La confirmación de la condena contra Cristina y su impacto político, la obsesión antiperonista y la irritación de la prensa ante la actitud altiva de la expresidenta después del fallo, los insultos de Espert y las contradicciones del protocolo antipiquetes de Bullrich, la reaparición pública de Máximo Kirchner y el reordenamiento del peronismo; por Martín…
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner siempre fue la presa más codiciada por sectores del poder en Argentina. Presa en el sentido de alguien que puede ser cazado. La cacería se terminó: la Corte Suprema confirmó la sentencia en la llamada causa Vialidad; son seis años de prisión y la inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos.
Las autoridades le dieron cinco días hábiles a Fernández de Kirchner para presentarse en el juzgado de Comodoro Py. La expresidenta ahora está en su departamento familiar de la calle San José en Constitución. Saluda a sus seguidores desde el balcón. No parece, para irritación de sus enemigos, vencida. El viernes confirmó por la red social X que se va a presentar el miércoles ante las autoridades judiciales. Hay un pedido de arresto domiciliario.
Fernández de Kirchner recibió el llamado del Presidente de Brasil Lula da Silva. “Le hablé de la importancia de que se mantenga fuerte”, dijo Da Silva. Da Silva estuvo preso, también acusado de corrupción. El juez que lo cazó terminó siendo ministro de justicia de un gobierno de derecha y tenía contactos con Washington.
Claudia Sheinbaum, la presidenta de México, también expresó “toda nuestra solidaridad con Cristina Kirchner, es más un asunto político”. Para los principales líderes progresistas de la región entonces Fernández de Kirchner es una presa política.
En marzo el Departamento de Estado le prohibió la entrada a Fernández de Kirchner a los Estados Unidos por “beneficiarse económicamente en múltiples tramas de soborno”. La decisión del Departamento de Estado evidentemente puso en marcha la maquinaria judicial argentina que tal vez cuente con aspirantes a agentes que reciben órdenes de Washington.
Hubo señales este año que la cacería se iba a intensificar, que la presa estaba en la mira. En marzo el Departamento de Estado le prohibió la entrada a Fernández de Kirchner a los Estados Unidos por “beneficiarse económicamente en múltiples tramas de soborno”. La decisión del Departamento de Estado evidentemente puso en marcha la maquinaria judicial argentina que tal vez cuente con aspirantes a agentes que reciben órdenes de Washington.
El consejo de Da Silva para su compañera argentina ante la ofensiva es “mostrarse fuerte”; eso es lo que está haciendo Fernández de Kirchner. Para el kirchnerismo el fallo de los tres jueces de la Corte Suprema es un castigo por los dos mandatos presidenciales de Fernández de Kirchner cuando reinaba la distribución del ingreso y la justicia social.
Antes del fallo, Fernández de Kirchner se reunió en la sede del Partido Justicialista en la capital con dirigentes de todas las vertientes. Al peronismo le estaba costando ordenarse, especialmente en la provincia de Buenos Aires donde había miradas diferentes sobre qué rumbo tomar. Pero por unos días, con Fernández de Kirchner bajo peligro de arresto, el Partido Justicialista logró cerrar filas. Igual, no se puede descartar que dentro de poco vuelvan las diferencias internas en el peronismo, especialmente con el gobernador en la provincia de Buenos Aires donde las elecciones locales son el 7 de septiembre.
Fernández de Kirchner había anunciado su candidatura a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral, el bastión del peronismo, días antes del fallo. Ahora el peronismo dice que la expresidenta fue proscripta.
En este caso judicial, la inquina de la prensa antiperonista parece haber destilado temas fetiches: penal de Ezeiza, tobillera electrónica.
