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Valparaíso, Chile; por Matías Ávalos

POSTAL:

Foto: Paz Olivares Droguett, la noche del 19 de octubre del 2019, cuando empezó la revuelta en el puerto, minutos antes del toque de queda.

DORSO:

Por más cerca que se esté valpo solo tiene buen lejos. La constituye la yuxtaposición de una herradura formada por cuarenta y cinco barrios en pendiente, a.k.a cerros, con el mar. Por la foto vas a pensar en Horacio bebiendo frente al mediterráneo, pero habitarla te convierte en barrabrava de paravalanchas: no ves el partido-mar sino la tribuna-cerros. Y lo que tenés en las espaldas marca tu estado anímico. Vista de cerca está tomada por el empresariado portuario, el mesianismo progre que reemplazó al caudillismo de derecha, y la irreflexión. Es hermosa a la noche y durante todo el día siguiente. Su gente, con la derecha de a pie incluida, es lúcida y veloz. El narco avanza y aparecen acribillados, muertas, suicidados. Un magma bulle y sus artistas virales no proponen las plazas que faltan, ni se preguntan por la belleza. Cosechan impresionantes estadísticas en Instagram.

Matías Ávalos (Quilmes, 1989). Publicó los libros de poemas Todos juntos estamos solos (Hojas Rudas, Santiago, 2018), El fin del maltrato teórico (Lumpérica, Lima, 2019) y La estrategia de las medusas (Trizadura, Santiago, 2020) los tres seleccionados mediante convocatoria abierta. Es coeditor del sello especializado en ensayo Marginalia Editores y del boletín de formas de la crítica SUBMARINO. Desde 2016 vive, trabaja y cría a sus hijos en Valparaíso, donde escribe reseñas y artículos para el suplemento de literatura La Plabra Quebrada.

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