El nuevo aniversario del conflicto invita a pensar la actualidad de la disputa. Brexit, la situación de los isleños, los recursos naturales y la posición argentina, entre otros temas, en palabras de tres especialistas.
Por Joaquín Rodríguez Freire
Tras un año cargado de homenajes y evocaciones, se cumple el 41 aniversario del inicio del Conflicto del Atlántico Sur. Ahora, la emoción da paso a la reflexión e invita a pensar en qué momento del reclamo de soberanía por las Malvinas y las Islas del Atlántico Sur se encuentra el país.
Mientras los esfuerzos oficiales se centran en cosechar apoyo internacional para obligar al Reino Unido a sentarse en la mesa de negociación, la depredación del Mar Argentino y la explotación de petróleo y gas en el archipiélago prosiguen con el impulso de Londres y el auxilio de otras naciones.
En el continente, en tanto, una de las novedades es la decisión del Gobierno de reforzar la presencia militar y científica tanto en el Atlántico Sur como en la Antártida, una respuesta al despliegue que el Reino Unido y la OTAN llevan adelante en la región. Así las cosas, factores como el Brexit, la economía, las urgencias de los isleños, la búsqueda de la unidad continental y el fin del acuerdo Foradori-Duncan configuran el escenario actual.
El momento histórico
Juan Augusto Rattenbach es un estudioso de la historia, la política y la economía de las Islas Malvinas. Abogado de profesión, tiene un Magíster en Economía Aplicada. Actualmente se desempeña como secretario ejecutivo del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
En diálogo con Ámbito, analiza: “Estamos en un momento oportuno pero complejo al mismo tiempo. Oportuno, porque el Brexit es una puerta de entrada para hablar de Malvinas donde antes no se hablaba, como por ejemplo en la Unión Europea (UE). Hoy los países europeos no tienen la obligación de ser neutrales frente al conflicto. Es complejo, por otro lado, porque en América del Sur los países no tienen la misma unidad que alguna vez tuvieron, como cuando estaba la UNASUR funcionando en pleno; cuando había más concordancia para abordar el tema Malvinas”.
Al respecto, explica que “cuando el Reino Unido era parte de la UE, había un pacto de reciprocidad donde los países de la Unión se tenían que bancar entre sí. Hoy, por ejemplo, España quiere acercar posiciones políticas con la Argentina pero la economía dice todo lo contrario. Hay una disociación entre la política y la economía, que es funcional a la política colonial británica”. La referencia alude al apoyo de Madrid a la causa Malvinas, que, sin embargo, se ve empañado por la depredación del Mar Argentino que sus buques llevan adelante en el archipiélago.
“Rattenbach” no es cualquier apellido. Benjamín Rattenbach, el abuelo de Juan Augusto, fue quien elaboró el Informe Rattenbach, la auditoría sobre el desempeño de las FFAA en el Conflicto del Atlántico Sur, que recomendó la pena de muerte (según la ley marcial) para sus jerarcas, incluyendo al presidente de facto Leopoldo Galtieri. Esos documentos fueron ocultados por la dictadura y, aunque varios se filtraron, recién se hicieron públicos en 2012, durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El vínculo con los isleños
En enero, el entrevistado viajó a Malvinas. Allí se vinculó con los isleños y conoció de primera mano algunas de sus inquietudes: “Noté la queja de parte de muchos inmigrantes por todo lo que tienen que laburar para sostenerse día a día; laburan prácticamente de lunes a lunes, y la queja es absoluta respecto a la conectividad de Internet. Es casi equivalente a las primeras experiencias con fibra óptica a comienzos del 2000 en Buenos Aires.”
“Una de las cosas más necesarias que puede ofrecerle la Argentina continental a los habitantes de Malvinas tiene que ver con la infraestructura y la conectividad a Internet. Hoy las Malvinas tienen una empresa que da Internet por vía satelital de muy mala calidad. Eso hace que los habitantes no tengan una vía digital como la que tenemos en la Argentina continental, en Tierra del Fuego. Eso les impide manejar las redes sociales como YouTube, Instagram o TikTok con la misma fluidez. No tienen una conectividad suficiente como para subir videos o hacer streamings”, amplía.
