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EL PODER DE LOS AFECTOS EN LA POLÍTICA DE CHANTAL MOUFFE

Reseña
En su nuevo libro, la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe amplía sus estudios sobre el “populismo de izquierda” y plantea algunas propuestas que, a pesar de los reveses electorales, respondan a los problemas de la actualidad. Los riesgos de la teoría que rehuye de la praxis y cómo se piensan estos temas en Argentina.

por Malena Nijensohn

El poder de los afectos en la política. Hacia una revolución democrática y verde es el último libro de Chantal Mouffe, politóloga formada en las universidades de Lovaina, París y Essex, actual profesora de teoría política en la Universidad de Westminster (Londres) y cercana a los movimientos “populistas de izquierda” europeos como Podemos o La France Insoumise. En 1985 escribió junto al argentino Ernesto Laclau Hegemonía y estrategia socialista, donde se dispusieron a pensar un proyecto de radicalización y pluralización de la democracia: así daban una posible respuesta posmarxista a la declarada muerte del marxismo. Luego, cada uno siguió dicho proyecto por diversos caminos: Mouffe se abocó a una discusión con la democracia deliberativa y liberal para pensar una democracia pluralista que transformara los antagonismos (entre enemigos) en agonismos (entre adversarios), publicando libros como El retorno de lo político (1993), La paradoja democrática (2005), Agonistas (2013); los acercamientos de Laclau al psicoanálisis lacaniano lo llevaron a una radicalización del antagonismo que culminaría en La razón populista (2005). 

En 2015, Mouffe publica Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia junto a Iñigo Errejón. En 2018, Por un populismo de izquierda. De un tiempo a esta parte, nuestra autora optó, para polemizar con las izquierdas “tradicionales” y “liberales”, por una estrategia “populista de izquierda” que, como un reflejo fiel –¿pero legítimo?– de la ontología política delineada en La razón populista de Laclau, consiste en articular equivalencialmente las diversas luchas democráticas (feministas, antirracistas, relativas al colectivo LGBTQ+…) para construir un pueblo, propiciando así una radicalización de la democracia. Las variadas coyunturas que se han sucedido a lo largo de los últimos años se le han aparecido una y otra vez como la ocasión de adoptar la misma estrategia populista de izquierda, sin importar que los objetivos no hayan sido alcanzados, sin importar siquiera, tal como se encarga de anunciar desde las primeras páginas del libro, los reveses electorales que los populismos de izquierda han sufrido. Mutatis mutandis, para Mouffe una teoría no se mide por sus resultados. 

Este parece un libro urgente: con apenas dos epígrafes ornamentales de Spinoza y un epílogo coyuntural baladí, sin prólogo ni introducción ni conclusiones, las noventa páginas distribuidas en cuatro capítulos realizan un diagnóstico del momento político actual (cap. 1) que explica por qué es menester llevar a cabo una estrategia populista de izquierda que tome en cuenta la importancia de los afectos para la política (cap. 2) y para las identificaciones políticas (cap. 3) y se centre en las urgencias ecológicas (cap. 4). Así, a partir de la pandemia del coronavirus, Mouffe introduce dos novedades, los afectos y la ecología. Son novedades en dos sentidos: temas relativamente nuevos en la producción de la autora pero, también, temas que hacen aparición en el campo intelectual o que están, sencillamente, a la moda. Pero ¿son novedades en otro posible sentido de la palabra: originales, o sea, singulares, sugerentes cuando no estimulantes? O, en otras palabras: ¿hasta qué punto estas novedades constituyen algo nuevo?  

