Literatura.
Las muchas voces de Juan Schulz (Ciudad de México, 1989) abrevan en tradiciones sin conciliación: el neobarroco, el coloquialismo, la poesía política, el nonsense. Escritos de un poeta nómada, lo que se sabe del ambiente está mediado por la literatura local, que se reescribe como a medias recordada: “El sur comienza cruzando Rivadavia”. Estos poemas, inéditos hasta hoy, pertenecen al libro Terceros auxilios, que la editorial Baldíos en la Lengua publicará próximamente.
Crónica de un calvario A un calvo lo persiguen las moscas las ecuaciones del brillo de una estrella. En su cabeza la estufa de gas nunca se cierra el agua siempre gotea. Otros días, colores del enfisema brotan como alga que salta a la cara y el calvo, por reflejo, agacha la mirada, busca el jardín de un recuerdo. Al perseguido perpetuo un día se le ocurre meditar fugarse de la persecución sintonizar su alma con la prudencia de las aves; la angustia la convierte en nubes que al despertar le escupen la tormenta del recuerdo, la obsesión de los cálculos sarracenos y el olor de las urabambas. El calvo, estoico, resiste los embates del abismo. Las pastillas lo engalanan descubre las máscaras se transforma en seres risibles como un país que obtiene su primer medalla el calvo celebra: la llegada de un humano a Marte el año nuevo chino o el mundial de ruleta rusa. Profesional del festejo, se le ve bailar y cantar con su nueva peluca sus nuevas tetas. Un día se cuelga de un sauce. Sus nuevos amigos lloran: “pero ella siempre estaba contenta” Su alma arrepentida corre más rápido que cualquier ánima En el purgatorio le contratan como ángel Como ángel que desciende al mundo una guía para las ánimas que se dirigen al purgatorio En sus ratos libres, intercede en tolvaneras contempla el sudor de los robles y se aferra, sin apuro, a creer que existen los finales. Reciclaje trozar el corazón como al ajo, esparcirlo como al hueso que lo traguen que lo unten en la brea que lo pisen. Que lo lleven a una torre altiva y repartirlo como eco de campana; como al fruto del ciervo esparcir latidos en cavernas tallarlo con la blusa, con el viento en la cañada que se deforme, que lo pisen, que lo lleven a una torre más lejana y lo agiten. Expurgar, soplar, mojar, amasarlo y volver a trozarlo que lo cante el aceite, que dore que se escurra por las farmacias y pregunte. Que hunda las arterias en los cielos y lo llamen nubarrón. Historia mínima de América Chicana (chacoteo para chekere y chelo) Nació también en Chavín colaboraron charrúas chichimecas y chingos más que no recuerdo. Más temprano, acuérdate que había dicho el chamán que al chuparle la conchita a la chalaca se posterga la calmachicha Y chisme aparte el chimuelo le decía arrunchame, caponera y la pechugona muy chicha le dijo al chamuyero charlatán que nada de chescos ni chaquetas, que chingara a su padre, pinche chemo Y la chusma huachafa como la melcocha se chorreaba del Chimborazo De Cochabamba, Chamula y el Chaco llegaban chopeando la lengua en charanda, tepache y chilcano. Y Chalino, Charly, Buarque y el Chacalón cantaban: “esto no es chamamé ni chacarera/ ni cardenche ni chicha ni guaracha/ ni champeta ni guachaca/ ni chipil ni chitón; este es el himno a la cucharita”. Tampoco se hizo de la boca chica con la chanfainita el chino cacheton; se hinchaba de ceviche el buche y se chupaba los dedos ¿cachái? mientras el chapín del trapiche se fumaba una bacha de la que cosecha el chuntaro en las chacras que quería chingarse la cheta de Chabe la mocha. “Chapadmalal pal cholo y Chapultepec pal chorro” Coreaban mientras salían de Lurigancho de Cholula y Chubut, escuchando la percutida y choteada nota del charango. Mientras tanto, la abuela del huiracocha le decía “chilpayate cochambroso ya chole con buscarle ruido al chicharrón póngase a chingarle” y en su primera chaambaa le dijeron úchale ni pichas ni cachas ni dejas garchar entonces que el