Laura Restrepo y Giuseppe Caputo cancelaron su participación en el encuentro de Cartagena al cuestionar la presencia de la dirigente opositora venezolana, impulsora de políticas de intervención extranjera en América Latina.
Los escritores colombianos Laura Restrepo y Giuseppe Caputo anunciaron que no participarán del Hay Festival de Cartagena 2026, que se realizará entre el 29 de enero y el 1 de febrero, en rechazo a la invitación cursada a María Corina Machado, referente de la oposición venezolana. Ambos autores comunicaron su decisión mediante cartas dirigidas a la dirección del festival, en las que expresaron su preocupación por el rol político de la dirigente y el sentido de su presencia en un evento cultural de alcance regional.
Restrepo sostuvo que la convocatoria a Machado “cruza un límite”, al considerar que sus posicionamientos públicos avalan estrategias de presión y posible intervención militar de Estados Unidos en la región. En su carta, la escritora afirmó que no se trata de una diferencia de opiniones, sino de una objeción de fondo frente a discursos que, a su juicio, erosionan la soberanía latinoamericana y normalizan el tutelaje externo sobre los conflictos políticos del continente.
En el mismo sentido, Giuseppe Caputo cuestionó el protagonismo otorgado a una figura que, según expresó, funciona como legitimadora de escenarios de violencia internacional, en articulación con líderes y gobiernos que promueven políticas de guerra y desestabilización. El escritor señaló que, aun reconociendo la diversidad de voces que suele caracterizar al festival, la coyuntura regional vuelve insuficiente cualquier intento de “equilibrio” discursivo cuando están en juego procesos de intervención armada.
La decisión de ambos autores recibió el respaldo de referentes culturales y políticos colombianos, entre ellos el exministro de Cultura Juan David Correa, quien distinguió entre la defensa de la libertad de expresión y la construcción de plataformas que habilitan el desconocimiento de la soberanía nacional. El episodio reabrió el debate sobre el lugar de los actores políticos en los espacios culturales internacionales y sobre el modo en que ciertos reconocimientos y tribunas operan como herramientas de legitimación geopolítica, más allá de su envoltorio institucional o simbólico.
