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ADELANTO DE TRINCHETA, DE JUAN ROCCHI

Literatura.
Solución de continuidad y vértigo de la vida urbana. Adelanto de un libro inédito, los cinco primeros poemas de Trincheta encadenan estrofas en modo narrativo; una narración sin relato, donde lo central es el ritmo frenético (pero discontinuo por el estudiado corte de verso) con que se suceden las imágenes. Ideas sí pero en las cosas: lo inmaterial se concretiza: “las paredes de su cabeza”, “el carro del conocimiento”, “todo el peso / de las discusiones hundiéndole la nuca”. Personajes borrosos, estructura fragmentada, preocupación realista.

Choco sale a bailar con la remera 
de Misfits. Empuja hacia adelante 
                el carro del conocimiento; invita a bailar 
al taxista después de que lo obliguen 
a subirse y pagar un taxi. 

Choco conspira 
con el claustro de inexistentes para dirigir 
la orientación del pensamiento que viene. 

Que lo hagan pero bien y hagan 
lo que está bien. Piensa al revés. La sube 
con lo sintético y después se la pega 
contra un escalón 
al lado de un policía: todo el peso 
de las discusiones hundiéndole la nuca, el policía 
le propone que mastique hielo. 

Se encuentra la cara 
pálida de Toto al lado del local 
donde los clientes cambian 
dólares negros. 

El campo escópico de ambos va a ser 
una lluvia de luces y personajes 
repetidos. Suben 
a la casa de Toto a tomar vino y el hall 
está plagado de clientes que esperan 
chicas trabajadoras. 

Esa circulación sucia es la causa 
de que el alquiler sea casi 
barato. Uno quiso 
mear un tacho porque no lo dejaban 
entrar hasta que no saliera 
el otro. 

Los libros en la pared son la plataforma 
para la renovación. El plan urgente 
necesita una proyección 
de abundancia, una prosa 
inflacionaria. 

Palabras 
escalonadas que guíen
acciones inconsistentes. Infinitas 
causas para un léxico 
planificado. 


.

Camina a la fiesta y piensa 
en lo crítico: intenta hacer encajar 
dentro de las paredes de su 
cabeza la idea 
de masticar hielo. Esto 
es la crítica. 


.


La fiesta, en cambio, es un pozo 
de cemento gigante, que financia
                el Estado; a veinte 
metros siguen obsesionados con coser
moldes de sacos con solapa, desatar
y doblar corbatas 
meterlas en un cajón para que algunos
cientos hagan 
uso privado. Esa fuga 
hay que sellarla con material 
termocontraíble y un 
encendedor alterado. 


.


Ch de Chapa habrá determinado en qué
orientación se mueve
la historia para el final de la tarde. El dictamen
va a ser el clavo que una 
ambos labios de los que quieran discutir. 
Pero ahora Ch está tirada 
en el piso, doblándose sobre sí 
misma como un alacrán 
recién fumigado.

Se apoya sobre las manos con la pera
muy cerca del piso y estira
los dedos para teclear mejor; las yemas 
inmunes a la madera astillada.


.


Se representa la calle vacía como 
si la ventana cayera sobre ella y hace
cuánto tiempo no marchan o en qué 
mes estamos. Ch si supiera
estaría derritiendo manteca
en la sartén para cocinar los ajos
antes de que germinen. 


.


Mientras el agua sigue
calentándose en la hornalla después 
de haber controlado precios 

                antes que la luz
vuelva a enchastrar todo
                siempre y 
cuando tengan a los perros
afuera ladrando
a los vecinos hasta 
que no hayan estirado toda 
la conversación una 
                y otro van a contarse los dientes.

Una y otro y otra practican
cómo atornillarse 
los ojos girando de una silla 
a la mesa y al piso o entendiendo 
cuál es la parte del cuarto que les pertenece.

Desde abajo
del cerebro les quema
la llama que imprime estos perros
ya están domesticados. 


Juan Rocchi nació en Buenos Aires en 1995. Estudió Filosofía en la UBA, especializándose en política y estética. Escribe poemas y ensayos. También manda el newsletter semanal de literatura y crítica “Más convertidos”. Los poemas publicados pertenecen a Trincheta, su primer libro todavía inédito. 

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