Reseña. Contra la novela de género. Una historia que puede ser resumida de dos maneras distintas: como un folletín policial o como la indagación en una identidad jaqueada. El novelista estadounidense John Franklin Bardin (1916-1981), poco leído en Argentina, llega con traducción de César Aira; propone una discusión sobre el límite y la productividad de los géneros literarios.por Agustín Caldaroni
John Franklin Bardin fue un escritor norteamericano de novelas policiales, la pegó con un par de éxitos, entre ellos El percherón mortal y dos obras más: El final de Philip Banter y Al salir del infierno. Bardin sobrevivía gracias a la escritura, como también lo hacía con cualquier tipo de trabajo, su reconocimiento le llegó tarde y al día de hoy no es un autor muy conocido dentro del género. Hay algo latente en la trama de El percherón mortal, y también en su prosa, que lo hace extraño a la novela policial, podría haber sido un autor distinto, tal vez mejor, si se hubiera olvidado del efectismo de ese tipo de novelas. Este libro es una cruza extraña entre una novela pulp de intriga y un drama existencialista sobre la pérdida de la identidad.
El percherón mortal puede ser leído como un thriller pasatista, una novela de buenos y malos, de intriga y acción, personajes profundos y también muchos de relleno y un final acelerado y burdo donde el autor resuelve en dos páginas todos los misterios de la trama como para sacársela de encima. Tiene todos los elementos para hacer lucir la contratapa de una editorial de bestsellers con una descripción rutilante de la trama y los personajes, como en un trailer publicitario explosivo. Algo así: el doctor Mathews, protagonista de esta novela, es un psiquiatra que vive una existencia apacible, tras la visita de un enigmático paciente deviene detective a la fuerza para tratar de resolver un misterio. La mente racionalista del doctor será puesta a prueba cuando intentando ayudar a su paciente se vea inmerso en un mundo alucinado donde se cruzan duendes criminales, caballos de lujo, cambios de identidad, torturas psicológicas, personajes espectrales que aparecen y desaparecen. Ahí tenemos un cuadrito apretado de la trama, con esa definición se podría tratar de un thriller, y lo es, pero su argumento también tiene una dimensión más profunda que permite otra lectura.
El doctor George Matthews es un burgués ejemplar, inteligente, exitoso, vive con una mujer que lo ama, lleva una vida cómoda, representa una figura de autoridad, como psiquiatra inspira confianza, es un tipo al que uno recurriría ante un padecimiento mental. Pero un día toda la solidez de su vida se quiebra. Tras un accidente intentando ayudar a un paciente, se transforma en otra persona. El doctor despierta encerrado en un psiquiátrico con otra identidad, ya no tiene mujer, ni colegas, ni pasado, su cara está desfigurada de forma grotesca. La narración, hasta ese momento detectivesca, se vuelve una pesadilla, la prosa se oscurece, las descripciones son más densas, asfixiantes, se siente la locura como caer en un espiral viscoso infinito. A partir de ese momento el protagonista lucha contra el demonio cartesiano: o alguien suplantó su identidad o realmente nunca existió el doctor Matthews y él está loco. John Brown es su nuevo nombre, es lo único que sabe, para poder recuperar la libertad debe engañar a los profesionales del psiquiátrico inventando una nueva identidad olvidándose de su pasado. John Brown rearma su vida, se vuelve camarero en un antro, vive en una pensión humilde, hace amistades con la clientela lumpen y exótica del bar, tiene una novia que no le gusta demasiado pero lo quiere. De a poco se conforma con su nueva vida, le gusta, y el pasado del doctor Matthews se vuelve difuso.
Dos tipos de novela empiezan a ensamblarse. El lector fiel al policial querrá resolver el caso, saber quién lo ataco y por qué, saber si se trata de una conspiración en su contra o un delirio. Otra lectura podría ser psicológica y excede la trama original. ¿Y si no existe ese enemigo que le arrebató su identidad? ¿No será el doctor Matthews quien se inventó esa nueva vida a propósito, hastiado de la placidez de una existencia burguesa sin aventura? O También: ¿cómo mudar de piel después de un duelo traumático? ¿Cómo combatir la nostalgia de un pasado idealizado en un presente inestable? La novela podría seguir ahondando en estos interrogantes, pero de golpe decide volverse menos reflexiva y vuelve al argumento simple de un policial, un ser maligno al que combatir y un misterio que resolver, como si el autor no pudiera salirse de un esquema ya trazado de antemano.
Un escritor de género querrá seducir al lector, entretenerlo ajustándose al corset que el propio género le impone, podrá ser más o menos bueno, pero siempre fiel a los mecanismos del policial, el terror, la fantasía, o la ciencia ficción. Puede haber buenas novelas de género, pero los límites están marcados, se podrán crear variaciones nuevas pero nunca desvíos novedosos. También hay escritores que pudieron rebasar los límites del género, un autor considerado de policial como Georges Simenon creaba dramas conyugales narrados con una prosa florida, donde se disfrutaba más que el caso a resolver, las andanzas hedonistas de Maigret, su detective, entre aperitivos y comilonas. John Franklin Bardin no intenta salirse del policial clásico, simplemente le sucede, se deja llevar hasta que pone un freno y vuelve a los causes de una trama premeditada, por eso el final de la novela se vuelve un cómico folletín donde todo cierra y el héroe se enfrenta en un duelo contra el villano, en un escenario digno de un comic de Batman. En esa cruza mutante, despareja, está su potencia. Lo mejor de esta novela es lo que el autor no supo resolver y el resultando es una monstruosidad como la que marca el rostro del protagonista.
El percherón mortal
John Franklin Bardin
Traducción: Cesár Aira
Impedimenta
2025
224 páginas