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LA DESIGUALDAD POR INGRESOS ALCANZA SU NIVEL MÁS ALTO EN 16 AÑOS

El aumento del desempleo y la aceleración inflacionaria impactaron fuertemente en los sectores más pobres durante el primer trimestre de 2024. El Coeficiente de Gini trepó a 0,467, la cifra más alta desde 2008, y el decil más rico percibió 15 veces más ingresos que el decil más pobre.

Debido al aumento del desempleo y al impacto de la aceleración inflacionaria en los sectores más pobres, la desigualdad por ingresos en Argentina alcanzó su nivel más preocupante en 16 años durante el primer trimestre de 2024.

El Coeficiente de Gini, que mide la disparidad entre los ingresos de los más ricos y los más pobres, ascendió a 0,467, según informó este martes el INDEC. Esta cifra es la más alta desde los primeros tres meses de 2008.

El estudio sobre la evolución de la distribución del ingreso reveló que entre enero y marzo, el decil más rico recibió 15 veces más ingresos que el decil más pobre, frente a una brecha de 14 veces en el mismo periodo del año pasado.

En una entrevista con Ámbito, el economista Juan Manuel Telechea atribuyó este aumento de la inequidad a las medidas implementadas por el Gobierno de Javier Milei desde que asumió. El director del Instituto de Economía y Trabajo de la Fundación Germán Abdala señaló la devaluación como uno de los principales factores regresivos, ya que “genera una transferencia desde los asalariados y jubilados, cuyos ingresos tardan en ajustarse, hacia las empresas y el sector agropecuario”.

Por su parte, Laura Testa, economista y asesora de IOMA, destacó el rol del aumento del desempleo al inicio de 2024, que pasó del 6,9% al 7,7% en un año. Testa subrayó que el desempleo afectó más a las mujeres, ya que “en contextos de crisis económicas, incluso los hombres empiezan a ocupar trabajos más feminizados”. Además, mostró preocupación por el aumento de personas con trabajo que buscan ingresos adicionales porque no les alcanza para llegar a fin de mes.

Federico Pastrana, titular de la consultora C-P, advirtió que el aumento del desempleo impactó más a quienes tienen trabajos precarios y/o poco calificados y a quienes poseen un menor nivel educativo.

Los datos del INDEC reflejaron que el 62,2% de la población percibió algún tipo de ingreso, frente al 62,6% del año anterior. El ingreso promedio fue de $369.085, un 198% más que en 2023, mientras que la inflación fue del 273,5%.

El peso de los ingresos no laborales en los hogares más pobres representó el 62,6% del total, marcando un aumento significativo respecto al 57,6% del primer trimestre de 2023, lo que refleja la pérdida de empleos.

El ingreso promedio de la población ocupada fue de $350.593. Mientras que el ingreso promedio de los primeros cuatro deciles (los más pobres) fue de $118.759, el ingreso del estrato medio (deciles del 5 al 8) fue de $329.826, y el de los deciles 9 y 10 fue de $855.881.

En términos de aumentos anuales, la “clase baja” tuvo una mejora nominal del 176%, la “clase media” del 186%, y la “clase alta” del 230%.

Estos números evidencian cómo la inflación pulverizó el poder adquisitivo de toda la población, pero más aún en los sectores con menos necesidades básicas satisfechas. Además, los costos de la canasta básica alimentaria y la canasta básica total, que miden las líneas de indigencia y pobreza, registraron incrementos anuales del 302,3% y del 287,6%, respectivamente.

Daniel Schteingart, Director de Planificación Productiva de Fundar, detalló que la caída del poder adquisitivo fue del 24% en promedio y del 33,5% en el decil 1. A modo de referencia, en el peor momento de la pandemia (segundo trimestre de 2020), el poder adquisitivo había caído un 15% en promedio y un 28% en el decil 1.

Schteingart estima que la pobreza del primer semestre de 2024, que el INDEC publicará en septiembre, alcanzaría máximos de 20 años al situarse en torno al 55%. Laura Testa destacó el alarmante incremento en la cantidad de pobres cuyo ingreso no supera la línea de indigencia, pasando de 5,5 millones a 8 millones de personas.

De cara al futuro, Telechea proyecta que, aunque la desaceleración de la inflación podría contribuir a la recuperación del poder adquisitivo, esto no será suficiente para reducir la brecha de desigualdad, especialmente con medidas regresivas como la reducción del impuesto a los Bienes Personales y de Ganancias.

Pastrana coincidió, afirmando que, aunque la baja de la inflación mejora los indicadores, estamos en un programa económico peculiar donde: 1) el ancla salarial es un componente del programa, impidiendo que la menor inflación se refleje en una recuperación de ingresos, 2) el ajuste fiscal sigue siendo significativo, y 3) la falta de recuperación económica perpetúa el desempleo y sus efectos desigualadores.

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