Como contraparte, reconoce que las Islas tienen uno de los ingresos per cápita más altos del mundo, pero dice que el índice es “engañoso”.
“Si dividimos la riqueza del Atlántico Sur por los 3.600 habitantes de Malvinas, nos va a dar una cifra alta, pero al mismo tiempo Malvinas es uno de los espacios más desiguales económicamente hablando en la Tierra. Al menos casi un tercio de la población es inmigrante. Vienen de Filipinas, Santa Elena, Chile, Perú, Zimbawe y la India, y necesitan dos o tres trabajos para llegar a fin de mes. Si lo comparamos con el salario mínimo del Reino Unido, tienen uno de los salarios más bajos. Al mismo tiempo, tienen un altísimo costo de vida. Por lo tanto, bajos salarios y altos costos de vida es una ecuación muy difícil de sostener”, detalla.
Ante este escenario, identifica algunas oportunidades: “La Argentina continental puede proveer cuadros universitarios que ayuden a mejorar tanto la infraestructura como la calidad de vida de los isleños; acceso a universidades de primera calidad en el continente con mayor fluidez y comunicación; víveres frescos de primera calidad: vinos, carnes”.
“Las cosas que se pueden proveer son infinitas, pero hay un sistema de propaganda en las Islas que busca que los isleños vean a los argentinos continentales como enemigos o personas hostiles, cuando en realidad, después de 40 años de la guerra, quedó clarísimo que nosotros apostamos por el diálogo y por la paz”, profundiza.
De cara al futuro, destaca la necesidad de adoptar una política exterior coherente en el tiempo más allá de los cambios de Gobierno: “Si uno mira del otro lado, entre liberales, conservadores e incluso laboristas, rara vez uno ve un cambio en relación a la política de Malvinas. De este lado del Atlántico debería pasar lo mismo”.
Foradori-Duncan
Por último, Rattenbach celebra el fin del acuerdo Foradori-Duncan. Al respecto, explica: “Fue un acuerdo que estableció concesiones económicas al Reino Unido. Básicamente pedían que hiciéramos una colaboración mutua de pesca, donde los británicos tuvieran todo el relevo científico de lo que sucedía en el Atlántico Sur, pero en ningún momento se discutía qué estaba pasando con el Mar Argentino alrededor de Malvinas. Lo otro que se permitió fue la autorización de un vuelo que comunicaba San Pablo (Brasil), Córdoba y Malvinas. Era un Boeing 767 con capacidad de carga para abastecer, entre otras cosas, a la base militar británica en Malvinas”.
“Foradori-Duncan fue un giro de 180 grados en relación a lo que fue la política exterior de Malvinas entre 2003 y 2015. En la política exterior es inaudito tener una política pendular; no te lleva a ningún lado. El mensaje que das al exterior es que los británicos van a esperar a que cambie el signo político del Gobierno argentino, porque eso, a su vez, va a impactar en la política de Malvinas”, finaliza el abogado.
La ruptura del proceso diplomático
Por su parte, el excombatiente y periodista Daniel Guzmán, quien dirige el medio especializado Agenda Malvinas, considera que “hoy estamos mucho más lejos de recuperar las Islas que el 1 de abril de 1982”, ya que el inicio de la guerra “rompió todo el proceso diplomático en el marco de Naciones Unidas, que había tenido su gran definición en 1965 con la resolución 2065, cuando avanzamos en pasos mucho más concretos, que la guerra tiró para atrás”.
Guzmán profundiza sobre este punto: “De 1982 en adelante, Gran Bretaña no quiso volver a dialogar y no va a querer hacerlo. Hasta el 1 de abril de 1982, ocupaba 11.400 kilómetros cuadrados y hoy ocupa 1.630.000. Ningún ladrón va a querer hablar cuando el que ha sido saqueado no le pone énfasis al reclamo, o al menos no lo saca de la zona de confort, que es lo que hay que hacer. Por el contrario, le hemos dado todo los elementos: los Tratados de Madrid del 89/90 y los sucesivos acuerdos que han tejido una maraña desfavorable para Argentina”.
