Literatura.Oralidad no mimética, economía verbal y elipsis. La sintaxis fragmentada y el montaje de imágenes concretas y domésticas, anclajes tangibles que enseguida se desplazan hacia el mundo de los afectos. En los poemas de Gabriela Goldberg (Buenos Aires, 1963), cada escena mínima abre preguntas más amplias: cómo nos cuidamos, qué secretos guardamos. Una poética de la vida en común.
Puchero
llamó a venir como un pullover junta pelos
de una perra que entregándose a comer
se calma
volvimos por su abrigo y liquidamos lo que hubiera
entre los platos
brotan sobras del trajín
crece la cepa de friolentos
Bufa
vernos gordos hocicando el peso de la tarde
que nos monta en un rodeo de cariño
somos 4 globos mansos
y un guión
tirante
enlaza el lunes sin remedio
Lunes
era tal la batahola que empilchamos con lo puesto
sin rencores
fue difícil
nos comimos lo que hubiera, poco
hasta arrancarlo
al nervio costaba desprenderlo
fuimos un equipo malo
[Estos textos pertenecen a Parranda, ed. Vox]
*
Cuentovejas
cómo será despertarse sin que nadie sepa
más que yo
me guarde infancia
es un muñeco de lo 3
[de Cuentovejas, ed. Huesos de jibia]
*
Pata de perro
cómo hacer un viaje largo irse elongando
la pereza de los pies hasta la marcha pasan horas
de envolver por separado
leer las eti
quetas
ver detalles y afinar la puntería sin mirarse
en una foto que incrimine
en cada poste
hay una cámara que engendra dudas
[de Con un perro corriendo atrás, ed. Rangún]
Gabriela Goldberg nació en Buenos Aires en 1963. Publicó Miserere (Editorial Rayuela, 1991), Parranda (Vox, 2010), Cuentovejas (Huesos de Jibia, 2015) y Con un perro corriendo atrás (Editorial Rangún, 2018). Es psicoanalista y ha hecho traducciones para revistas y sitios de literatura.