Las operaciones sucias se multiplicaron esta semana. Las peores de ellas fueron para favorecer a Milei. El candidato que dice que viene a limpiar la política hace campaña con las herramientas más sucias de la politiquería.
Cuando allanaron Nimbus, la cueva de cambio de divisas más importante de la City, encontraron un cronograma con fechas detalladas para subir el precio del blue de manera coordinada con otras mesas de dinero. Mientras seguían los procedimientos, Javier Milei, el candidato presidencial que alentó la fuga al dólar y una corrida bancaria, ofreció una conferencia de prensa en Bull Market Brokers, la cueva de la familia de Ramiro Marra que ocupa el octavo y noveno piso del edificio Fortabat, en Retiro.
Milei se quejó porque el gobierno lo denunció como instigador de la corrida. Una crisis de ese tipo más la devaluación forzada del peso favorece a especuladores como los dueños de la casa de cambio donde realizó la conferencia de prensa, pero destruye el salario y los ahorros de la mayoría de los argentinos. Es un verdadero robo para el argentino de a pie y un gran negocio para los especuladores.
Milei rechazó las acusaciones y acusó al gobierno y a Juntos por el Cambio por la inflación histórica. Pero tiene que ser o muy idiota o muy perverso para no darse cuenta o no importarle que sus declaraciones como candidato más votado en las PASO tienen un efecto contundente sobre la realidad. Decir que “el peso es excremento” y convocar a retirar los depósitos a plazo fijo para comprar dólares, es instigar una corrida bancaria y provocar un desastre en la vida de los argentinos.
La causa de los operativos policiales en Nimbus fue el ataque especulativo que disparó el dólar a más de mil pesos y en los allanamientos se encontraron pruebas de cómo se pusieron de acuerdo las principales cuevas para forjar el salto de la divisa norteamericana. Entre los elementos secuestrados había un calendario donde se estipulaban los sucesivos aumentos acordados.
Irresponsable o perverso, la acusación del gobierno tiene fundamento. No hay economista, neoliberal o heterodoxo, que no coincida en ese punto. Quien haga esas declaraciones desde el lugar que lo hizo Milei, quiere provocar un desastre, ya sea para capitalizar votos por la crisis o sacar jugosas ganancias si está en el negocio del dólar, como la casa de cambio donde citó a los periodistas.
Sus declaraciones y el lugar que eligió para la conferencia de prensa, toda la maniobra del candidato de la derecha neoliberal ha sido una escupida en la cara de sus votantes. Es una gran burla a quienes lo votarán a pesar de que serán perjudicados por una corrida bancaria o por esta devaluación especulativa.
Que sea idiota es una probabilidad menor. Lo más probable es su perversidad. Pero también es una movida que le puede salir por la culata porque lo dejó muy expuesto. Y un candidato toma decisiones arriesgadas cuando siente que no le va como quisiera.
La mayoría de las encuestas muestra a un Milei que bajó un poco con respecto a las PASO; a Sergio Massa que subió un poco, y a Patricia Bullrich que quedó relegada. La mayoría plantea un escenario de empate técnico en la primera vuelta entre Massa y Milei. Y adelantan para una lejana segunda vuelta, el triunfo de Milei por muy poca diferencia. El candidato ultraderechista aspiraba a ganar en primera vuelta y para eso debía superar los 40 puntos, pero en vez de acercarse a esa meta, retrocedió unos puntos. Es difícil creer que no haya buscado a conciencia desatar el caos para bajar a su competidor.
La maniobra con el dólar puso en evidencia que no sólo es de la “casta”, sino que es lo peor de ella. Su alianza con el ubicuo Luis Barrionuevo, cuya propuesta más conocida ha sido “dejar de robar dos años” reafirmó esa impresión. El sindicalista se trasladó a Catamarca donde fiscalizará en las elecciones por el partido de Milei.
Pero la movida de Milei no fue el único golpe bajo. Este tramo de la campaña se llenó de golpes bajos y operaciones de inteligencia, una práctica que llevó a su máxima expresión Mauricio Macri. Una de las primeras operaciones fueron las fotografías de Martín Insaurralde en un yate de lujo, en Marbella, con una exuberante Sofía Clérici, de acompañante.
Los medios macristas quisieron aprovechar esa movida para mellar la campaña de Axel Kicillof, como si tuviera la obligación de saber que su ministro se subiría a un yate de lujo con la misma modelo que ya había protagonizado una cama de ese tipo con Daniel Scioli. Pero Kicillof tiene un perfil alejado de los escándalos mediáticos y los golpes bajos. Es una campaña limpia, sin golpes bajos, que se basa en su gestión y en el diälogo con la gente.
En el campamento de Sergio Massa aseguraron que la movida fue contra el candidato presidencial y que se originó en las huestes de Milei. Acusaron al denunciador de “la casta política” de utilizar los métodos más sucios de esa “casta”. Desde hace varios años Barrionuevo alimenta una obstinada enemistad con Massa y algunos recuerdan sus contactos con servicios de inteligencia. Lo interpretan como una ayuda del gastronómico a su candidato.
Dos de las operaciones más sucias de esta campaña provienen de los que convocaron a terminar con las viejas prácticas de la politiquería. No es la mejor presentación para los que también prometen soluciones mágicas para la economía. Si cuando dicen que no son parte de la “casta” política cometen las peores practicas de los que denuncian, es para imaginar lo que harían cuando prometen terminar con las “estafas” y los “curros”.
La alianza de Milei con Barrionuevo y con los defensores de la dictadura tendría que bastar como prueba de la falsedad que expresa el discurso falsamente libertario. El voto de las PASO llevó al país al borde de un abismo al que siempre se asomó sin arrojarse. Nunca estuvo tan cerca como esta vez, y a pesar de todas las luces rojas de advertencia.
En los mentideros de la política se dio por descontado que la operación para bajar a Carlos Melconian, el candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich, también buscó favorecer a Milei. Mauricio Macri, aficionado al espionaje y a la difamación de sus adversarios, es otro aliado cercano de Milei.
Macri tiene varias causas abiertas por espionaje. Sus jueces lo sobreseyeron en la causa por espiar a los familiares de las víctimas del ARA San Juan. Dijeron que los habían espiado, para garantizar la “seguridad” presidencial, seguramente en riesgo por los pacíficos familiares. En otra causa, dijeron que los espías que estaban bajo sus órdenes y espiaron a dirigentes políticos, lo hicieron por cuenta propia. Ninguno dijo que no hubo espionaje, una práctica que caracterizó su gestión.
Las grabaciones que muestran a Melconian como traficante de influencia y como un viejo verde que trata de sacar ventaja sexual de su posición de director del Banco Nación, si son ciertas, fueron hechas en la época en que Macri estaba a cargo de los espías de la AFI y espiaba a opositores y aliados. Bullrich dijo que se habían hecho con inteligencia artificial, pero no denunció a los periodistas que las difundieron.
El mismo día que se conocieron las grabaciones, Macri se hizo fotografiar repartiendo boletas de Bullrich. “Después no digan que no hago campaña”, afirmó. Igual que su amigo Milei que hizo la conferencia de prensa en una cueva financiera para rechazar que había promovido la suba del dólar. Más claro no hay.
FUENTE: Página 12.