Cuando la inflación navega en tres dígitos anuales con un acuerdo con el FMI que es, para peor, inflacionario y con muy pocos dólares disponibles en el Banco Central, la cotización del billete verde sin control oficial tiene un único destino. El peligro de caer en la trampa analítica de la nominalidad ascendente.
El dólar seguirá subiendo. Lo hará porque sube también la tasa de inflación. Pero la nominalidad genera angustia colectiva. ¿Qué es la nominalidad? La cifras cada vez más elevadas de las principales variables (inflación, precios, salarios, dólar) que provoca un estado de zozobra social permanente.
Por caso, si el dólar cotizara a 100 y subiera a 120, el alza sería de 20 pesos y en porcentaje un 20 por ciento. Si esta misma variación es con un dólar a 400, la cotización sube a 480 (80 pesos más, el 20 por ciento), pero el impacto es más fuerte.
Con insoportables tasas de inflación anual del 100 al 120 por ciento no hay otro destino que el dólar de los mercados paralelos (blue, MEP y CCL) continúen subiendo.
Existen tres fuerzas de presión alcista: la primera mencionada (la elevadísima tasa de inflación), la segunda es estructural: no hay dólares suficientes, y la tercera que subordina la política económica que es el acuerdo con el FMI, cuya base conceptual es inflacionaria (alza de tarifas, aumento de la tasa de interés y ajuste del tipo de cambio).
La carencia de dólares en el Banco Central tiene como consecuencia el diseño de esquemas de control de cambio, y a medida que se profundiza esta carencia se hace cada vez más restrictivo.
El denominado “cepo” fue instalado en los últimos meses del gobierno de Mauricio Macri, luego de que lo levantara al comienzo de su gestión provocando una fuerte devaluación. Pudo mantener el mercado de cambio abierto sin restricciones por el impresionante y vertiginoso proceso de endeudamiento externo.
Agotada esta fuente de recursos tuvo que reinstalar el “cepo”, que continuó con todavía más restricciones durante todo el gobierno de Alberto Fernández.
¿Por qué es necesaria esta descripción del mercado de cambio? Porque es una explicación básica para entender las razones de la suba de las diferentes cotizaciones de dólares: hay menos oferta y la demanda es muy intensa, entonces el precio sube.
Ante la escasez y la restricción de acceso a las divisas aparece un mercado alternativo (a través de operaciones bursátiles), que deriva en la formación de una brecha cambiaria reflejando esta limitación objetiva y, a la vez, la especulación en base a las expectativas devaluacionistas.
Son cotizaciones –superiores a la oficial- que no equivalen a atraso cambiario en términos de competitividad externa, sino que expresan la especulación cambiaria motivada por las restricciones.
Una (oficial) y otra cotización (bursátil y paralela) no tienen entonces su origen en el supuesto atraso cambiario. Para que sea todavía más claro: una devaluación brusca –la que está reclamando la tecnoburocracia del FMI y rechazada por el ministro Sergio Massa- que vendría a dar respuesta a ese imaginario atraso o de crisis del sector externo no llenará de dólares las arcas del Banco Central ni disminuirá la brecha cambiaria, sino que sólo provocaría una nominalidad más elevada y, fundamentalmente, una transferencia de ingresos extraordinaria a los sectores poseedores de dólares. El problema de la escasez seguiría pero en un contexto macroeconómico todavía peor. Mientras no haya un equilibrio en la cantidad y la demanda de dólares, la economía bimonetaria argentina seguirá conviviendo con un intenso escenario perturbador en el mercado cambiario.
FUENTE: Página 12.