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UN GOBIERNO DE FANÁTICOS, POR MARTÍN GAMBAROTTA

Funcionarios grises que agitan un voluntarismo empresarial, la reelección del Chiqui Tapia al frente de la AFA en las narices de Milei, las encuestas que hacen temer al Gobierno y el redescubrimiento de los años dorados de Cristina; por Martín Gambarotta.

El gobierno del presidente libertario Javier Milei está fanatizado. Subraya sus supuestos aciertos en el corto plazo: los bonos argentinos suben, la inflación baja, el dólar está estable y barato, pero niega que haya recesión y que la suba de precios (todavía vigente) esté en los hechos dolarizada. El último centro de agitación libertaria fue el atril del Coloquio de IDEA en Mar del Plata.

El que se destacó por su fervor febril fue el ministro de Economía Luis Caputo, en el pasado un gris financista que fue funcionario sin gloria en una pasada administración liberal. Caputo trató al kirchnerismo de “burro” y criminal. No vuelven más, dijo. En esa insistencia con la idea de que no hay regreso para el kirchnerismo se esconde una inseguridad. ¿No vuelven más? Por favor, Caputo parece estar diciendo, díganme que no vuelven más. Las encuestas en el conurbano bonaerense dicen otra cosa. El kirchnerismo mide en el Gran Buenos Aires y lo que parece estar redescubriéndose es el legado de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, su presidencia entre 2007-2015. Caputo expresó que los gobernadores peronistas le dicen que están hartos de “esta mujer”, Fernández de Kirchner ironizó en X que el nuevo Caputo en llamas debería ser su jefe de campaña. 

Milei también habló en el coloquio. El ruego libertario es que los empresarios “inviertan” y que los argentinos empiecen a cambiar los dólares que atesoran. Pedirles a los empresarios que inviertan como solución a los problemas raya en el voluntarismo.

El presidente sufrió una caída en las encuestas con su veto de la ley de movilidad jubilatoria y la ley de financiamiento para las universidades públicas. También por los aumentos de las tarifas públicas y los pasajes de trenes y colectivos. Milei dice que las encuestas no le interesan y que vino a solucionar problemas. Las encuestas parecen mejorar otra vez, pero los estudiantes universitarios siguen adelante con las ocupaciones de las casas de estudios. El fanatismo libertario tiene como propósito distorsionar los hechos, ajustarlos a una visión de lo que está por venir. El Gobierno dice que no quiere privatizar las universidades y que quiere auditarlas, pero licúa su presupuesto a la vez.

La gestión libertaria además está en guerra judicial contra el jefe de la Asociación del Futbol Argentino, Chiqui Tapia. Milei quiere la privatización de los clubes y cree que puede lograrlo de atropellada, pero Tapia fue reelecto como cabeza de la AFA. La idea del Gobierno era intervenir la AFA, pero los reglamentos internacionales del fútbol prohíben la intervención en los asuntos de las asociaciones. El Gobierno apuntó a la intervención, pero a la larga se dio cuenta que eso podía dejar al fútbol argentino paralizado y sin poder competir internacionalmente. Milei chocó contra una posible desafiliación de la AFA, algo que se sabía desde el vamos.

Otro conflicto que no parece resolverse es el de la estatal Aerolíneas Argentinas. Pablo Biró, jefe del sindicato de pilotos, fue echado del directorio de la compañía. Biró anunció que llevará su caso a la justicia. Mientras tanto lo reemplazará otro piloto. Milei, de la boca para afuera, propone privatizar o “entregar Aerolíneas a los empleados”. El riesgo para el Gobierno es que, debido a su fanatismo por aniquilar a los sindicatos, medio país se quede sin poder viajar en avión a puntos cruciales del país.

La relativa estabilidad no previene que el Gobierno caiga en contradicciones. Caputo se pasó prometiendo baja de impuestos, pero en IDEA el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger les dijo a los empresarios que no pidan “beneficios” en ese plano y que en cambio reclamen recortes de gastos. La contradicción principal es el control de capitales, el cepo cambiario, una herramienta “socialista” que Caputo viene utilizando sin pudor.

