Literatura.
Los materiales sólidos o solidificados copan la atención y el enunciado traza un movimiento, a veces lineal, a veces en torno al objeto que intenta explicarse. Los materiales se suceden: brea, cerámica, mármol, porcelana; la voz, en tanto, da rodeos y equivoca el paso, en una errancia productiva que puede hacer de un sustantivo un verbo, que puede hacer de una palabra, desarmando y reconfigurando, tres.
Monte Dorrego La rueda delantera de la bici cross pisa la línea de brea camino a Monte Dorrego. La brea fósil, serpiente seca, en medio de calle Moreno guía hacia el monte la rueda que pisa también las mielcitas chupadas. Me pregunto si desde el monte todos los otros lugares que no son monte se ven tan salvajes. Si es una raíz la que me lleva hacia su árbol o si es la brea la que empieza a confundirse entre los yuyos. Si es la cross la que brea hacia Monte Dorrego o si es el monte el que rueda la brea hacia el asfalto. Jurassic Park Sobre los cerámicos de la cocina, en la época en que los llamaba cerámica, yo jugaba a Jurassic Park. Escapar en medias de un velocirraptor puede hacerte resbalar. Sobre la cerámica mi brazo se dobló y se rompió. El velocirraptor esperó, no tuve que pedir nada ni un tiempo, ni piedad. El yeso hasta mi codo no lo entretuvo al dinosaurio. Una noche intentó acariciarme con las garras cortas, pero, mordió la frazada, me tapó y se fue a perseguir a otro, yo ya estaba jugado. Mármol de carrara No es por el imprevisto líquido ya mineralizado en salpicones de inocencia. No es por la pasada fría cantera a la que fueron a caer todas las estridencias de la singularidad que se nota presente. No es el tropiezo constante de blanco, negro y plateado, pero según el movimiento. No es la noción tornasolada y su luz interrumpida que toma la forma en los huecos que deja el color. No es el corte definitivo que libera las formas de la materia atrapada. No es por el dolor de una punta de mesa en la frente, ni por la tragedia fría si dos manos se apoyan en invierno. Es por lo plano. Tu trueno Mi cara muestra el verso en la punta de los pelos de la barba. Sostengo el relámpago entre los dientes y digo: “Son dos los pesos que me alcanzan para este boleto”. Para mí que tu dedo está en mi mano, quiero devolver los otros y quedarme ese. Mejor abandonarte y guiarme solo pude tocar todas las almas porcelanas, yo ya tu boca, pude tocar todas las porcelanas. Andate que te molestás, vení que no te veo. Si mi latido, si mi lar quema ¿Hasta dónde yo en vos? Siempre quise probarte. Te agachás a tomar el pelo, esa punta, ese trueno. Sigo, digo, pido tus necios pelos truenos. ¿Te acordás cuando, frente al precipicio de la Panamericana, pensaste en tirarme justo cuando pasaba esa Traffic Blanca?
Mariano Maiquez nació el 4 de enero de 1983 frente al monumento del Cid Campeador en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vivió su infancia y adolescencia en Lomas del Mirador, partido de La Matanza. Actualmente cursa la Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes (UNA).