La saga de la orden de arresto de Fernández de Kirchner es un capítulo más en la obsesión histórica del antiperonismo con el peronismo. Ahora los enemigos de la expresidenta parecen haber ignorado que el peronismo, gane o pierda elecciones, es un movimiento que saca millones de votos en cada elección. El peronismo no es la Unión Cívica Radical, por poner un caso, que perdió casi todo su electorado debido a sus dos malas administraciones desde 1983. La agitación que hay en las calles es real. Muchos peronistas se tomaron el arresto de Fernández de Kirchner como un ataque personal. Para el antiperonismo, claro, también parece tratarse de un asunto personal. Las acusaciones de manipulación apuntan hacia el Grupo Clarín y al expresidente neoliberal Mauricio Macri. La UCR celebró el fallo de la Corte Suprema. La izquierda lo condenó. Dirigentes de partidos de izquierda se reunieron con la expresidenta.
En este caso judicial, la inquina de la prensa antiperonista parece haber destilado temas fetiches: penal de Ezeiza, tobillera electrónica.
José Luis Espert, el candidato a diputado del partido libertario en la provincia de Buenos Aires, insultó a la hija de Fernández de Kirchner durante una charla en la Universidad Católica (UCA). Algunos en el público reaccionaron. La UCA condenó los dichos de Espert que en algún momento mutó de profesor de economía liberal a vigilante.
La Ministra de Seguridad Patricia Bullrich tampoco intervino cuando sindicatos bloquearon autopistas en apoyo a Fernández de Kirchner. De hecho, el “protocolo antipiquetes” de Bullrich solo parece funcionar cuando las manifestaciones son pequeñas.
El resto del gobierno nacional trató de contenerse. El Presidente libertario Javier Milei emitió una breve declaración en X dando a entender que la sentencia prueba que no había un pacto espurio entre el gobierno nacional y el kirchnerismo. De paso, Milei vapuleó a los periodistas “ensobrados” que agitaron la versión de un entendimiento con la expresidenta.
Durante su visita a Israel el presidente dijo un poco más: el gobierno no se entrometió en los asuntos de la justicia, dejó actuar a los tribunales como debe ser en una república.
Pocos creen que Milei tenga demasiado peso en la justicia. El que está más entrenado en la digitación de fallos judiciales es Macri, el candidato tradicional de los poderes conservadores, que tiene un historial de haber sido sobreseído en múltiples causas. Macri celebró la decisión de la Corte Suprema, pero remarcó que era un día “triste”.
Milei actualmente está siendo investigado judicialmente por su rol en el lanzamiento de la criptomoneda chatarra $Libra.
La Ministra de Seguridad Patricia Bullrich tampoco intervino cuando sindicatos bloquearon autopistas en apoyo a Fernández de Kirchner. De hecho, el “protocolo antipiquetes” de Bullrich solo parece funcionar cuando las manifestaciones son pequeñas. Las marchas de los jubilados de los miércoles en el Congreso están aumentando en número, se suman los médicos del Hospital Garrahan y otras protestas.
Ahora hay que esperar la reacción movilizadora del peronismo y de la Confederación General del Trabajo (CGT) cuando Fernández de Kirchner se presente el miércoles en el juzgado.
La historia de resistencia del peronismo es mítica, se sabe. De pronto, en lo que parece una movida para evitar la movilización, fuentes del juzgado dijeron que no sería necesaria la presencia de la expresidenta en Comodoro Py el miércoles para hacer los trámites de un arresto domiciliario.
Fernández de Kirchner mantiene la iniciativa simplemente saliendo a saludar en el balcón de su casa a sus seguidores. Un sector de la prensa ahora está empecinado en amplificar las quejas de los vecinos por las masivas manifestaciones de apoyo en el barrio.
La inflación en mayo midió 1,5%, la más baja en los últimos cinco años. El oficialismo festeja el número, pero los salarios pierden contra los precios. La inflación ahora es en dólares. Caputo está lanzado en una carrera para emitir deuda y vender empresas públicas en un intento de conseguir dólares. La gran esperanza de Milei y Caputo es que baje el riesgo país para poder tomar más deuda. La agitación del peronismo, un movimiento de millones, por el arresto de Fernández de Kirchner no ayuda a eso.