guacho se enchila —se le sale el chamuco— y como el chahuistle a la chirimoya que le enchufa un gancho al gachupín que traía de chambelán al franchute cara de laucha. Tremendo chapoteo en el riachuelo se echaron. ¡Y la Malinche, con la garnacha, nomás de metiche! Sí, al que le chillaba la ardilla re gacho era al facho que llegó de tacuche y mostacho buscando las mangas del chaleco Hasta que una catracha se cansó del charoleo del chanta –y del olor a chivo– y le dijo “móchate o te mochamos” y luego luego que le saca las achuras al chabón de un machetazo Y así nació una costumbre. Y a Chan Chan le daba envidia el montachanchos del Rimac, que ya chocheaba, pero ni los achaques le impedían andar de charleta dicharachero chuleando a la chicana recién llegada del gabacho que iba bien bichota con todo su charming chapulineandole el chongo a una chava que andaba con el chango descalabrado pero queso no le impidió transformar su reproche en un: “chale morra, deshilacha la bombacha, acá se arma la horchata o naranjas, no quiera venir a chamaquearme a mi cancha”. Y chau al soroche: chifló pa adentro la buchona y retumbó el chirlodromo. ¡Y así nació la Chaquira! Chacarita, diciembre de 2023. Informe de luces Respecto a los túneles del tiempo de mi Buenos Aires herida no sé qué decir. No negaré que sus disertaciones desembocan en galerías. Esta mañana caminaba en 1989 almorcé en el Boedo de los cuarentas me siento en Retiro frente a un gomero plantado en 1937 y todo sigue igual: el mismo cielo, indiferente a los felinos de mayo del cincuenta y tres. Todo permanece: el teatro de oropel donde los metafísicos abordan a las actrices con penas los balcones despampanantes las fauces subterráneas donde somos lengua botánica que trepa los muros como el grito coral de un inestable tañido de duda y el abrazo de bruma a los gajos de luz Mi Buenos Aires herido museo de lo obsoleto quebranto de un carancho que llega a la ventana y dice: “no digas más, salta la posta y funda conjuros Respecto a los perseguidos por la luz digamos de tajo: sagrada la siesta del ciruja el ayuno de Juan de Garay las aspas del ventilador”. En cuanto a la comisura bostera la información es pantanosa. No hay más que agregar el mejor destino de un reloj de arena se llama marometa. Debajo de las farolas aún se alquilan plumas de bandurria. El sur comienza cruzando Rivadavia. ¿Cómo se escribe un poema sobre Palestina? ¿Se unta, sobre ruinas, la lengua cargada de futuro? ¿Se redacta un misil dirigido a los patriarcas del universo? ¿O uno invoca, una vez más, la pregunta de si es posible escribir poesía después de Gaza? ¿Dibujando la lágrima del camello donde se refleja la compasión degollada? ¿Con la mano en el corazón y el foco en la dignidad de la resistencia? ¿Un sentón de testimonios? ¿Una arenga convocando a los lectores a rebelarse contra el Estado de Israel? ¿Cómo se escribe? ¿Se sienta uno a la mesa y persigue lo que la palabra masacre no alcanza a decir? ¿Se traduce el llanto a piruetas sintácticas para la conmoción de los estetas? ¿Un panfleto, muy bien ilustrado, para demostrar que el arte no calla en la batalla? ¿Se cambia la pregunta? ¿Con silencios, bien respirados, y cadencia que no sólo roza la coyuntura sino que sacude las raíces de la historia? ¿Un canto a la diáspora con alusiones talmúdicas? ¿Se ondea, con puntualidad mexicana, la ira lírica contra la saña israelita? ¿se emula la rabia de un pueblo sin tregua? ¿Se le embarra empatía al lector en la cabeza? ¿O se le libera en el laberinto de las preguntas en arial 12? ¿cómo se escribe un poema sobre un genocidio? Cupón
Juan Schulz nació en la Ciudad de México el 5 de junio de 1989 a las 11:30 de la noche. Escribe ensayos, cuentos, poesía e inicios de novelas. Ha obtenido reconocimientos por su obra y ha participado en distintos proyectos. Su libro Terceros auxilios se publicará en los próximos meses bajo el sello Baldíos en la Lengua.