El fracaso de ley de “Ficha Limpia”, la derecha argentina partida en tres, la posibilidad de que Trump no lea The Economist, una región que contradice al propio presidente Milei y un magnate que se ofende fácil; por Martín Gambarotta.
Se termina el primer año en el gobierno para el presidente libertario Javier Milei. También se termina la actividad en el parlamento. La Libertad Avanza, el partido de Milei, no controla el Congreso. Se nota. La Cámara de Diputados es un nido de negociaciones interminables. Milei tiene que sellar acuerdos con el PRO, el partido de centroderecha que lidera el expresidente liberal Mauricio Macri. El PRO venía auspiciando un proyecto de ley de ficha limpia, para impedir que personas con doble confirmación de condena sean candidatos. El proyecto tenía el apoyo de la prensa hegemónica que veía la iniciativa como una manera de sacar de la cancha a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien tiene una condena confirmada por corrupción que todavía debe ser tratada por la Corte Suprema. Así la ficha limpia técnicamente no espera que una persona sea declarada enteramente culpable y prohibida de ejercer cargos públicos por un fallo judicial para impedir su candidatura.
Había mucha anticipación sobre la sesión que tenía que tratar el proyecto de ficha limpia. Esa sesión colapsó por falta de quorum cuando ocho diputados de La Libertad Avanza se ausentaron (junto con dos del PRO y otros tantos). Para la prensa hegemónica se trató de un escándalo. La versión era que LLA había sellado un pacto con el kirchnerismo (incluye supuestamente la reelección del presidente de la Cámara de Diputados Martín Menem). El Gobierno niega un acuerdo.
La Diputada del PRO Silvia Lospennato, que llevó la voz cantante en el tema, tuvo una crisis nerviosa cuando el debate se cayó: se sintió traicionada. Macri, un magnate que se ofende fácil cuando es desafiado por personas que considera inferior, publicó un mensaje en la red social X quejándose.
El jefe de Gabinete Guillermo Francos y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, después la sesión fallida, salieron a decir que un proyecto de ley no podía ser hecho a medida de una persona, en este caso Fernández de Kirchner. El kirchnerismo viene insistiendo con que la condena de su jefa es un ardid del poder para proscribirla. Hasta Francos y Bullrich parecen darle la razón.
La pregunta básica consiste en si es constitucional prohibirle a una persona ser candidata antes de que tenga el derecho de llevar su caso ante la Corte Suprema. Para la opinión pública comenzaba a ser creíble que Fernández de Kirchner, la líder de la oposición más popular según las encuestas, se enfrentaba a un plan orquestado para que no pueda ser candidata en la provincia de Buenos Aires, contemplando las próximas elecciones de medio término del año que viene.
Milei, luego del fracaso de la movida del PRO, hizo una jugada más. Se contactó por chat telefónico con Lospennato y le ofreció escribir un proyecto nuevo de ficha limpia que considere los cuestionamientos constitucionales al proyecto del PRO. Esto le permite a Milei decir que va a cumplir con su promesa de aprobar una ley de ficha limpia, y al mismo tiempo liquidar el proyecto del PRO que era incontrolable para el Gobierno. Igualmente, el PRO el viernes lanzó un comunicado. “No vamos a callar cuando se juega a favor de los corruptos”, dijo el partido de Macri. “El Gobierno decidió estar en otro lado”, dijo el PRO. Fue un claro acto de diferenciación comandado por Macri cuando se suponía que LLA y PRO iban hacia la convergencia. La respuesta de La Libertad Avanza llegó más tarde el viernes a la noche. “Es repugnante el oportunismo como herramienta de acción política”, dijo el partido de Milei. El proyecto fallido no tenía “consenso” y “estaba destinado al fracaso”, según LLA. La ley de ficha limpia, dijo el partido gobernante, habilitaba a los gobernadores “feudales” a presionar a las justicias provinciales para perseguir opositores. Los libertarios subrayaron que durante el gobierno de Macri no se promovió ningún proyecto de ficha limpia. En el fondo está la actitud de Macri reflejando que muy probablemente lo considera a Milei como no mucho más que un economista gerente, y por ende, no tiene el derecho a disputarle el poder real.
El peronismo tiene problemas de fragmentación, pero ahora esos mismos avatares los está sufriendo el campo de la derecha. Mientras los del PRO siguen vendiéndose como cruzados moralizantes con la aprobación de la vieja guardia de la prensa, los dirigentes de LLA dicen otra cosa por completo.
Daniel Parisini, un agitador libertario en las redes sociales conocido como el Gordo Dan, hizo notar que, si se aprobaba la ficha limpia en los Estados Unidos, el presidente electo Donald Trump (un republicano proteccionista) no podría haber sido electo. Trump alega que los casos judiciales en su contra fueron fabricados por el Partido Demócrata, en un intento de neutralizarlo. Todos los casos contra Trump se están esfumando, lo que insinuaría la relación que hay entre las acusaciones judiciales y el poder político. El Gordo Dan hace poco lanzó una agrupación con estética franquista, que logró llamar la atención y ahora intenta instalarse en la política real. Es una voz cercana a Milei que criticó el proyecto de ficha limpia.
