TRES POEMAS INÉDITOS DE MARÍA PAULA VETTORAZZI

Literatura.

La mirada sobre la infancia a través de un vidrio biselado. Recuerdos y leyes que se atrofian o deforman hacia el lugar más elocuente: una frase, que pueda resumir el odio, la violencia y la vida no como un río sino como este “hilo de baba que es”.

Literatura.La mirada sobre la infancia a través de un vidrio biselado. Recuerdos y leyes que se atrofian o deforman hacia el lugar más elocuente: una frase, que pueda resumir el odio, la violencia y la vida no como un río sino como este “hilo de baba que es”.

I.

Yo tuve un odio hacia la niñez, 
fue un odio quieto porque en el fondo yo quería 
odiar desde donde estaba.

Entre algunas cosas quería ser grande para 
amar como en las novelas
explicar el dolor de pierna
conocer los enigmas de mis padres
(nada demasiado ingenioso frases 
cortadas nombres cambiados señas a mis espaldas)

Mientras ellos trabajaban de 
ocultar lo grave yo armaba 
mi idea de la vida
la armaba como un río difícil nunca como este 
hilo de baba que es.

Quería ser grande para poder 
llorar en paz frente a ellos 
apreciar de cerca la hermosura de un dolor
sin que nadie me diga no
hay que sufrir.

Ahora quisiera ser esa niña
navegar por el río prestado de mis padres
hacer un barco de mí misma 

sentir el azote del agua 
en la piel 
de mi corazón.


IV.

Desde su accidente nuestro amigo tiene
la marcha disbásica de las cucarachas que han sido
pisadas por el gigante dios
su puño izquierdo ya no ha vuelto a abrirse
es ahora una garra espeluznante donde resguarda
intacto
nuestro pasado.
Si te distraés lo suficiente su voz gruñida puede
lanzar verdades al fuego de tu cara
hacerte sentir la peor persona del mundo
que no es mucho si solo sos
una persona.

En el sistema operativo de su memoria tenemos
apenas catorce
masticamos chicle con la boca abierta
y estamos casi ciegos
¿no es acaso la juventud
una luz que encandila?

Desde su accidente nuestro amigo luce como esos
dinosaurios de juguete
por sus poros verdinegros traspasa
el sonido interno de sus máquinas.
Cuando quiere nos ama cuando quiere
nos asusta como chicos
hablándonos de la muerte que es
de todo esto
una simple imagen aérea.

Cada vez que lo veo me pregunto
qué tan buena persona habré sido
¿amé a mis padres?
¿arqueó mi corazón el dolor ajeno?

Desde su accidente nuestro amigo se queda
dormido en la mesa
sueña lo remoto
a veces abro su mano inútil y allí nos veo:
entre su piel áspera somos siempre
un puñado de perlas blancas.


XIX.

Hace poco volvimos de un viaje.
Todas las imágenes que recuerdo parecen perforadas por 
un sol abrasador, 
hay sobre él un vapor de agua como si 
estuviéramos dentro 
de una habitación del mundo y 
entre ambas hubiera 
una olla hirviendo. 

En medio del humo veo su 
cabeza dorada que brilla y me da una señal:
¡acá estoy!, me dice su cabeza dorada y
frente a esa señal yo dejo, siempre
de doblar los dedos dentro de mi zapatilla.
Lo hago bajo el sol nocturno de Río lo hago, incluso, descalza 
la noche en la que naceré.

Una tarde mientras 
mirábamos caer el sol desde Arpoador
mi hermana salvó la vida de una niña que el mar 
quiso tragar. 
La gente aplaudió,
el padre de la niña abrazó a mi hermana 
con euforia, mientras sostenía a su hija
como se sostiene algo 
que se desarma.

Con el pelo todavía chorreando, mi hermana
se sentó a mi lado y juró que yo había sido la cosa 
que más cuidó.
Sus ojos se notaban cansados
como los de una madre 
al final del día.

María Paula Vettorazzi nació en 1988 en Sampacho (Córdoba). Estudió Derecho en la UNRC. Actualmente reside en la ciudad de Río Cuarto, donde trabaja como empleada judicial. Formó parte de la Antología de cuentos breves Los veinte (SADE Río Cuarto, 2018). En 2019 publicó Algo que vuele, su primer libro de relatos, editado por Editorial Cartografías. Es autora, además, de la novela Moscas brillantes del aire, publicada por UniRío en 2023. Actualmente se encuentra cursando el Diplomado en Escritura Creativa dictado por la UNTREF.

Comparti la nota

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Telegram