El Gobierno de Javier Milei apura los plazos para asegurar una inyección de fondos del FMI que permita mantener el dólar bajo y controlar la inflación, mientras enfrenta incertidumbre política y económica tanto a nivel local como internacional.
En un momento crítico para la economía argentina, el Gobierno acelera las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de una inyección de fondos frescos que permitan mantener el dólar artificialmente bajo y controlar la inflación. Con las reservas del Banco Central en terreno negativo, la administración de Javier Milei enfrenta una situación similar a la de 2018, cuando Mauricio Macri dependía del FMI para evitar un colapso económico.
El presidente Milei, en su discurso inaugural en el Congreso, generó confusión al anunciar que enviará el acuerdo al Parlamento en las próximas semanas para su aprobación, sugiriendo que podría no ser una deuda nueva, aunque el FMI aún no dio su visto bueno. En el Gobierno hay un intento por disfrazar este nuevo acuerdo como financiamiento al Tesoro, evitando que se considere un endeudamiento nuevo, algo que debe ser aprobado por el Congreso según la ley vigente.
En paralelo, el FMI fue cauteloso con sus declaraciones, insistiendo en que las negociaciones siguen en curso, pero que aún quedan detalles importantes por resolver. La situación es urgente para el Gobierno, que necesita alrededor de 20 mil millones de dólares para sostener el programa económico antes de las elecciones de octubre. Sin una resolución clara, los mercados internacionales mantienen su incertidumbre, aunque los bonos y acciones argentinas tuvieron un repunte leve en Wall Street.
Además, la tensión política crece en el Congreso, donde Unión por la Patria ya adelantó que no apoyará el acuerdo con el FMI, lo que podría generar una división en el bloque oficialista. Mientras tanto, los mercados internacionales observan con cautela y esperan una definición por parte del Gobierno y el FMI sobre la dirección que tomará el acuerdo.