La derecha entonces está técnicamente partida en tres: Milei, Macri y la vicepresidenta Victoria Villarruel, una ultranacionalista siempre al borde de reivindicar los crímenes de la última dictadura militar. Milei admitió hace poco que Villarruel, que mide bien en las encuestas, no tiene ninguna injerencia en su gobierno y no participa tampoco de las reuniones de Gabinete. Villarruel se puede transformar en un verdadero problema para Milei a largo plazo si decide ser candidata a presidenta en las elecciones de 2027. El PRO está más complicado, porque todas sus banderas de reforma liberal ahora están en manos de Milei, quien le vende a la opinión pública que está encarando los cambios con mucho más vigor que Macri. De ahí que el proyecto de ficha limpia se pueda entender como una chicana del PRO hacia Milei, un intento de arrebatarle la iniciativa mientras pone cara de buenos amigos, un acto de pasividad agresiva clásico de la derecha tradicional argentina, debidamente acompañado por los ataques de nervios en cámara de los periodistas justicieros. Las negociaciones del presupuesto con los gobernadores, especialmente los del PRO y UCR, también son interminables y dominadas por lo que Milei todavía dice odiar: la rosca.
El asunto es que LLA y PRO se supone que tienen que negociar la unidad para las elecciones del año que viene, en especial en la provincia de Buenos Aires. Ahora se puede especular que Milei y sus asesores llegaron a la conclusión, mirando las encuestas, de que ya no necesitan de Macri ni a su partido para presentar batalla el año que viene en la provincia más grande del país.
Hay muchos proyectos-chicanas dirigidos a marcarle la cancha a Milei en la Cámara de Diputados. Un proyecto de la Unión Cívica Radical para limitar los mandatos de los popes sindicales también fracasó. El proyecto apareció en el momento en el que la administración libertaria busca no confrontar a fondo con la Confederación General del Trabajo (CGT). La CGT, como todo el arco político argentino, también se está fragmentando entre dialoguistas y combativos. El llamado a una huelga o protestas por el camionero Pablo Moyano, que renunció a la conducción de la CGT, fue criticado por Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN). A su vez, Rodríguez fue atacado por dirigentes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) por negociar paritarias a la baja en la administración pública.
Martínez y Rodríguez manejan los tiempos de la facción de la CGT que fue históricamente “dialoguista”. Tratan de evitar una reforma del sistema sindical. Usan su potencial poderío para negociar. El presidente se recuperó en las encuestas, pero algunos igual se atreven a criticarlo. El exjefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, precandidato presidencial del PRO en las elecciones de 2023, criticó a Milei por sus agresiones verbales a las describió como “violencia discursiva”. Rodríguez Larreta publicó en X una lista de insultos que suele usar Milei en sus entrevistas entre las que se destacan “zurdos”, “hijos de puta” y “degenerados”. La publicación fue tomada por los agitadores libertarios como una oportunidad para mofarse de Rodríguez Larreta que solo sacó el 11 por ciento de los votos en las elecciones del año pasado. Pero la aparición de Rodríguez Larreta fue un intento de instalar el tema de la agresividad discursiva de Milei. El presidente trata de controlarse, por lo general. Ahora le recetaron leer sus discursos para evitar sorpresas desagradables.
Esa violencia es una marca registrada de la administración Milei. La última demostración fue el ninguneo de una conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA). El diputado libertario José Luis Espert despreció a los empresarios argentinos y les dijo que se “vayan a cagar” por quejarse ante lo que consideran una posible apertura indiscriminada de la economía. La tensión con los empresarios aparece en un momento en el que el Gobierno está aflojando las restricciones a las importaciones. El análisis de algunos economistas de la UIA es que el mundo ahora tiende al proteccionismo y no a una apertura que muchos consideran suicida. Milei no está de acuerdo. De hecho, el Gobierno hace correr la versión de que Argentina puede abandonar el Mercosur si el bloque no le autoriza sellar acuerdos comerciales de manera unilateral. Milei se cree el faro de Occidente, pero la realidad es que en la región está completamente rodeado de gobiernos progresistas: Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y ahora Uruguay, donde el Frente Amplio ganó las elecciones presidenciales. Se aproxima una cumbre del Mercosur donde Milei va a estar rodeado de progresistas. Otra vez Milei se tiene que ver la cara con el presidente socialista de Brasil Lula da Silva. La devaluación del real, la moneda de Brasil, de pronto se transformó en una señal de que Argentina va estar más expuesta a lo que sucede en el mundo económicamente. El entusiasmo del ministro de Economía Luis Caputo por tomar deuda en un futuro cercano puede empeorar esta situación.
La gran contradicción del campo libertario es que Trump se presenta, al menos hasta ahora, como un proteccionista. Los que se dieron cuenta de esta situación son los editores de la revista liberal The Economist, que colocaron a Milei en la portada de la publicación destacando “lo que puede enseñarle a Trump.” ¿Qué puede enseñarle Milei a Trump? A cortarla con el proteccionismo. Trump pretende arancelar las importaciones, en especial las de China, para proteger la industria de los Estados Unidos. Así, en la revista a Milei se lo perfila como el mandatario ultraliberal más notorio desde Margaret Thatcher, la primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990. Hay una teoría que dice que al neoliberalismo lo fundó el dictador chileno Augusto Pinochet en 1973, y que Thatcher y el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se inspiraron en ese modelo para después llevarlo al mundo. Igual, The Economist lista los problemas del modelo Milei: pobreza creciente, desempleo, una moneda ahora demasiado fuerte y control de capitales.
¿Trump lee esa revista? Parece estar más ocupado en comer con Mark Zuckerberg, el dueño de Meta, para amigarse con todos los poderosos después de su victoria electoral.
Las bravuconadas de Milei, que se maneja como el jefe de una corporación tóxica siempre ávido de despedir personas, también llegó al Vaticano. Milei no envió al canciller a la ceremonia para conmemorar los 40 años del acuerdo con Chile por el Canal de Beagle auspiciado por el Vaticano. El desplante viene después de una serie de rumores acerca de la actuación de Milei durante la reciente cumbre del G20 en Río de Janeiro. Esos rumores hablan de una confrontación de los mandatarios de Chile y Colombia con Milei.