En medio de la urgencia por fortalecer las reservas del Banco Central y enfrentar inminentes vencimientos de deuda, el gobierno argentino, entusiasmado por la reciente colocación del Bonte 2030, apuesta a aumentar su endeudamiento con un nuevo repo por U$S 2.000 millones y una nueva emisión de Bopreal por U$S 3.000 millones.
Tras el debut del Bonte 2030, un bono en pesos que atrajo 1.000 millones de dólares al contado de inversores extranjeros, el gobierno argentino evalúa acelerar su estrategia de fortalecer las reservas en divisas a través de un mayor endeudamiento. Esta decisión, si bien busca dar aire a las arcas del Estado, genera interrogantes sobre la sostenibilidad de la política económica a largo plazo y la dependencia de nuevas obligaciones.
Desde el equipo económico que encabeza Luis Caputo se filtró la inminente concreción de un nuevo repo (préstamo con el sector privado garantizado por activos públicos) que podría inyectar otros 2.000 millones de dólares. Esta operación, similar a la concretada en diciembre con bancos internacionales, se maneja con hermetismo, aunque la agencia Bloomberg ya anticipa su anuncio para los primeros días de la próxima semana.
En paralelo, el Banco Central (BCRA) tiene en su radar la emisión de una nueva serie de bonos Bopreal. Originalmente concebidos para saldar deudas con importadores, estos títulos ahora buscarán directamente captar dólares para incrementar las reservas líquidas, con una emisión autorizada de hasta 3.000 millones de dólares. La búsqueda de estos fondos se produce en un contexto de acuciantes vencimientos de deuda y la necesidad de engrosar las reservas netas.
Con estas operaciones, las autoridades buscan construir un sólido colchón de reservas para hacer frente a los próximos vencimientos de deuda, siendo el más exigente a corto plazo el programado para el 9 de julio, por aproximadamente 4.300 millones de dólares en concepto de amortización e intereses de los bonos soberanos Bonar y Global.
Desde el gobierno se muestran confiados, destacando que ya cuentan con más de 4.000 millones de dólares en la cuenta del Tesoro en el Banco Central tras la acreditación de los Bonte. Si bien esto brinda un alivio inmediato, la estrategia de «roll-over» casi perfecto, donde se toma nueva deuda para pagar la existente, plantea dudas sobre una verdadera reversión en la tendencia del endeudamiento.
Esta maniobra, además, implicaría ir en sentido contrario a la recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI). El organismo había alentado a las autoridades a comprar dólares para acumular reservas, siempre que la cotización se mantuviera dentro de la franja cambiaria prefijada. La prioridad del gobierno de mantener un tipo de cambio bajo, incluso a costa de mayor endeudamiento, genera debate sobre si esta es la vía más sostenible para fortalecer la economía y evitar futuras presiones inflacionarias o cambiarias.
En el Palacio de Hacienda se prefiere evitar cualquier operación que impulse la demanda de la divisa y pueda generar un aumento en su cotización, buscando un tránsito sin sobresaltos hasta las elecciones de octubre. En este contexto, la toma de más deuda se presenta como el «atajo más barato» para mantener el tipo de cambio, una de las «anclas» del programa económico, según afirman en Economía.
Sin embargo, el recurso no es novedoso y remite a la gestión anterior del ministro Luis Caputo, quien utilizó extensivamente esta herramienta, llegando incluso a emitir un controvertido bono a 100 años. La repetición de esta estrategia plantea interrogantes sobre la capacidad de generar divisas genuinas a largo plazo y la persistencia de un modelo que, según algunos análisis, depende en exceso del ingreso de capitales.
Un reciente informe del grupo MATE (Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía) refuerza esta preocupación. El estudio concluye que el endeudamiento, junto con el blanqueo de capitales, han sido las principales herramientas para el incremento de las reservas internacionales bajo el gobierno de Javier Milei.
Según sus cálculos, el 89% de la variación registrada entre diciembre de 2023 y abril de 2025 (17.415 millones de dólares) se explicó por nueva deuda pública (4.477 millones de dólares netos), privada (6.143 millones de dólares) y el encaje de nuevos depósitos en dólares (4.851 millones de dólares). Las divisas restantes, principalmente el superávit comercial del año pasado, se destinaron al pago de intereses de deudas y a la dolarización de excedentes privados.
«La economía sólo pudo acumular reservas a través del endeudamiento público y privado y del blanqueo de dólares no declarados. Sin esas fuentes, los dólares generados por el comercio exterior se habrían perdido en su totalidad«, concluyó el análisis del MATE, encendiendo una luz de alerta sobre la sostenibilidad de la acumulación de reservas y la necesidad de una estrategia de desarrollo productivo que genere divisas de forma más estructural.