Pronóstico reservado: el paro de trenes de la semana pasada junto al del sector de la sanidad, la visita de la número dos del FMI, el inesperado antagonista patagónico y una licuadora no declarada en la aduana, por Martín Gambarotta.
El Presidente libertario Javier Milei estaba en problemas desde el miércoles pasado. Los trabajadores de la sanidad y los ferroviarios habían lanzado huelgas. El paro de los maquinistas de La Fraternidad fue especialmente fuerte, el servicio se paralizó y un millón de usuarios se vieron afectados. En algún punto, la huelga por 24 horas de La Fraternidad fue más poderosa que el reciente paro general de la CGT en su efecto inmediato. Omar Maturano, el jefe de La Fraternidad, fue claro: el paro era para reclamar una recomposición salarial y así compensar lo perdido contra la inflación. No era un pedido de aumento. La de los maquinistas fue la primera protesta efectiva de trabajadores en contra de la “licuadora” del presidente. Milei usó mucho la motosierra durante la campaña, pero la licuadora solo apareció una vez que asumió.
El conflicto de La Fraternidad tiene otro elemento: los trenes son del estado. Es ahí donde hay que licuar, según el presidente. Pero el concepto de licuación requiere que los trabajadores acepten callados perder contra los precios. El miércoles, el gobierno acusó a La Fraternidad de hacerle la vida imposible a cientos de miles de personas. La administración Milei podría haber decretado la conciliación obligatoria, pero en cambio eligió extender el sufrimiento de los que necesitaban viajar. En las redes también se difundió un video de Maturano y sus colaboradores subiendo a un Audi, Acá es donde la comunicación oficial siente que gana: los sindicalistas se mueven en autos caros.
¿Acaso el presidente de la Nación está dispuesto a dejar de usar su flota de camionetas Toyota negras o vehículos por el estilo? Mientras el gobierno se muestra interesado en asuntos de concesionaria o turismo carretera los conflictos se pueden agudizar.
Tal vez de eso habló Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando se reunió con sindicalistas en Buenos Aires. ¿Alguien supone que Gopinath se mueve en Uber? Será una mera formalidad, pero el FMI tiene menos problemas en juntarse con líderes obreros, que el gobierno de Milei, y no pone como condición que lleguen a la reunión en autos gasoleros. Gopinah también se reunió con el presidente. La funcionaria subrayó la importancia del “consenso” político. No existe tal cosa como un almuerzo gratis. No existe un país sin sindicatos. Hubo otra visita: Antony Blinken, el secretario de estado de los Estados Unidos, estuvo en la Casa Rosada para hablar con Milei.
Mientras tanto se esperan más conflictos con los que no quieran meter sumisamente sus ingresos en la licuadora. Ahora de pronto, el gobierno parece usar la motosierra como golpe de efecto para tapar los malos momentos que vienen con el zumbido de la licuación. Así, anunció el “cierre” del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).
Claro que las turbulencias de la semana quedaron opacadas por el conflicto Nación-Chubut. El joven Gobernador de Chubut Ignacio Torres, del PRO, logró el apoyo de prácticamente todos los gobernadores, en especial los patagónicos. Torres acusa al gobierno nacional de retener ilegalmente fondos que le corresponde girar a la provincia. El gobierno nacional dice que no hizo “nada ilegal” y que le está descontando a la provincia el pago por una deuda. La amenaza de Torres de cortar el gas y el petróleo si el gobierno nacional no paga puede transformarse en algo histórico y hasta decisivo para el futuro de la administración Milei. En potencia, la crisis solo es comparable con el conflicto sojero por la Resolución 125 de 2008. En este contexto, parece imposible que el gobierno nacional intente otra vez aprobar la ley ómnibus en el Congreso donde los gobernadores tienen peso.
El conflicto con Torres estalló después de una semana de especulación acerca de una “fusión” parlamentaria entra la Libertad Avanza y Juntos por el Cambio. Lo dañino para el gobierno nacional es que la rebelión la lidera un gobernador del PRO, una agrupación de centro-derecha que ahora es acusada de “chavista” por el presidente. Milei en persona se encargó de basurear a “Nachito” en las redes, insinuando que podría terminar preso. El recorte del que se queja Torres le sigue a la decisión del gobierno nacional de no girar fondos para el transporte público y los salarios docentes en las provincias. Torres no cuenta con el apoyo de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, figura clave del PRO. Pero al parecer Bullrich está contradiciendo a todos los gobernadores de su partido. La noticia puede terminar siendo que Bullrich ya no pertenezca al PRO (o el PRO no le pertenezca a nadie), liberándose así de las órdenes del expresidente Mauricio Macri que pretende liderar el partido. Pero el futuro político de Bullrich terminará siendo una anécdota si esta crisis política no amaina.