Hay temas delicados en los que el presidente Javier Milei parece no estar dispuesto a dar batalla. La justicia de Brasil está solicitando la extradición de un grupo de golpistas bolsonaristas refugiados en Argentina que participaron de la revuelta en contra del presidente Lula Da Silva. Milei se jacta de ser compadre de ultraderechista Jair Bolsonaro, pero por ahora no hay resistencia oficial al pedido de extradición.

Está por verse si Milei puede arrollar con su narrativa a las universidades públicas, los jubilados y la AFA. Por momentos el presidente supuestamente se queja que “los troskos lo quieren voltear” con la ocupación de las universidades y otras agitaciones callejeras. El dato es que se toma en serio a los pequeños partidos trotskistas que siempre existieron.

No todos en el Gobierno comparten su visión de un futuro político brillante. Hace rato que la vicepresidenta Victoria Villarruel viene tejiendo su propia agenda política nacionalista lejos del torbellino Milei. Esto mientras el presidente recibía en la Casa Rosada al histriónico exprimer ministro británico conservador Boris Johnson, un fracaso como jefe de Estado, y le pedía que le arregle una reunión con Mick Jagger. Villarruel, que siempre está al borde de reivindicar la última dictadura militar, se reunió con el papa Francisco en el Vaticano. Después paró en Madrid para verse con la expresidenta María Estela Martínez de Perón, Isabel. Ya en Buenos Aires la vice marcó el Día de la Lealtad Peronista colocando un busto de Isabel Perón en el Senado. Isabel está viva, lo que hizo que la ceremonia fuera un tanto bizarra. Villarruel también publicó el 17 de octubre en las redes sociales fotos de su reunión con Isabel. ¿Qué sigue? ¿Una placa en homenaje a José López Rega? La ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que tiene un pasado en el peronismo, admitió que la vice no sigue la línea oficial del Gobierno y se dedica a sus propios intereses. ¿Hay alguna unidad básica donde cuelgue todavía el retrato de Isabel Perón? Villarruel, por lo menos, parece sentir nostalgia por la Triple A y 1975. En la década del 80 había retratos de Isabel en algunas unidades básicas. El papa mismo también le envió sus respetos a la expresidenta. Las reuniones alimentan la versión de que Villarruel se considera una peronista de derecha con futuro político, apoyada por lo que quede de la ortodoxia. Todo esto sucede en el momento en el que Fernández de Kirchner lanza su candidatura a presidir el Partido Justicialista. El gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof encabezó un acto el 17 de octubre en Berisso reivindicando los gobiernos de CFK, algo que parece estar dominando la conversación en el conurbano. Si la narrativa libertaria dice que los jóvenes convencieron a sus padres que había que votar a Milei, ahora los padres, tíos y cualquiera que se acuerde les explican a sus hijos que con Cristina se vivía bien. Lo que el cristinismo ahora pide es un apoyo “explícito” de Kicillof a la candidatura de Fernández de Kirchner a presidir el partido.

“Me hace ruido y me provoca dolor que haya gente que no se defina”, dijo Fernández de Kirchner el viernes. La expresidenta había visitado una universidad en Avellaneda el 17 de octubre.

El que sigue activo también es el expresidente de centro derecha Mauricio Macri. La renuncia del secretario de Energía Eduardo Rodríguez Chirillo, un libertario de la primera hora, por “motivos personales”, vino acompañado de versiones según las cuales la salida es parte de un acuerdo. La dimisión y su reemplazo por María Tettamanti, considerada una técnica macrista, disparó versiones que sostienen el cambio como parte de un acuerdo con Macri, después de su apoyo en el Congreso para que no se rechace el veto presidencial a la ley de financiamiento universitario en Diputados. No todos en el Gobierno confirman la versión. El viernes renunció el subsecretario de Trabajo Martín Huidobro, otro movimiento que puede señalar que el partido de Macri, PRO, va a ocupar más espacios de poder dentro de la administración de Milei. También hubo cambios en Cancillería. El fanatismo es difícil de llevar.

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