es tan alisada
como una naranja, mientras sube el Himalaya
-el extranjero si acaso ‘vice’ es amoral
en vice-presidente o vice-almirante quizás;
-si, metódico, antes de mear, Cancerbero
husmeara a tres narices, la entrada al portero;
-en invierno, calle, cuando a su verdugo insulta,
si regresará resfriado un paraguas sin funda;
-cuando, pegajosa, encima apesta, la suela,
si de su suerte estará celosa su gemela;
-la campesina, al alba, puesto el liquiliqui,
de qué gallo la levantó el quiquiriquí;
-cuando, sonoro, baila un colimba, su camisa,
qué purga hizo al alba, a la luz de una bombilla;
-la bebé que crece al revés en sopa uterina
si será de su madre, al nacer, la asesina;
-la flor si, al rociarla, su aroma renaciera,
bajo un árbol, con agua que a espárragos oliera;
-mientras un judío busca esquina en la capilla
por qué en la casa de Dios, el sombrero se quitan;
-el diario, que muy mucho pulula en su reverso
de dentífricos, de la píldora o de los créditos;
-reflexionando sobre su pasado, si por joven
pasa, o por viejo, el cuchillo de Janot;
-el muro, qué falta se removerá en su mente,
que la persiana casca exaltada, del viento juguete,
-el arco, mientras antes de usarlo tensan su crin,
si faltará mucho para afinar el violín;
-el termómetro, en otro lado que no es la axila,
qué tan lejos de la meta está la próxima silla;
-si será honrada con una ducha, la rodilla
que en cocollito estático mutó la nodriza;
-el mecanismo percutor por qué, orgullosa,
vestida de rojo, no quiere empalmar, la bola;
-quién olfatea cuando sale altivo, impúdico,
la fragancia de siempre al umbral del baño público;
-el cochero de látigo feroz, a qué costo,
en el Grand Prix, su petisa logrará algún cobro;
-si monta como un hombre, a la larga, en arco,
de a grados curvará sus piernas, Juana de Arco;
-el sin un peso, si listo para andar en ranger,
pícaro, va y pisa un sorete para más suerte;
-si, bajo el brazo, una bolsa de golosinas
duplicará el goce lector si los versos riman;
-el astrónomo, si, senil, confunde por signo
del zodíaco, a una lámpara cuello cisne;
-los viejos, si San Juan, real, con su veranito,
pudiese dar un instante de ser y haber sido;
-el arquitecto, si al llevar, misma inmensidad
que un juguete, su maqueta, lo toman por chabal;
-el teólogo, si la virgen debe a su hijo
su celebridad o más bien porque tuvo hijos;
-el domador, si su viuda un año, sin gris ni malva,
vistiera de luto y una fiera se lo zampara;
-si sus hijos naciesen sordos, pues dio la mano
en la víspera, aquella, a su primo hermano;
-el cómico si, para averigüar zapatero,
fuese mejor buscar en su bota o en la Bottin;
-la leche hervida, templada de esperar en jarra,
si caerá en la taza con o sin su piel de nata;
-si se arriesga, audaz, a que lo purgen a eléboro,
orden oficial, el dramaturgo ultramoderno;
-el poeta si pudiera hacer rimar ⟪Auteuil⟫
a su antojo con versos como ⟪comme dans fauteuil⟫
-el pintor ignorado, si, desde arriba, tieso,
entre astros, viera a los snobs disputarse sus lienzos;
-el explorador, si, aunque no sea lo que anhela,
un día alimentara con su carne a un colega;
-si lucirá fuerte su crío, la puérpera,
quien todavía no tuvo contacto con ella,
-el joven autor3
hasta cuándo publicará su obra por su cuenta
-el niño, si, calzado en botas de ogro, mayúsculas,
pulgarcito las soplara y dejara minúsculas;
-el anciano que lee la carta de un suicida
si estará maduro, él, para la gran partida;
-el presidente, cuánta cosa ata con alambre
mientras firma o gasta saliva en juegos verbales;
-el obrero que tiene en el estómago un clavo
si lo encontrará mañana cuando vaya al baño;
-quien llega tarde a cenar y arriesga una coartada
turbia, si le sacaran el plato y la cuchara;
-a qué precio vende el homicida, de a bocados,
la cuerda, destacada herencia de un ahorcado;
-la gallina que puso un huevo hace solo un rato
cómo hizo para confundirlo con el de un pato;
-el bruto que mira hundirse en alta mar un barco4
hasta que solo del mástil emerge un pedazo,
si su tripulación de tiburones es pasto;
-de quién son los niños de la chica cuya cama
de tanto que sabe nunca está desocupada;
-el que ama la morfina, Epicurio en qué rango,
clasificando el placer, pondría el jeringazo;
-extasiado el alpinista al borde de la altura
al autor del universo cómo es que lo adula;
-el pájaro cuando (((((el sol calentado hasta el mármol)))))