Mouffe vuelve sobre el arsenal teórico-conceptual al que hace décadas le inflige torsiones para pensar la hegemonía neoliberal: su erosión de la igualdad en favor de la libertad y su transformación en régimen oligárquico en desmedro de la soberanía popular nos han llevado a un contexto posdemocrático en el que el pueblo adopta demandas de la oligarquía, interpelado por discursos etnonacionalistas que excluyen al inmigrante como amenaza a la identidad nacional, todo lo cual se ha visto agravado por la crisis social y económica de la pandemia que sólo incrementó la adhesión popular a los otrora emergentes “populismos de derecha”, los únicos que se dispusieron a dar respuestas a las crecientes demandas de protección y seguridad. Según consigna, para evitar la consolidación de estos movimientos tecnoautoritarios, la izquierda debe llevar a cabo –ninguna sorpresa– una estrategia populista que recupere la consabida articulación hegemónica y se haga eco de las sensaciones de injusticia que desde la derecha se han significado como resentimiento (hacia el inmigrante, las mujeres, la diversidad sexual…) para rearticularlas movilizando afectos de justicia social. ¡Eureka!… Aunque el lector argentino que, sin dejar de escuchar “justicia social”, no se encontró en los últimos nueve años con el promisorio porvenir que augura Mouffe podría genuinamente exigir alguna justificación para seguir haciendo lo que no viene funcionando o incluso requerir algunas especificaciones que, en este libro, no encontrará o sólo encontrará a medias. 

Sacando en limpio lo que en las sugerencias de Mouffe para la izquierda europea puede traducirse para el actual contexto argentino: lo primero que se nos indica es no menospreciar las demandas de protección y seguridad, dejándolas en mano de la derecha (algo que Cristina Fernández de Kirchner viene diciendo hace años); lo segundo, no reducir los movimientos de derecha a un neofascismo moralmente condenable, sino comprender por qué la gente se siente atraída por estas opciones (por caso, dejar de moralizar con apelativos del tipo “crueldad” y empezar a pensar políticamente lo que está sucediendo); lo tercero, no descartar a los sectores populares seducidos por la derecha, esencializándolos como intrínsecamente racistas, sexistas, homofóbicos (sobre la discusión entre progresismo y peronismo, se puede leer la excelente nota de Nicolás Vilela “El consenso es corrupción: contra los nuevos intelectuales”); finalmente, interpelar a la gente desde sus demandas específicas para que desde allí vuelvan a involucrarse en política y a confiar en el Estado.

Entusiasmada por las luchas ecológicas e inspirada en el Nuevo Pacto Verde, Mouffe se desentiende de la necesidad de argumentar por qué el nuevo significante hegemónico debería ser –no se priva de proponer un nombre– “Revolución Democrática Verde”, para indicar que la crisis ecológica agrega una nueva dimensión al proyecto de radicalización de la democracia que ahora deberá, además de luchar contra la desigualdad y por la justicia social, cuestionar el modelo productivista y extractivista. Con la esperanza de que los diversos movimientos tomen conciencia de la gravedad de la crisis ecológica y, por tanto, pausen la persecución de sus propios intereses para unirse y enfrentar la emergencia climática, confía además, por algún misterioso motivo, que Revolución Democrática Verde podría articularse con las demandas de seguridad y protección, generando una, ahora sí, exitosísima estrategia populista de izquierda. 

Así, Mouffe termina postulando un antagonismo primario (la lucha ecológica) cuya centralidad respondería a una urgencia aparentemente objetiva que no sólo no se justifica sino que incluso contradice las premisas de La razón populista (¡hasta de Hegemonía y estrategia socialista!) según las cuales todo antagonismo es una construcción discursivamente formada, es decir, contingente. Más aún, ¿hasta qué punto no reintroduce nuestra autora el marco racionalista que pretende discutir cuando pide “tomar conciencia” de que un planeta habitable es condición de posibilidad para las otras luchas? ¿Por qué habría que priorizar lo ecológico o, en sus propios términos, cuáles serían los afectos que llevarían a la gente y a los distintos movimientos a priorizar lo ecológico? 

Por último: Mouffe nos dice que no es necesario compartir la misma visión del mundo ni concordar en un programa político completo puesto que lo que se comparte es un adversario común y la voluntad de un planeta habitable. La experiencia argentina 2019 – 2023 pareciera indicar lo contrario: que no alcanza un adversario común, que es necesario tener un programa y, por cierto, una conducción estratégica clara. Y estos dos asuntos, nodales para pensar la política actual, no encuentran eco alguno en El poder de los afectos. Hacia una revolución democrática y verde

El poder de los afectos en la política. Hacia una revolución democrática y verde

Chantal Mouffe

Siglo XXI

2023

96 páginas

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