A diez años de la primera movilización, el movimiento Ni Una Menos, junto a jubilados, trabajadores de la salud, científicos y estudiantes, se reunió en el Congreso con un enérgico «Fuera Milei», visibilizando el impacto del ajuste y la violencia de género en un masivo acto.
En un día cargado de significado, el movimiento Ni Una Menos conmemoró este miércoles 4 de junio una década desde su primera movilización masiva contra la violencia de género, y lo hizo al grito de «Fuera Milei». Miles de mujeres y diversidades marcharon hacia el Congreso de la Nación, sumando sus voces a las de jubilados, trabajadores de la salud (Garrahan y Hospital Bonaparte), de la cultura, universitarios y científicos del CONICET, en una jornada de protesta transversal contra las políticas del gobierno.
La manifestación, que comenzó con una movilización de personas con discapacidad frente a un Congreso vallado, reflejó la creciente unidad de diversos sectores afectados por el ajuste del Gobierno nacional Las columnas se organizaron por las avenidas Rivadavia e Irigoyen, exhibiendo pancartas con el lema principal de la jornada.
«Hoy celebramos 10 años de haber salido por primera vez a las calles al grito de Ni Una Menos, contra los femicidios, travesticidios, transfemicidios y transhomicidios», expresó Liliana Daunes al leer el documento central del acto, previo a la tradicional ronda con los jubilados. El texto enfatizó la capacidad del movimiento para «haber mantenido, ampliado y radicalizado la movilización durante una década, dando cuerpo colectivo a un ciclo de luchas histórico por su masividad y radicalidad».
La convocatoria de este 4 de junio tuvo un claro objetivo: «actualizar el sentido de nuestra lucha transfeminista en solidaridad con las y los jubilados y jubiladas». El documento señaló que son ellos quienes «cada miércoles le ponen el cuerpo a la represión del gobierno fascista y sus cómplices», y destacó la voluntad del movimiento transfeminista de «transversalizar y unir luchas» para hacer frente al «plan hambreador y empobrecedor de Javier Milei y el FMI».
La manifestación convocó a una amplia gama de sectores que hoy enfrentan el ajuste y la crueldad del gobierno: trabajadores de la salud pública, científicos y universitarios, trabajadoras comunitarias, personas con discapacidad, trabajadores de la cultura, inquilinos, comunidades indígenas criminalizadas, colectivos por la Ley de Reparación Histórica Travesti/Trans, asambleas ambientales, migrantes, despedidos, precarizados, compañeras del movimiento piquetero y la economía popular, hinchadas antifascistas y organismos de derechos humanos.
La jornada también sirvió para celebrar los 20 años de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El documento denunció la obstaculización del acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la falta de insumos para garantizar los derechos y la salud sexual reproductiva.
Se alertó sobre el recorte total en la entrega de misoprostol y mifepristona a nivel nacional y la reaparición de «discursos antiderechos en instituciones de salud y proclamas biologicistas que llaman a las mujeres a parir y a encerrarse en las tareas de cuidado dentro de los hogares».
La marcha repudió enérgicamente la «avanzada de la ideología familiarista con la que buscan disciplinar nuestros cuerpos e identidades».
En un día que marcó el décimo aniversario de un movimiento que transformó el activismo en Argentina, la consigna «¡A diez años de Ni Una Menos, hoy decimos FUERA MILEI!» resonó con fuerza en las calles, reafirmando la vigencia de la lucha por los derechos y la justicia social en un contexto de profundos desafíos.