Reseña.El reciente y póstumo libro de Marcelo Cohen (Buenos Aires, 1951-2022) reúne más de cuatro décadas de escritura crítica sobre poesía. El 2024 fue un año que cosechó varios títulos de ensayos escritos por poetas; el caso de Una morada ambulante (escritos sobre poesía) es el de una figura clave en el sistema literario contemporáneo. Estilo, contexto y política, destilan en los ensayos de Cohen un criterio estético singular: “Un poema funciona cuando la miseria del mundo no se lo traga”.por Nicolás Ricci
En el último tiempo aparecieron tres libros importantes, hermanados por una serie de similitudes: Literatura de base de Martín Gambarotta, Un enorme parasol de tela verde de Martín Prieto y, ahora, Una morada ambulante (escritos sobre poesía) de Marcelo Cohen. Todos retrospectivos, y dedicados principalmente a la poesía, los tres son recopilaciones de textos heterogéneos, mayormente ensayísticos, que antes habían sido editados en revistas y otros medios. Todos, además, escritos por autores argentinos cuya obra excede la prosa meditativa de estos libros. En ellos, se despliegan tres modos distintos de leer la literatura, pero también la realidad política. El libro póstumo de Cohen (1951-2022) reúne textos de crítica literaria aparecidos entre 1977 y 2020; esto es, para apreciar mejor la amplitud temporal, escritos entre los veintiséis y los sesenta y nueve años del autor. La muestra incluye ensayos, prólogos, reseñas y una entrevista.
Entre las muchas virtudes del libro, una no menor es su valor casi enciclopédico, que maneja con soltura desde la antigüedad grecolatina hasta raperos aún hoy de moda. A esto se suma la capacidad de Cohen de condensar procesos complejos de evolución literaria en una pincelada, como en el texto sobre Gregory Corso, en el que logra poner en un solo párrafo el panorama político en que emerge la generación beat, su gran aporte a las letras y al discurso social estadounidense y por qué llegaron a su límite y decayeron. En este sentido, el libro tiene un aspecto pedagógico, acaso no deliberado, en la medida en que indirectamente puede enseñar a leer la zona más indeterminada de la literatura y, lo que es más inusual, a escribir una lectura.
Cohen considera los textos desde distintas perspectivas, los sopesa y somete a pruebas de laboratorio para identificar sus materiales. Busca destacar en las obras lo que encuentra de valioso, las singularidades de cada voz, la combinación de las influencias, los procedimientos formales; a veces, los hechos de la vida de los poetas. El método crítico modela el estilo. Cohen pone énfasis en expresar la elusiva impresión lectora. En esto, es evidente la predilección por la abstracción y el cultismo displicente, frutos de un diccionario impresionante. Para dar cuenta del ritmo de los poemas, son frecuentes las metáforas de la dicción (“balbuceo”, “tartamudeo”) y de la fisiología (“arritmia”, “apnea”, “disnea” y hasta “hipo”), en tanto para el autor lectura y escritura no pueden pensarse por fuera de las dinámicas del cuerpo: “la poesía es una forma de respiración”. Son constantes, también, la sintaxis elegante, enrevesada y sinuosa, y el adjetivo sorprendente. Lo que cambia con el tiempo es la extensión de los textos, que se hacen más breves con el nuevo siglo y el pasaje de los medios gráficos al fuero digital. Acaso consecuencia de lo anterior, en los setenta y ochenta los textos tienden hacia la escritura biográfica, pero, sobre todo a partir de 2010, el formato web pareciera exigir una economía verbal extrema, y los datos biográficos desaparecen o se reducen a un paréntesis.
Hay una trama oculta en el libro, que hay que reconstruir para no perderse de un elemento central del sistema crítico de Cohen. Por debajo de las reflexiones en torno a autores del todo distintos, las mismas cuestiones resurgen: considerar la obra en sí misma y en el mundo, cómo interactúan texto y contexto, y aún más, en qué medida puede el primero afectar al segundo. De hecho, el libro deja ver a un escritor atravesado por los procesos políticos regresivos que le tocan vivir, que continuamente diagnostica con aversión: “el miserable pragmatismo de moda en el último tercio del siglo XX”, “el progresivo anhelo colectivo de morir por asfixia”, “los eslóganes desodorantes y el insecticida social del neoliberalismo”. Pero estas no son solo coordenadas sociopolíticas para enmarcar el objeto de análisis, sino que Cohen señala la consecuencia destructiva que esas olas de dominio liberal tienen sobre la poesía (el abandono y desinterés general de los lectores, convertidos en consumidores, la entrega masoquista a los designios del mercado); a la vez, destaca un texto cuando este halla un punto débil en la maquinaria del poder para hacer funcionar su propia lógica. Un poema funciona cuando la miseria del mundo no se lo traga. Para Cohen, la poesía es “la única alternativa real al lenguaje performativo de las tecnofinanzas” (juicio que se afianza en los últimos años de su vida y que repite varias veces). Si bien los textos no están ordenados cronológicamente, el libro abre y cierra con ensayos que se proponen pensar la poesía y el presente social (1992 y 2016 respectivamente), y ambos regidos por la misma pregunta: qué tipo de poesía hay que escribir en tiempos de capitalismo salvaje. (Un pie de página en este último texto aclara que tuvo “una versión más extensa”; del original se podaron párrafos donde Cohen dejaba de lado la literatura para meterse de lleno en la coyuntura política y atacar, con y sin retórica, tanto al macrismo como al entonces Frente Para la Victoria. Más allá de si el afán de asepsia editorial se justifica, lo que no puede dudarse es que Cohen era un rabioso animal político, para el que no tenía sentido pensar la escritura de manera aislada.)
Estas inquietudes encausan las consideraciones literarias y, aunque en el libro no hay una sola crítica negativa, lo llevan a conclusiones lúcidas y taxativas. No todo es válido: “Lo que está agotado son las dos vertientes de la poesía de la buena voluntad, la de agitación de conciencias y la de la poesía como revelación de sí misma”. Como se ve en el libro, uno de los intereses principales de Cohen son los nuevos poetas, sus posibilidades y potencialidades. Diseminado en las reseñas y ensayos hay un concepto personal de poesía, caracterizado por un poder transformador. Un buen poema, para Cohen, desoculta facetas de lo real que nos están veladas en el ajetreo prosaico de lo cotidiano. “La poesía hace realidad”. En tanto dispositivo perceptivo, la poesía altera el presente, engrosando la espesura temporal de la experiencia.
Sin detenerse a renegar del academicismo, Cohen abrió un camino propio —una erudición, un estilo, un modo de lectura y una concepción de la poesía—, que no se vale de citas rigurosas ni de lenguaje de claustro ni de ninguno de los tics de la escritura de papers. La suya es una crítica de escritor (Cohen, digámoslo al fin, fue uno de los más singulares narradores de los últimos años), que plantea problemas de escritor y que está hecha para futuros escritores. En esto, el antecedente más obvio es la cruzada cultural de Ezra Pound (que además es objeto de uno de los mejores textos del libro), salvo que, a diferencia de él, el “manual” de Cohen se escribió de a poco e inadvertidamente, y alguien tuvo que ensamblarlo.
Una morada ambulante (escritos sobre poesía)
Marcelo Cohen
Compilación y prólogo de Juan F. Comperatore
Entropía, noviembre 2024
280 págs.