Las fuertes caídas en ventas y el aumento de los costos fijos ponen en jaque la continuidad de los kioscos del AMBA, que atraviesan su peor momento desde 2001.
En el último año, más de 16.000 kioscos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) cerraron sus puertas, una situación que no se veía desde la crisis previa al 2001. Este cierre masivo, sin protestas ni repercusiones mediáticas, afectó a numerosas familias y modificó profundamente la estructura comercial y social de diversos barrios.
Desde la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) señalan que la combinación de una fuerte caída en las ventas, la pérdida de exclusividad sobre productos que ahora se encuentran en farmacias, supermercados chinos y otros comercios, junto con cambios en los hábitos de consumo hacia mayoristas y marcas más económicas, explican esta crisis.
El vicepresidente de UKRA destacó que la recesión ha reducido el poder adquisitivo, lo que lleva a que los consumidores compren menos, busquen precios bajos o directamente elijan marcas más baratas. Además, alertó que muchos productos que antes solo se conseguían en kioscos hoy circulan por otros canales, poniendo en peligro la supervivencia del sector.
Las bajas ventas no fueron uniformes: barrios con mayor poder adquisitivo como Recoleta o Belgrano registraron caídas de entre 5% y 10%, mientras que zonas de clase media como Caballito o Flores sufrieron descensos superiores al 30%. En el sur de la Ciudad y el conurbano, las ventas se redujeron a niveles mínimos. Desde UKRA también expresan que el sector está “abandonado por el Estado” y piden una ley de proximidad que limite la competencia de grandes cadenas y franquicias, las cuales afectan a los kioscos medianos y pequeños.
El aumento constante de los gastos fijos agrava la situación. Comerciantes con experiencia describen esta etapa como “la peor para el comercio”, ya que gastos como la luz, los alquileres y las expensas no dan tregua frente a la caída en las ventas. Los costos incluyen impuestos, seguros, gastos en seguridad, reposición constante de mercadería y comisiones por ventas electrónicas. Además, en verano los gastos eléctricos aumentan por el uso intensivo de heladeras y exhibidores.
Aunque los cigarrillos siguen siendo los productos más vendidos, se observa un traslado hacia marcas nacionales más económicas. Las bebidas se mantienen, también, como productos que se venden, pero con una clara preferencia por promociones y segundas marcas. El sector también enfrenta competencia informal, con locales sin habilitación que venden golosinas y bebidas, complicando aún más la rentabilidad. UKRA propone que las golosinas sueltas sean exclusivas de los kioscos para preservar su rol tradicional.
Ante este escenario, los kiosqueros reclaman que los gobiernos nacional y local “tomen medidas urgentes para evitar la desaparición del kiosco de barrio”. Los comerciantes insisten en que “los kioscos cierran porque no pueden soportar la combinación de caída en ventas y altos costos”. El kiosco, símbolo y punto de encuentro de los barrios, enfrenta una amenaza concreta de desaparecer si no se aplican políticas que garanticen su continuidad en la vida comercial y social del AMBA.