en Julio almorzando bajo la sombra de su árbol,
en qué plato aspirará, lejos de retenerse,
dejar caer, bien fresquito, el grato presente;
-el astrónomo si, mientras a la luna enfoca,
verá caminar, dada vuelta, a una persona
como una mosca errante en el techo a pasos lentos))))
pretende demostrarnos su rango o sus talentos;
para que con gran deferencia le digan hola
posa vestido de servicio y se hace el pistola
dispuesto a disparar a quien sea que se cruce;
birome en mano, ojo en Dios, quien versos esculpe
-y sin cesar investiga los más millonarios-
de rimas sabe de corazón su diccionario;
la ricachona, busto ornado con cabujón,
ideal para un botella que anhela un tapón;
vuelve del polo el viajero con un traje esquimal,
cuyas mentiras son imposibles contrastar;
con su violín al cuello, el eminente intérprete
que le disputa al viejo, el nuevo continente;
frente al caballete un imitador de Apeles, vano,
cuyo nombre está en el centro una iglesia y es faro;
raqueta en mano, sin saco ni cárdigan, fresh
de blanco, el rey del tenis ríe de la red;
todo equipado, el ocioso que adora cazar,
lanza a caballo un toque de trompeta, marcial;
el lábil abogado en toga, que en el bufete
envidian, pues el verdugo queda sin metié;
el arribista de las teclas al piano quien
con meñique enérgico y apto, trina, también;
de excéntrica ropa, con acento británico,
charla en la pista con el jinete, el payaso;
el gran músico que, a medida que remienda,
traza una fermata final después de la siesta;
en casaca holgada de grandes lunares, seco,
el jockey para quien cien libras son un gran peso.)))
aferrada a la foto una belleza, madura,
que los murmullos detrás de sus pasos no escucha,
y de madre, en el retrato, pasa a ser sor))
lo escrito sobre el arte de llamar el ascensor)
-raíces, troncos, ramos, ramas colaterales-
el estado de ancestros; gastadas catedrales,
incluso el ilustre menhir, el cromlech primero,
el dolmen bajo el cual el suelo está siempre seco.
Notas
Cuánta falta hace, cuando hay que apagar un incendio,
un gigante rápido – cuándo una casa abrasa
¿debe un rescatista fiel, arrastrando las patas,
observar su misión de lejos con malhumor?-
que, presto a lo Gulliver, para vencer su pudor,
debe saciar una necesidad oportuna.
A un invernante en Niza regalarle un tapado
(dispuesto a jurar – en los días donde, inflados,
muñecos de nieve se ríen buena onda, duros-
que Enero, con gusto, por Niza andaría en culo
como Arquímides eufórico gritando: ⟪Eureka⟫)
es como dar: a un novato, en el mar, una ipéca
mientras el huracán tensa hasta quebrar la escota;
-cuando comienza una lectura, a quien escucha,
un narcótico; -a quien asoma fuera de un tren
rápido un abanico -al pecador que recién
llega tarde a comulgar, ofrecerle nuez vómica;
– a un judío una nariz postiza menos cómica;
-durante el estrangulamiento, en el delirio,
un afrodisíaco al ahorcado -a quien lidia
contra un fuego desbocado en una chimenea,
un fuelle; -a quien saca de un libro, una flor seca,
distinguida e idílica, un palo de amasar;
-a quien, de noche deja una araña en paz, sagaz,
se asegura una buena racha, un amuleto;
-a la devota que arrima, en guantes de cuero,
sobre el agua bendita su dedo medio indómito
un truco para no derramar nada -un pronóstico
a quien ve la lucha entre un expreso que adelanta,
vagón tras vagón, a un tren de carga -en su cabaña
de noche, por dormir, al negro, unos ruleros;
-si, golpeando el suelo, sopla sobre sus dedos
ateridos una bola fétida un dispéptico
a quien le habla de cerca ; – en un día sin vientico
dar ventaja al vapor que desafía a un velero;
– cuando un caballo con montura y sin caballero
cruza al peatón, un golpe para que se de vuelta;
-en Junio, al chuparse una falange, la obrera
que coce sin máquina, los tallos de un rosal;
-a contrapelo, un cepillazo en la dorsal
al perro que gruñe antes de hacer alguna astucia;
-a quien colapsando, raquítico y lengua sucia,
sabe que muere, un molde que ensancha galeras;
-al recluso cuando duro chascan las banderas
en la flauta, ondulante, escalas cromáticas;
– cuando brota el refucile quien contempla extática,
y oye, el dato que la luz precede al sonido;
-al apuntador, cuando el tema se da concluido,
por cada línea del estribillo una palmada,
– un changüí al gallo que patalea, demorada
el alba, ido el otoño;- al mochilero, tazas.
La gloria execra caras nuevas.
Para quien no aprendió nada la tierra es un plato.