El anuncio de un superávit fiscal a fuerza de no poner un peso, el saldo de la marcha universitaria al interior del armado libertario, el gusto por la tanatopolítica de la vicepresidenta y la reaparición pública de Cristina, por Martín Gambarotta.
La semana comenzó con el ministro de Economía Luis Caputo mirando zapatillas baratas en un negocio en Estados Unidos. Una mujer lo filma con el celular y lo increpa. Le dice que ella fue a la universidad pública argentina y que ahora trabaja en los Estados Unidos. Le grita ladrones. Caputo se pierde por el pasillo pero no sin antes pegarle una última revisada a un calzado que intuye más barato que en Argentina. El ministro fue a reunirse con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero en el fondo es un argentino privilegiado más. Lo que quiere son zapatillas de ocasión.
La referencia a la universidad pública era una advertencia de lo que se venía en la semana. Pero primero el presidente libertario Javier Milei programó una cadena nacional para el lunes a la noche. Caputo ya estaba de regreso y era uno de los cuatro funcionarios de pie que flanqueaban al presidente mientras leía su discurso desde un escritorio. Lo que Milei anunció fue un superávit fiscal por tercer mes consecutivo. Era, según él, uno de los grandes hitos de la historia económica de la humanidad. “Se terminó el estado presente”, dijo. El discurso duró poco más de 15 minutos y Milei no tuvo tiempo, o ganas, de referirse a la marcha en defensa de la universidad pública que iba a tener lugar al otro día en Plaza de Mayo y en otros puntos del país.
El gobierno se conforma con vivir en su realidad paralela. El vocero presidencial Manuel Adorni declaró que las transferencias presupuestarias a las universidades estaban hechas y que no había conflicto. Las autoridades universitarias insisten con que los presupuestos pierden contra la inflación.
La marcha fue un aluvión estudiantil que desbordó la Plaza de Mayo. Muchos de los que marchaban habían votado a Milei, se especulaba. Antes de la marcha el gobierno insistió que no era una marcha estudiantil sino una manifestación opositora que contaba con el apoyo de la CGT y la CTA. La ministra de Seguridad Patricia Bullrich dijo que era una marcha “rara”, pero la masividad de la convocatoria enterró las chicanas y dejó en ridículo la noción de aplicar su “protocolo antipiquete”. Lo único extraordinario fue la cantidad de gente que concurrió. Muchos fueron con carteles hechos a mano como aprovechando la oportunidad de enviarle un mensaje directo al presidente. O mejor: responderle al presidente.
Esta es la primera vez desde que asumió Milei que una de sus políticas recibe una respuesta contundente en contra. Milei habló de “adoctrinamiento” y de “auditorías”, pero también eso quedó reducido por la réplica: de la universidad egresan personas de todas las tendencias y las auditorías ya existen.
“El gobierno se conforma con vivir en su realidad paralela. El vocero presidencial Manuel Adorni declaró que las transferencias presupuestarias a las universidades estaban hechas y que no había conflicto. Las autoridades universitarias insisten con que los presupuestos pierden contra la inflación”
La marcha también fue activada por la sospecha que Milei estaba licuando a las universidades públicas en silencio para después proceder con su desguace. Pero esta vez la licuadora hizo demasiado ruido. De verdad Milei debe sentirse todopoderoso porque las encuestas marcan que la opinión pública apoya a las universidades estatales.
La pregunta es cómo encara de ahora en más el gobierno su relación con los rectores que exigen una negociación seria y si el Gabinete entró en crisis por la situación. Por lo pronto el gobierno tuvo que aceptar cambios a la reforma laboral el jueves en la Cámara de Diputados para que se apruebe en comisión la nueva ley ómnibus junto al paquete fiscal.
La primera reacción de Milei después de la marcha fue desafiante; subió a las redes sociales el dibujo de un león bebiendo “lágrimas de zurdos”. La imagen parecía un dibujo para colorear y cualquiera le podía decir al presidente que no había sido su jornada más gloriosa. La segunda reacción del presidente fue un post más extenso en las redes donde se quejaba de que una “causa noble” había sido cooptada por la oposición. En su discurso en la Fundación Libertad el miércoles a la noche, Milei dijo que la oposición había tratado de desestabilizar al gobierno con la marcha. Alguien en las redes sociales describió el discurso de Milei como el de “contador de chistes malos”. También imitó, alterando el modo de voz, a economistas rivales y dijo que el Congreso podía desechar la ley ómnibus que igual iba a seguir adelante con sus reformas.
El presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou también habló en la Fundación Libertad y no dudó en bregar por un estado fuerte.
Mientras tanto, el leoncito de Milei también tuvo su respuesta, en las redes se subió la imagen de una mujer bebiendo “lágrimas de libertarios” de una taza.
Es evidente que, al menos al principio, el gobierno no supo cómo reaccionar ante una manifestación de 200.000 personas o más. La vicepresidenta Victoria Villarruel tuiteó “Hebe lo que te perdiste”, en referencia a la fallecida líder de las Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini. El primer reflejo de la ultranacionalista Villarruel fue recurrir a la costumbre castrense de chicanear con los muertos. También Villarruel tuvo una segunda reacción tal vez asesorada con más calma. En un post se declaró hija de la universidad pública pero se quejó de que no se pueda cursar en lugares libres de imágenes del Che Guevara y “Marx”.
El sábado marcó la primera aparición pública del año de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto en Quilmes junto a la Intendenta Mayra Mendoza. Fernández de Kirchner dijo que Milei no tiene un verdadero plan de estabilización, sino que aplica un plan de ajuste común y corriente.