ANTIVACUNAS EN EL CONGRESO EXPUSIERON “PRUEBAS” DE MAGNETISMO Y DESATARON ALARMA POR LA DIFUSIÓN DE PSEUDOCIENCIA

Un panel convocado por la diputada del PRO Marilú Quiroz terminó convertido en una escena insólita: un expositor mostró a un trabajador al que se le “pegaban” objetos metálicos tras vacunarse. Especialistas y entidades sanitarias advierten por la legitimación institucional de discursos sin sustento científico.

Un panel convocado por la diputada del PRO Marilú Quiroz terminó convertido en una escena insólita: un expositor mostró a un trabajador al que se le “pegaban” objetos metálicos tras vacunarse. Especialistas y entidades sanitarias advierten por la legitimación institucional de discursos sin sustento científico.

Lo ocurrido en la Cámara de Diputados abrió un nuevo capítulo en la expansión de narrativas antivacunas dentro del ámbito político. En una jornada titulada “¿Qué contienen realmente las vacunas?”, la biotecnóloga tucumana Lorena Diblasi presentó como indicio de supuestos efectos adversos un episodio que bordeó lo grotesco: un jardinero sin remera se exhibió como víctima de un “magnetismo” generado por la vacuna de AstraZeneca, mientras colocaban pequeñas piezas metálicas sobre su torso. Incluso la propia expositora admitió que no podían afirmar que el fenómeno existiera, algo que especialistas atribuyen a causas tan elementales como sudor, grasas corporales o cargas electrostáticas.

La escena, celebrada por los grupos presentes, puso en evidencia el clima de permisividad que ciertos sectores políticos brindan a discursos basados en teorías conspirativas globales. La organización del panel por parte de una legisladora nacional generó preocupación en entidades médicas, que remarcan que no existe ninguna evidencia que relacione vacunas con magnetización ni con los efectos que promueven estos movimientos. La presencia de estas afirmaciones en el Congreso implica, para los especialistas, un riesgo institucional: otorgan prestigio a ideas que cuestionan pilares de la salud pública, ponen en duda décadas de vacunación masiva y abren la puerta a rebrotes de enfermedades que se mantenían controladas.

Más allá del episodio anecdótico, el panel dejó expuesto un desafío mayor: el avance de grupos que buscan instalar pseudociencia como si fuese un debate legítimo. La banalización del conocimiento científico —advierten investigadores— erosiona la confianza social en las campañas de inmunización y alimenta la desinformación en un contexto donde aumentan los brotes regionales de patologías que se creían superadas. En el recinto parlamentario, esa degradación adquiere un peso simbólico que multiplica sus efectos.

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