Una poesía de los materiales pero también de la fuga. Microescenas urbanas atravesadas por la política y la biología, la ironía y el humor oscuro. Los poemas de Yamil Al Nayar (Mendoza, 1992) trabajan la “musculatura textil” del mundo para “orujar la materia urgente”.
un escuadrón vibrante
de hormigas estalinistas
saquea nervioso
los horrores nocturnos
azúcar, baba y fricción
que se depositan en el fantasma
plástico de mi mordida
intentan necias
masticar el espectro
fragante a digestión
buscan lo imposible:
la noche profunda
adentro de un diente
Escenas urbanas de la vida conyugal
el pasamanos nuevo de una plaza
bajo el plomo gaseoso
de lo que fue el verano
parece el costillar,
el rancho pintado,
de una criatura extinta
como un jirón de carne
pende
de la osamenta
perplejo
un niño
la comprensión alivia
sobre los restos de comida
(ravioles dados vuelta
como tortugas pidiendo auxilio
flotan en salsa filetto)
explican, se justifican, saben
lo han trabajado en terapia
pero, en otro plano, se impone
un axioma corporal:
no hay nada más excitante
que un ángel caído
Madrugada
madre mira televisión
atascada en el misterio azul
de la luz que ejecuta el tubo
parece una viajera a punto
de trasponer un portal
¿será esa luz, Sueiro,
el otro lado del túnel?
frente a frente
hieren la oscuridad, son
dos máquinas decrépitas
que se justifican
Vendimiadores y Salvador Reta
De madrugada, el edificio
es una mole agria que oficia
de gigante ciego, algunos
árboles guturales de viento
se arquean y lo rozan en
sus zonas erógenas, hacen
que suene pero no: el sueño
enseña su rigor y ahorca
cualquier vestigio eléctrico.
Un corazón en las cercanías,
músculo perturbado si los hay,
se somete a un espectáculo
que conoce y espera, cada noche
sobre el final lo mismo:
en el pecho de la criatura
alguien se hace pis, entonces
el gigante enguatado abre
apenas un ojo.
Piensa en Joaquín Giannuzzi
Masajea la ropa: quiere estrujar
el corazón vacuno del mundo,
trabajar sobre la musculatura textil
y que el agua unja en frío
sus falanges ultrajadas, busca
orujar la materia urgente, que los ácaros,
brujos en los cruces, crujan.
Refriega hasta que la prenda
corajuda muge, se aja pero la mancha
permanece: emerge conjurada
entre la vegetación de burbujas:
es una ínsula opaca,
un continente neurótico
que jamás logrará gobernar.
Camping del sindicato
El aire caliente entra en tus ojos
y se huracana en los lagrimales.
Afiliados se reclinan
a merced de la nubosidad variable.
El cielo está poblado
de turgentes milanesas de muslo
musculadas de agua. Al fondo
unos álamos se agitan
peinados por el viento parecen
las últimas mechas en la frente
de aquel profesor de filosofía:
sartreano, secreto lector de Lutereau.
La materia y su escala cromática:
heladeritas, goma, tela, nylon, lastimaduras,
cuero colgante, carne concentrada,
torsos veteados por la maternidad,
vientres como archivos de angustia,
cuerpos en el punto de tonicidad previo
a la primera licencia por cuerdas vocales.
La disposición barroca
de quienes creen
en las propiedades asépticas del cloro
(escépticas, ascéticas).
Un arándano flota como una boya
en el vaso de Campari. Los hongos
danzan en nuestros pliegues, podemos
escuchar sus carcajadas: han burlado
la revisación. Costillares jóvenes
combaten la masacre por venir:
la inflamación repentina
de un capilar en el cerebro,
el momento exacto
en el que termina un amor,
una célula que se radicaliza
sin motivo alguno;
el absurdo fundante
de esta estirpe risueña y épica,
casi como sabiendo pero no
que la tragedia está
a punto de mordernos.
Tomate
Como imantado a la cuchara, encaja exacto
en la útera concavidad del cubierto, se suspende
en el primer plano de una perfección torturada.
Ha sido, primero, ablandado en el hervor y luego
desollado con la prolija brutalidad que implica
toda desnudez. Tozudo, no ha gritado y ahora
conserva la cruda ternura de un coágulo.
Es tiempo de cenar, lo indica
el movimiento de nuestros animales: la gata,
sagrada en su negrura, abandona
la persecución del nirvana en la repisa,
y la perra, pronta a morir, abre sus ojos fofos
como por error. Estas son las señales
de que ha llegado el momento propicio
para hincarle una fe al tomate,
comerlo como quien come
el corazón de un prisionero.
VERSÍCULA BILIAR
Una dama, sentada y sin TACC,
simula un zen; adamascada, se asquea:
la versícula falló y ahora
hay que descular la retórica,
ver si reculan
las piedras de la lo-cura.
Ama, da, acaso, cada
vez más. Inclinada,
masca su inquina, maquina
atada el atasque.
Hay que saquear:
la aquea inquilina
se la pudrió.
RUG PLUG
el perfume semántico
a juguete sexual que tienen
los procedimientos financieros
la pasión encriptada, la cresta
de la ola, los aplicados
ads-criptos del Capital
los irresponsables ins-criptos
los del interior no
los interiorizados
los cons-criptos del trading
colimba de la santa república
libert-aria, ex albertaria
TIMBA
TIMBA
TIMBA:
TUMBA, léase:
CRIPTA
drones donados, orondos
sobrevuelan la plaza
la piramidal pirámide
de mayo, tirotean, pumba
pimba, fium: Caput
sobre sus lomos de acero
ins-cripto en itálicas:
Cripto Vence
Yamil Al Nayar (1992). Vive, escribe y da clases en la ciudad de Mendoza.