Las declaraciones del ministro sobre Wall Street y la fragilidad financiera del gobierno, el avance legislativo del oficialismo tras el triunfo electoral, el rol de Bullrich y los aliados circunstanciales en la aprobación de las reformas y el presupuesto como herramienta de ajuste y el uso de escándalos y causas judiciales como distracción política; por Martín Gambarotta.
El año tuvo muchas facetas, en varios momentos fue dominado por las declaraciones del Ministro de Economía Luis Caputo. El ministro no quiere despedirse de 2025 sin dejar una última muestra de locuacidad. Argentina, dijo Caputo, tiene que dejar de “depender” financieramente de Wall Street. El comentario remite a la consigna de otra era: liberación o dependencia. En este caso el que busca inconscientemente liberarse es Caputo que tiene que pagar un compromiso de 4 mil millones de dólares el mes que viene. Caputo es un financista, improvisa opciones para avanzar. Lo hizo todo el año. En un momento lanzó un “plan” para que los argentinos usaran los dólares que tienen ahorrados fuera del sistema financiero. Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora habla de esa masa gigante de dólares. Ahora el gobierno dice que el proyecto de Inocencia Fiscal aprobado por el Senado el viernes ayudará a sacar los dólares del colchón facilitando el blanqueo de fondos y flexibilizando la persecución por evasión fiscal.
“Estamos blindando los ahorros de los argentinos para siempre. Ningún gobierno que venga después de nosotros va a poder robarles los ahorros a los argentinos de bien”, dijo Milei después de la votación.
No todo brilla. Hay otras preguntas incómodas que se están macerando: ¿dónde está el oro que el gobierno sacó del Banco Central?
Caputo tiene derecho a querer no depender más de Wall Street: los personajes que manejan el mercado de Nueva York, con sus diarios liberales, deben ser insufribles. Pero hasta hace una semana el gobierno libertario del Presidente Javier Milei recibía señales de Wall Street y trataba de acomodar sus políticas a esas demandas. Wall Street, por caso, exigía la liberación del dólar que flota entre bandas. Caputo respondió indexando las bandas por la inflación mensual, aceleró la devaluación controlada. El ministro también dio señales que Argentina se prepara para acumular reservas.
Milei ya explicó su política: lograr resultados a toda costa. De ahí que Caputo esté dispuesto a maldecir a Wall Street cuando en efecto sigue siendo un peón de ese sector financiero.
Milei y Caputo hablan de un año exitoso pero mencionan cada vez menos el rescate financiero por parte del Presidente de Estados Unidos Donald Trump que los salvó cuando estaban por besar la lona en todos los planos.
El periodismo amigo y la opinión pública todavía acompañan: técnicamente la inflación está subiendo, pero la administración vende que la está venciendo. Milei hace cálculos y promete que la inflación se termina para agosto del año que viene. Este discurso prevalece mientras ya hay artículos periodísticos en algunos medios amigos del gobierno que hablan de una inflación más alta de lo esperado en 2026. A la presión de los precios se le suman los aumentos tarifarios que vienen.
Las contradicciones por ahora se curan con la inyección de dólares que aplicó el Tesoro de Estados Unidos en el momento indicado. Los temblores empezaron cuando la inflación midió 3,7% en marzo y el gobierno decidió huir hacia adelante: en un momento se encontró con la mano caritativa del Secretario del Tesoro de Estados Unidos Scott Bessent que inundó la plaza de dólares ideológicos.
La administración Milei, naturalmente, se siente envalentonada por el triunfo electoral en las elecciones de medio término de octubre. Quiere aprobar el presupuesto y la reforma laboral de atropellada en el Congreso. Las maniobras parlamentarias resultaron ser más complicadas.
El debate de la reforma laboral se pasó para febrero en el Senado. El presupuesto se aprobó en Diputados con el rechazo de un capítulo clave que afectaba el financiamiento de las universidades y las agencias de discapacidad.
El problema es que el presupuesto parece estar minado de recortes que hasta los potenciales aliados del oficialismo en el Congreso consideran malintencionados. Hay 10 senadores radicales que cuestionaron supuestos recortes en educación, pero después terminaron votando a favor en general.
