Crónica.Segunda entrega del diario de viaje Junto al río Fuhe. Choque cultural a base de escupitajos, basura, comida muy picante, motos eléctricas y las dificultades de conseguir un hospedaje de estudiante. Primera aparición del río que da nombre a este diario en el que el escritor costarricense Carlos Regueyra Bonilla anota la vida cotidiana en…
Después de que dormí todo el día, quedé de verme con Carlos, mexicano, de Veracruz. Ya nos habíamos identificado en el grupo de WeChat de estudiantes extranjeros que llegaríamos por primera vez a la Universidad de Sichuan. Él tenía unos días más de haber llegado a Chengdú. Le dije que me sentía un poco perdido y que en especial quería ir a comer algo.
Dimos algunas vueltas cerca de la calle Kehua, donde está el hotel en el que me estaba quedando, y al final entramos a un lugar de huguo, hotpot, olla caliente. Se pone un caldo picante en el centro de la mesa y uno va cocinando los ingredientes que pide. Ordenamos al azar, sin entender el menú, unos riñones y algo que quizás sería pellejo de cerdo o algo por el estilo. Tenía una textura cartilaginosa. Podrían haber sido hongos también.
Pero lo importante de esta anécdota es que, según él, pidió el caldo “sin picante”, pero en realidad lo pidió “muy picante”. El más picante. Inmediatamente después dijo que tenía gastritis. No pudo comer del todo. La gente del restaurante nos miraba y se reía. Él estaba muy apenado. La mesera incluso le trajo un tazón con agua para que remojara los ingredientes y lavarles el picante, pero no hubo caso. Yo comí un poco más, pero era tarea imposible. Hicimos tremendo ridículo y nos fuimos sin haber comido gran cosa.
Ya dije que el primer gran choque cultural fue un escupitajo. Es muy común escuchar el carraspeo de un gargajo y luego el sonido de una tremenda cuecha. Algunos se acercan y escupen en el basurero, pero la mayoría lo hace en el piso de cualquier lugar.
El segundo gran choque son las motos. Motos eléctricas. Andan por las aceras y por los pasos peatonales, a veces muy rápido. Hacen sonar los pitos para que la gente se aparte. Hay áreas destinadas a bicicletas por donde caminan peatones, áreas peatonales por donde van motos, diría que el tránsito de los vehículos de dos ruedas responde bien al adjetivo de caótico.
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Cuando fui a solicitar una línea de teléfono en China Mobile llegó un equipo de grabación para una publicidad. No puedo asegurarlo, pero es posible que en algún anuncio de esa compañía aparezca yo de fondo, con la cara de confusión del recién llegado.
En las plazas, es decir, en espacios amplios frente a edificios o centros comerciales, se juntan las señoras a practicar coreografías.
La universidad es un pequeño pueblo. Hay barrios cerrados y barrios abiertos dentro del propio campus, hay un kínder, un colegio, callejuelas que parecen la sección de comidas de un mercado latinoamericano, tiendas, papelerías, fotocopiadoras, sucursales bancarias, todo dentro del campus. Aparte de aulas y dormitorios de estudiantes, bibliotecas, etcétera.
En general se produce muchísima basura. Las compras vía paquetería son muy comunes y producen basura; la comida para llevar, las botellas de agua y otro tipo de bebidas, basura y más basura. Hay basureros separados en reciclable y no reciclable, pero por lo que he podido ver del contenido, la gente echa todo tipo de cosas en cualquiera de los compartimentos. Por ejemplo, escupitajos.
Dormitorio
Al principio pensé que no podría optar por quedarme en el dormitorio dentro del campus y que tendría que buscar apartamento por mi cuenta. Eso me ponía bastante ansioso, porque había muchos aspectos a considerar y, en general, el funcionamiento del alquiler de viviendas es diferente al de Costa Rica. No en todos los lugares reciben extranjeros, por ejemplo, y luego había modalidades en las que el propietario renta varias habitaciones, pero las personas que allí viven no interactúan entre sí. Luego estaba el factor de la distancia. Tener que ir en metro a clases todos los días es factible, pero inconveniente.