Hubo otro hito en la semana: Máximo Kirchner, hijo de la expresidenta y presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, brindó por primera vez una entrevista televisiva. La situación de la expresidenta puede redefinir el perfil de Kirchner en el peronismo en un momento de convulsión y asamblea permanente. El contexto es impredecible, el futuro de Kirchner en el escenario político ahora tiene otra dimensión. Durante la entrevista por C5N, Kirchner apareció como un líder natural del sector, más allá de su apellido. “Esto se puede recuperar, así retomamos las relaciones y discusiones en 2018 y 2019. Hay sectores que tienen que tener la capacidad de reconocer lo que hizo Cristina. Si esto es un festival de egos, es más complejo. La trampa que hay que evitar son esas vanidades”, dijo Kirchner sobre el clima interno en el peronismo antes de la decisión de la Corte Suprema. Kirchner dijo que sigue dialogando con intendentes y dirigentes a pesar de las diferencias. “Yo creo que esto que está pasando con Cristina está propiciando un reencuentro de los dirigentes”, dijo.
Sobre los insultos de Espert a su hermana, Kirchner dijo: “Acá la regla en el oficialismo es la agresividad permanente. Sólo buscan destruir al adversario político, a través de diferentes herramientas que han conseguido. Habla mucho de él, del estado que tenemos a la hora de tener que dialogar”. Kirchner demostró capacidad política en un momento clave para el peronismo. Hay que ver cómo sigue en la senda que se le va abriendo como dirigente.
Un problema para el antiperonismo es que hay encuestas que muestran que casi la mitad de la población no cree que la expresidenta sea culpable. Muchos la perciben como una víctima del poder real del país.
Un desafío para el peronismo es el ausentismo electoral, especialmente en los distritos populares. Ahora suena una candidatura de Kirchner que se presentó con espontaneidad frente a las cámaras de C5N. Hasta confesó que juega a la Play Station con su hijo, derribando con estilo otra historieta del antiperonismo.
Fernández de Kirchner dijo que la intención de la Corte Suprema (el “Triunvirato títere”) fue imponerle un “cepo electoral”. Agregó que el gobierno nacional también usa un “cepo salarial” para planchar el dólar y controlar la inflación.
Juan Grabois, el activista social, por unos días abrazó la idea de la abstención como herramienta en las próximas elecciones. Las reuniones de unidad en el PJ incluyeron a Sergio Massa que dijo que “no compartía el análisis” de la abstención. Grabois ya no habla de no ir a votar. De hecho, el desafío para el peronismo ahora es manejar el arresto de Fernández de Kirchner en términos épicos y lograr una mayor asistencia a votar en sus bastiones. El desafío es convencer a la población de que a la expresidenta le tendieron una emboscada judicial y que hay que ir a votar.
Grabois protagonizó un pequeño acto de resistencia propio del peronismo cuando con un reducido grupo de activistas tomó lo que fue la sede del Instituto Juan Perón en Barrio Norte, que fue cerrado por el gobierno libertario. La policía lo detuvo un rato. La historia del campo nacional y popular está llena de acciones como la de Grabois.
No hay que ser peronista para criticar a Milei. Elisa Carrió, la líder de la Coalición Cívica, enfrentada históricamente con el kirchnerismo también demolió al gobierno nacional. Buenos Aires, dijo, “está más cara que Londres”. Carrió dijo que el Ministro de Economía Luis Caputo emite deuda en un intento de incrementar las reservas del Banco Central.
La inflación en mayo midió 1,5%, la más baja en los últimos cinco años. El oficialismo festeja el número, pero los salarios pierden contra los precios. La inflación ahora es en dólares. Caputo está lanzado en una carrera para emitir deuda y vender empresas públicas en un intento de conseguir dólares. La gran esperanza de Milei y Caputo es que baje el riesgo país para poder tomar más deuda. La agitación del peronismo, un movimiento de millones, por el arresto de Fernández de Kirchner no ayuda a eso.