La Senadora libertaria Patricia Bullrich el viernes logró la aprobación en general y particular (46 a 25) del presupuesto en la Cámara Alta. Milei ya explicó su política: lograr resultados a toda costa. De ahí que Caputo esté dispuesto a maldecir a Wall Street cuando en efecto sigue siendo un peón de ese sector financiero.
Bullrich, muy sutilmente, maneja su propia agenda. Tal vez aprobar el presupuesto rápido le sirva más a Bullrich que a Milei. El problema es que el presupuesto parece estar minado de recortes que hasta los potenciales aliados del oficialismo en el Congreso consideran malintencionados. Hay 10 senadores radicales que cuestionaron supuestos recortes en educación, pero después terminaron votando a favor en general.
La administración Milei dice que necesita asegurarse un presupuesto superavitario. La aprobación también emite la señal de que los libertarios lograron cierto control en el Congreso, especialmente en el Senado que fue históricamente dominado por el peronismo. De ahí que Milei decidió no tocar los cambios que se hicieron en Diputados. Es el primer presupuesto aprobado en la era Milei y según la oposición le abre la puerta a recortes en educación, ciencia y defensa.
La contracara es la disconformidad de algunos gobernadores que son potenciales aliados. El Gobernador de Chubut, Ignacio Torres del partido de centroderecha PRO, anunció que lleva a la Corte Suprema un reclamo por 51 mil millones de pesos que le debe la nación. Se suma al reclamo por coparticipación del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Jorge Macri, también del PRO.
Hay otras noticias que funcionan como distracción: la cobertura masiva en la prensa de supuestos casos de corrupción en una financiera ligada a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La investigación judicial sigue y es alentada por Milei y Bullrich que no esconden un enfrentamiento directo con Claudio Tapia, el presidente de AFA, en el año del Mundial. A Tapia ahora se lo investiga en tribunales por retención de aportes jubilatorios en la AFA.
Todo gobierno argentino enfrenta un escenario de descalabro potencial. Nunca se sabe lo que puede disparar una crisis que afecte la popularidad de un presidente. El partido del entonces presidente liberal Mauricio Macri ganó bien las elecciones de medio término en 2017, pero terminó dando pena dos años después y perdió el voto presidencial a manos del peronismo.
Caputo se hartó de su propia alucinación: el regreso a los mercados internacionales para enfrentar los desafíos financieros del país. El ministro viene improvisando sobre la marcha, tratando de salir de apuros con sus declaraciones estruendosas.
Por eso Caputo se hartó de su propia alucinación: el regreso a los mercados internacionales para enfrentar los desafíos financieros del país. El ministro viene improvisando sobre la marcha, tratando de salir de apuros con sus declaraciones estruendosas.
Milei, mientras tanto, anuncia un año movido: abróchense los cinturones, dijo en su mensaje navideño. Hasta ahora su administración se presenta como más reformista de lo que realmente es. Cayó en la facilidad de liquidar empleados públicos a guadañazos, pero YPF y Aerolíneas Argentinas siguen bajo control estatal.
Los mensajes del presidente nunca incluyen a todos. Para una parte importante de la población esta es una Navidad con presos políticos: principalmente la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que fue operada de apendicitis en la semana y está internada. Hay consignas que se resisten a fenecer: liberación o dependencia, Navidad sin presos políticos.
El peronismo vivió una semana movida en el conurbano: la decisión de los gobiernos municipales de Quilmes y Lanús de ordenar el tránsito por los canales legislativos pertinentes en esos distritos llamativamente dispararon la ira de organizaciones lideradas por el Diputado peronista Juan Grabois y hubo disturbios.
Por último, una mirada sobre los arrepentidos de Instagram que en el manejo de la agresión pasiva son parientes lejanos de la Diputada libertaria Lilia Lemoine (ironiza sobre los vuelos de la muerte dictatoriales). En el fondo, es la misma lógica.
Hay uno que subió una foto de las protestas en la calle durante la crisis económica del 2001 y resaltó con un círculo rojo a una persona. Con una flecha puso: Yo. Queda claro: lo más importante es uno mismo.
Otro en la red social X habla de “leer mal o bien la coyuntura” y de “cuadros” políticos “brillantes”. Utiliza la jerga de los debates internos de las organizaciones políticas de los setenta sin darse cuenta (un poco como Toto Caputo llorando “dependencia”). No tiene lenguaje propio. Eso sí, son muy buenos gastando a los demás.