Sin embargo, Carlos, el mexicano, preguntó en el dormitorio de estudiantes extranjeros y sí había espacio disponible. Elegí la modalidad de habitación compartida porque era más barata, resignado a vivir en una dinámica de solo llegar a dormir. Me asignaron el cuarto con un sudanés. Me preguntaron si había problema y yo dije que creía que no. Me dieron una tarjeta que funciona como llave y sirve además para activar la electricidad de la habitación. Entré y el mae estaba durmiendo. Yo iba acompañado de una de las trabajadoras del lugar. Ella dijo: llegó tu nuevo compañero, y yo le pregunté si hablaba inglés. Él dijo que no podíamos compartir cuarto, que él era musulmán y tenía que compartir con otro musulmán. Entonces regresé a la recepción. Las funcionarias que trabajan en el edificio estaban muy molestas. Fueron a hablar con él y lo obligaron a aceptarme. Yo quise conversar con él para saber en qué consistía el impedimento, pero cuando llegué de nuevo se estaba bañando. Así que me fui al hotel al que había llegado para recoger mis cosas, pero mientras lo hacía pensé que podría optar más bien por una habitación individual. Ya me habían dicho que sí había disponibles. Y fue lo mejor. Tengo mi propio lugar, con baño. No molesto a nadie ni nadie me molesta. Tengo una ventana que da a unos árboles que parecen jacarandás donde a veces llegan unos pajarillos similares a los comemaíces pero con un penacho.
府河
El campus está al lado de un río que se llama Fuhe. Es uno de esos ríos urbanos que está canalizado. A simple vista parece inerte, transcurriendo. Pero me ha sorprendido ver que hay garzas, en las mañanas y en las tardes, algunas bastante grandes, y hay señores con cañas en las orillas. Además hay muchos murciélagos, muchísimos, en los árboles que hay cerca del cauce. Sigue siendo entonces, al parecer, un ecosistema vivo. Esas garzas no se alimentan de pura agua y esos señores con las cañas no han de ir solo a perder el tiempo. Bajo esas aguas hay peces.
Al principio pensé que este río se llamaba Wangjiang, pero fue una confusión. Hay un parque cercano con ese nombre y al aparecer hace referencia a la idea de ver el río.
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Fui con Carlos, el mexicano, a buscar un adaptador para el cable de la compu y una regleta, porque moví el escritorio de la habitación frente a la ventana, y aquí queda lejos del tomacorriente. Me dijo Carlos que en México llaman a las regletas “extensión multipuerto” (¿?). Yo llevaba una foto de cada producto que buscaba, porque no tenía idea de cómo se dice en chino. El día anterior había visto tiendas como pequeñas ferreterías donde pensé que podía encontrar estas cosas. Entré a la primera que vi y no había. Quizás había juzgado mal. La segunda se veía igual: montones de cosas en estantes, en las paredes, colgando del techo. Todo tipo de implementos, segmentos de tuberías, herramientas, cables. Me atendió una mujer, le mostré las fotos, me mostró los artículos, los compré y me fui. Así de fácil.
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El otro día me quedé un rato observando el estanque de lotos. Había pocos florecidos, pero las flores son, efectivamente, llamativas. No en vano han suscitado la admiración de múltiples generaciones. Cuando todo el estanque esté florecido debe ser un gran espectáculo.
Había unas garzas con un tono azul grisáceo a la orilla del estanque. Hacían una reverberación en sus cuellos que yo no alcanzaba a escuchar a la distancia, pero podía verla.
Un pájaro de aleteo rápido y pico largo y agudo, similar a un colibrí, del tamaño de mi mano, apareció de pronto, capturó algo, un insecto quizás, sobre la superficie del estanque, y regresó por donde había venido.
Escribí unos versos:
池塘莲花还没有开花 苍鹭在岸边等着 我也是 Los lotos del estanque aún no florecen. Las garzas esperan en la orilla. Yo también.
15 de septiembre de 2023