A pesar de los superávits fiscales proclamados por el gobierno, un informe reciente revela preocupaciones sobre la sostenibilidad de esta tendencia, con una caída significativa en la recaudación tributaria ajustada por inflación y desafíos económicos persistentes en el horizonte.
El gobierno argentino destaca los superávits fiscales alcanzados, pero un informe reciente sobre recaudación tributaria presenta preocupaciones sobre su sostenibilidad. Aunque la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) reporta ingresos sustanciales de $ 8,66 billones en abril, un aumento del 239,6% respecto al mismo mes del año anterior, la inflación anual cercana al 290% plantea dudas sobre la verdadera fortaleza de estos ingresos.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) indica que, ajustando por inflación, la recaudación en abril habría caído un 10% en comparación con el mismo período del año pasado. Esta tendencia a la baja se refleja también en el acumulado del primer cuatrimestre, con una disminución del 10,1%. Según el presidente de esta entidad, Nadín Argañaraz, en términos reales, abril habría registrado una pérdida anual de $ 1.269.000 millones.
La comparación entre años se complica por los cambios en la estructura tributaria, como la eliminación de la cuarta categoría de Ganancias y la generalización del impuesto PAIS a todas las importaciones. Sin embargo, una observación más detallada revela una disminución sostenida en impuestos vinculados a la actividad económica, como el IVA, que cayó un 9% en términos reales, el impuesto al cheque, que disminuyó un 15,8%, y los tributos de seguridad social, que bajaron un 18,5%.
La AFIP ha atribuido la disminución en la recaudación a varios factores, incluyendo la reducción de dos días hábiles en abril en comparación con el año anterior, así como la caída en los puestos de trabajo y un diferimiento en el cómputo de percepciones por determinadas importaciones. Sin embargo, muchos analistas sugieren que esta tendencia a la baja está estrechamente ligada a problemas económicos más amplios, como el congelamiento de la obra pública, los aumentos en las tarifas y la reducción de las jubilaciones.
La inversión privada también ha sufrido una marcada disminución, con un descenso del 22,3% en marzo según la consultora OJF. Estos números reflejan una caída similar a la registrada durante la crisis de 2001-2002 y durante los meses de cuarentena en 2020. La consultora también destaca la desoladora situación en el sector de la construcción.
A pesar de estos desafíos, el ministro de Economía, Luis Caputo, se mantiene optimista, afirmando que su gestión ha logrado el equilibrio fiscal y reafirmando el compromiso de mantenerlo. Sin embargo, los pronósticos de organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la calificadora de riesgo Moody’s son menos alentadores, anticipando una contracción económica en Argentina en los próximos años debido a la inflación, el ajuste fiscal y la incertidumbre política.