Cancillería
“Los isleños británicos tienen fondos suficientes para desarrollar su economía, tienen uno de los ingresos per cápita más grandes del mundo, tienen un proyecto crucial que es el puerto de aguas profundas. No tienen déficit, no tienen deudas. Mientras nosotros no los saquemos de la zona de confort, como dijo Felipe Solá (excanciller) el anteaño pasado, esto va a seguir. Los británicos no tienen ninguna pasión por Malvinas; los que somos apasionados somos nosotros. A la pasión le tenemos que sumar acciones concretas: aplicar una política de Estado real y contundente, que es ir en contra de los negocios que los británicos tienen en Malvinas”, completa el periodista.
Aunque la ONU fue tajante al referir que el conflicto bélico no alteró la naturaleza del reclamo argentino, Londres sigue apelando a lo ocurrido en 1982 para negarse a negociar.
“Doble discurso”
En el tablero geopolítico, el excombatiente destaca que ahora hay más solidaridad internacional “porque el colonialismo es un proceso que nos interpela éticamente como seres humanos; un heredero de la esclavitud, de la segregación”, pero advierte sobre la necesidad de pasar a las acciones: “El fin de semana estuvo la cumbre de los países iberoamericanos. Entre los que apoyaron a Argentina están Chile, Brasil, Uruguay, Portugal, España…son los mismos que colaboran con el gerenciamiento colonial de Malvinas”.
Asimismo, denuncia que “hay un doble discurso entre mostrarse en contra del colonialismo y colaborar, a sabiendas de la Cancillería y de los sucesivos gobiernos, con lo que ocurre en Malvinas. El fin de semana veíamos 16 barcos españoles operando con la bandera de ‘Falklands'”.
“Por otro lado, vemos también cómo se asiste a la flota pesquera en los puertos de Chile, Brasil y Uruguay. En el cortoplacismo que tiene la política argentina, vemos cómo se hace propaganda de los logros internacionales que se consiguen, cuando en realidad no está ocurriendo más que eso: propaganda”, dispara.
Despliegue
Durante el último año, Argentina reforzó su presencia militar y científica en el Atlántico Sur. La instalación de un radar en Río Grande, la creación de una unidad militar en Tolhuin (Tierra del Fuego) y la reapertura de la X Brigada Aérea en Río Gallegos, con el consecuente traslado de los aviones Pampa, son algunas de las acciones que el Ministerio de Defensa llevó adelante.
“Está bueno que hayan reabierto la X Brigada Aérea porque es un colador de aviones entre Punta Arenas y Malvinas. Tampoco estoy muy de acuerdo en volver a transformar a Malvinas en una situación bélica. De todos modos, en cualquier momento se desbarranca la situación energética mundial y pueden venir a invadirnos a nosotros. Eso es lo que tiene que sentir una guarnición militar en el centro de la isla. Es una posición defensiva y no ofensiva”, opina Guzmán.
Si bien el primer radar montado en Río Grande no alcanzaba a las Islas, Defensa anunció su reemplazo por uno más potente. Ambos fueron elaborados en el país por el INVAP. “Necesitamos saber qué pasa. Tenemos que denunciar toda la acción; no tenemos que tener miedo a denunciar cuáles son los barcos que participan y qué pescan, cuánto tiempo están pescando y quiénes son los que compran. Hay que ponerlos incómodos”, comenta al respecto el entrevistado.
Educación e intercambio
El director de Agenda Malvinas dice que “creería que hay manera de vincularse con los kelpers, pero ellos no quieren. Es lo último que quieren. Esto es un tango: no quieren bailar con nosotros. No quieren tener ningún vínculo. ¿Cómo van a querer tener un vínculo con un país que están saqueando? Lo último que quieren es exactamente que nosotros dialoguemos con ellos. El 2 de abril de 1982 perdimos esa posibilidad que teníamos, esa ventaja de obligarlos a sentarse en una mesa de negociación. Estamos en una situación absolutamente compleja”.
Entre las oportunidades que el continente puede ofrecerles, destaca la educativa y reclama avanzar en este sentido: “Argentina había lanzado un plan para que las universidades patagónicas convocaran a los pibes de Malvinas para que vinieran a estudiar. Yo soy miembro de la cátedra de Malvinas de la universidad. Ni la Universidad de Tierra del Fuego, ni la San Juan Bosco, ni la Universidad de la Patagonia Austral: ninguna tiene un plan para recibir y trabajar pedagógicamente con esos pibes. Los kelpers inmediatamente dijeron ‘de ninguna manera vamos a permitir que nuestros jóvenes vayan a estudiar a Argentina’. Si no nos hacemos cargo de esto, ¿a quién le estamos hablando?”.
