RESEÑA
por Sebastián Diez Cáceres
La nueva novela de Leonardo Sabbatella (Buenos Aires, 1986) cuenta la vida de un corredor de carreras sólo campeón, como anuncia el título, después de muerto; una historia sin fisuras ni momentos fuera de foco que puede leerse también como alegoría del artista menor.
De resumirse una vida en pocas escenas, sin perder su vértigo, su vibración humana, la última novela de Leonardo Sabbatella parece un ejemplo correcto. El efecto se acentúa sin duda por la elección del tema, ya que el vértigo se encarna no solo en sus ceñidos párrafos, frases tajantes, sino en su arraigo en el imaginario de la velocidad. Todo transcurre como si viéramos la vida de Lozza, su protagonista, corredor de carreras que ambiciona el campeonato, precisamente a través de las ventanillas de un auto en movimiento. Primero es el niño en su bólido de juguete que colisiona con un jacarandá y de ahí en adelante se suceden los eventos en perfecta cronología: encuentros, pérdidas, nacimientos, funerales.
Quizás también sea su velocidad la que por momentos te haga perder el hilo. No hay barro donde hundir los pies y saborear. No hay estaciones en las que reposar y pensar la vida que se lee. No hay fuera de foco ni fisuras en las que depositar las inquietudes del lector. Lozza crece, pierde a su padre, se empareja, tiene una hija. Es todo demasiado liso, llano, arrojado. Y sí, tal y como un bólido. La humanidad de un personaje no se mide por los hechos que se podrían coleccionar en un álbum familiar, sino precisamente por aquellos eventos bizarros, en apariencia fantásticos, sui generis. Todo aquello de lo que escasea esta novela, a pesar de su final, pero sería demasiado espoilear.
O quizás Sabbatella eche mano a un motivo extemporáneo, lo digo en el sentido de lo poco explotado literariamente, sólo para hablar de otra cosa. Pasa que toda esta novela corta sobre las peripecias de un corredor de carreras opere tal vez como una metáfora del artista menor. De aquel que nació demasiado pronto y nadie le entendió, o cuyas obras no se saborearon sino después de su muerte. Este es el juego. Un artista, un corredor, que no goza de las mieles de la fama. Es decir, la banalidad, la vida misma.
Sobre un campeón póstumo
Leonardo Sabbatella
Mardulce
2023
96 pág.