Literatura
En estos poemas inéditos de Carolina Rack (1981, Coronel Suárez), los objetos cotidianos (motos, plantas mustias, budines y fotos en el celular) se visten de subjetividad y, hablados por el observador, trafican sentidos bajo nuevas formas. Como la luz potenciada en un caleidoscopio, las cosas hablan; son capaces de decir más que las personas y, a veces, mejor.
Nocturno Cuando la luna está llena, yo así lo creo, sus señales: curvas, lentas, ágiles llegan más fuerte las escucho bien alto en la noche silenciosa hasta que sus sonidos rompen la oscuridad y abren una estela de cuatro cilindradas las imagino rebotando contra la luz lunar y, entonces, así entran al ritmo de mis latidos amorosos ¿oíste tu corazón latir de amor? el mío no hace como tambor el mío va subiendo a zumbidos unos algo metálicos, llegan a ronquidos ¿oíste tu corazón roncar de amor? el suyo lo hace como un motor el suyo va subiendo a ronquidos unos bien metálicos, llegan a una elité ¿oíste tu corazón llegar a elité? una elité en la que pocos hacen sonar y tantas escuchamos sobre todo en el medio de la noche o en la tarde de domingos aplastadas por el tedio del pueblo y siempre lo mismo nuestros amantes salen dispuestos a diseminar en nuestros oídos las melodías de fórmula uno que anhelaban y con su escape libre hicieron realidad: cuatro cilindradas, dos pulgadas potencia máxima a metros y metros de distancia recorren el pueblo y entran por la abertura, al patio por la persiana, al cuarto ah, tan cerca, mi corazón ah, tan cerca, tu corazón sobre una moto de escape libre que ruge, hace ron ron ronca y fluye en el eco del asfalto las manos firmes sobre el manubrio tu cuerpo vibrante sobre el asiento. Botánica De las flores que me regalaron descuidé todas, por meses pero solo una, la más rústica se entregó quejosa por la seca quedó mustia confiábamos, porque se decía que cuidados no requería La veo ahí en conjunto con otras plantas airosas frescas, coloridas —qué te ha pasado, amiga seguro le preguntarán —duden, mis queridas, dirá ella de la que espinas se viste Con un top de colores ocres bijouterie metálica, dorada en la soledad de su estética no se construyó fortaleza: quiebra al primer golpecito De souvenir, antes de morir deja sus ramas como púas La recordaré con los raspones, rústica planta de flores capullo de rezongos. Alameda Una de las calles que elegimos de tierra, muy rústica o rural, digo, sin marcas de urbanidad, ¿te acordás? no lo habíamos prevenido pero poco a poco fue cubriéndose de árboles y entonces dijiste: —entramos a una alameda opaca, idéntica a sí misma. El sol brillaba fuerte arriba y con seguridad iba a seguir brillando el resto del día un día de cielo impecable sino fuera por la opacidad de tu observación por la porosidad de mis ojos dispuestos tan fácilmente a bajarle el brillo a configurar los filtros de un editor de imágenes. Bizcochuelo Las miradas de ustedes después del recorrido por la vitrina Las miradas de ustedes se detienen después del recorrido, se relamen Las personas menos tímidas sacan la lengua como si pudieran a través del vidrio como si pudieran saber algo de mí incluso antes de probarme todavía mucho antes de tenerme. Prefiero, es evidente, a las personas que se sostienen en el salivar del deseo que siguen su caminar después de la pausa delante de la vitrina Para las miradas de ustedes fui diseñada hasta que mi crema blanda les llene la boca hasta que mi azúcar definitiva les active el espíritu Bocas blandas de crema y espíritus definitivos de azúcar: libérenme.
Carolina Rack (1981, Cnel. Suárez). Profesora y licenciada en Letras (UBA). Docente en la formación inicial y continua en la provincia de Buenos Aires. Publicó el libro de poesía Rubios Naturales (Bahía Blanca, Vox), el libro de cuentos Las fórmulas (Santiago de Chile, Overol) y la epopeya Upé y Epú. Epupeya en once cantos y un encanto (Villa Ventana, Maravilla). Participa de las antologías Pasajeras esas nubes. 7 poetas bonaerenses (La Plata, Ediciones Bonaerenses) y Ruge el Bosque (Bs As, Caleta Olivia).