El agua, una variable clave
Iván Ambroggio es analista internacional especializado en Defensa en EEUU, director de Gestión de Gobierno en la Universidad de Belgrano y autor del libro “Malvinas”. Ante la consulta de este medio, el especialista se refiere a la relación entre el Atlántico Sur y sus recursos naturales.
En esta tónica, explica: “El petróleo en Malvinas hoy es un recurso potencial, no es un recurso real. En la actualidad, no está en un estadio óptimo para su comercialización, pero con un abrir y cerrar de ojos, de acá a un tiempo, se puede convertir en real. La mayor atracción de las Islas Malvinas como recurso estratégico tiene que ver con su ubicación”.
Ambroggio, quien viajó a Malvinas en 2019, remarca lo importante que es para el Reino Unido contar con una base en las cercanías de la Antártida, el Amazonas, el acuífero guaraní y los hielos continentales argentinos y chilenos. Según cuenta, “allí está la mayor riqueza de Malvinas”. “Hay un informe reciente de la ONU que explicita que, de una población mundial de casi 8.000 millones de personas, ya hay 2.000 millones que no tienen acceso al agua potable”, grafica.
Por otra parte, comenta que “hay un factor clave, que tiene que ver con una variable científico tecnológica que va a tener impacto en el futuro. No sé si tendremos que esperar cuatro, 40 o 400 años. Es la variable científico tecnológica que implica la desalinización de los océanos”.
“La presencia del Reino Unido en el Atlántico Sur es muy costosa. No obstante, de cara al conflicto mundial de la escasez de agua dulce, es un recurso estratégico. Israel, por ejemplo, ya está desalinizando el 75% del agua que consume, y ya le está exportando a Egipto. Todavía ese proceso es caro. Esto es igual que Internet: cuando se democraticen los costos de desalinizar el agua de los océanos, yo no tengo dudas de que el interés del Reino Unido por estas Islas en el Atlántico Sur va a disminuir y va a cambiar”, completa.
La posición isleña
Acerca de los isleños, opina que no son un tercer actor en el conflicto, ya que corresponden a población implantada por el Reino Unido.
“Allí radica la importancia del Alegato Ruda, que en su momento cambió la palabra ‘deseos’ y la reemplazó por ‘teniendo en cuenta los intereses de los isleños’. Para rebatir que el viejo argumento del Reino Unido, que habla del principio de autodeterminación de los pueblos, al que apelan permanentemente, no aplica al caso de Malvinas porque se trata de una población implantada por la potencia que colonizó”, agrega.
Al igual que Rattenbach, hace énfasis en la mala conexión a Internet de Malvinas, aunque advierte que “es una de las bases de inteligencia más grandes del mundo, no hay que subestimar eso. Si estás en las Islas, permanentemente estás siendo interceptado”.
Y completa: “La educación no es buena. Un cuarto grado de las Islas, más o menos, es un segundo grado de Chile. La salud tampoco. Para ir, me hicieron pagar un seguro de viajero bastante alto por si tienen que activar el avión sanitario. Rápidamente te trasladan o a Chile o a Londres. La carne también; la carne es de Uruguay. Ahí tenés 4 elementos que la Argentina, previo al conflicto del 82, les proveía y que hoy sería un proveedor estratégico para los isleños”
Por último, Ambroggio analiza la posición argentina en la disputa: “Usando palabras de Rimbaud, Argentina tiene que esperar con ardiente paciencia. Tiene que seguir apelando a todos los foros internacionales. Ha logrado grandes apoyos en distintos bloques; apoyos de países latinoamericanos, el mismo Chile, que fue un aliado estratégico del Reino Unido; China también pidió el reinicio de las negociaciones”.
“Para mí, la variable clave es el avance científico tecnológico y, puntualmente, la desalinización del agua de los océanos a bajo costo”, concluye.
FUENTE: Ámbito Financiero