Milei cedió en el G20 y firmó la Alianza contra el Hambre impulsada por Lula Da Silva. Pese a sus críticas iniciales, el presidente argentino adhirió al acuerdo liderado por Brasil. Aunque marcó diferencias ideológicas, su postura fue desinflada por las presiones internacionales y las negociaciones previas. Lula se anotó un triunfo diplomático en un encuentro con un Milei descolocado.
Aunque el gobierno argentino había anunciado un posible rechazo, Milei finalmente cedió a las presiones del consenso internacional. Rafael Bielsa, excanciller, señaló que el mandatario “no podía quedar aislado”, ya que las decisiones del G20 se construyen en base a acuerdos. Para Bielsa, la estrategia de Milei fue “hacerse el loco para adentro del país”, mientras cumplía con las exigencias internacionales.
Desde el entorno del presidente Lula, se destacó el rol de las conversaciones informales entre mandatarios, en las que varios líderes criticaron la postura argentina. Entre ellos, el presidente francés Emmanuel Macron, quien se reunió en Buenos Aires con Milei días antes de la cumbre, parece haber influido en la flexibilización de su postura.
Tensión en el inicio
La llegada de Milei a Río de Janeiro estuvo marcada por el protocolo y la frialdad. Lula, a quien el presidente argentino había calificado de “corrupto” y “comunista”, lo recibió con un saludo escueto y sin intercambiar palabras, marcando distancia. Milei, acompañado por su hermana Karina, posó para la foto oficial y asistió a la inauguración sin generar mayores gestos de camaradería.
En su discurso, Lula enfatizó la necesidad de unidad global frente a los desafíos actuales, como los conflictos armados, el cambio climático y el aumento de desplazados forzados. A pesar de los intentos iniciales del oficialismo por oponerse a la propuesta, la adhesión de la Argentina quedó confirmada tras arduas negociaciones.
Un discurso sin impacto
Cuando llegó su turno, Milei defendió su enfoque de libre mercado y criticó la intervención estatal como un obstáculo para el desarrollo. Argumentó que “el capitalismo de libre empresa” es la única vía para erradicar la pobreza, aunque evitó mencionar los altos índices de pobreza en su propio país. Su discurso, cargado de datos cuestionables, tuvo poca resonancia entre los presentes.
El presidente chileno, Gabriel Boric, respondió de forma indirecta al destacar el rol crucial del Estado en combatir la desigualdad, subrayando que las políticas neoliberales en Chile habían agravado la pobreza. Sin embargo, el formato del G20 no permite intercambios directos entre los líderes.
La victoria diplomática de Lula
El encuentro concluyó con la aprobación del acuerdo liderado por Lula, quien consolidó su posición como un referente diplomático en la región. La propuesta, que integra las recomendaciones de organizaciones civiles y sociales, reforzó el compromiso del G20 en la lucha contra la pobreza y el hambre, marcando un contraste con la postura individualista defendida por el gobierno argentino.