Literatura. Sonidos, cuerpos exhaustos, pasajes de luz, rarezas del día común. El mundo laboral como telón de fondo opresivo. Los poemas de Eugenia Khedayán (CABA, 1984) encaran, sin excesos ornamentales, fugas imaginarias en la percepción hiperrealista de una ciudad inquieta. El encabalgamiento como forma de respiración.
Vuelvo del trabajo
Salgo mucho a veces vuelvo
(A veces vuelvo, Catupecu Machu)
el uniforme vuela
una mano baja el cierre y la otra
hace click en una playlist
la primera canción me conversa
asoman respuestas que hoy
nadie me dio
acostada en el sillón
ojos cerrados las notas vibran
del parlante hacia mi pecho
la voz me incita a salir
mucho volver a veces pero yo
sólo quiero irme
en fuga musical
quiero y me voy
polvo tornasolado sin cuerpo
de repente soy
estrella de mar o mejor
medusa fantasma
suspendida
al fondo del océano
Domingueros
Dos de la tarde una familia
me atraviesa mientras camino
el boulevard Charcas el sol
de primavera me ciega
una nena de 3 años charla animada
sus padres atentos, parece
nada los apura
quisiera quedarme pero
acelero el paso y robo
10 minutos al trabajo
una compra urgente en el super
no hay fila los domingos
descansa la gente
pasea toma mate, salvo
este cajero los mozos taxistas
empleados del shopping y yo
laburantes que no sabemos
qué es comer hasta reventar
asado dominguero y siesta del vino
me prometo en unos años sí
darle a mi cuerpo eso que pide
vereda árboles sol
24 horas más de descanso
menos pantalla y olor a encierro
me prometo, lo sé, falta poco
en uno u otro sentido
Tengo el cuerpo cansado
de subtes y combinaciones
autos bocinas semáforos
perdí el tren y la culpa
llegué tarde quedé afuera
no recuerdo por qué tanto
quise esto o aquello
es sábado y camino
hasta quemar mis pies
el boulevard Charcas
manto verde arbolado
es canto de pájaros
de horas difusas
la luz decae pero igual
nada termina
una frazada
un té
el calor de la estufa
su rojo tiñe las paredes
Dedos veloces golpean teclas
brazos tensos trabajan
el rumor crece
repiquetean palabras a través de monitores
nadie conversa
abandonaron cuerdas guitarras pianos
pinceles o acuarelas
dedos cansados pulsan botones
de un ascensor a otro
arrastran su último aliento encienden
microondas segunderos comidas recalentadas
que apenas mastican
nadie conversa
no hay mucho que contar
brillante o legendario
eclipsa la pantalla 50 pulgadas
un canal de viajes un paisaje
sueño de eternas vacaciones
Eso que ya no querían esperar
“no hay nada más
que puedas hacer»
una chica dice a otra
en el bar donde escribo
amantes amigas hermanas
todo o nada de eso
poco importa, tan sólo
me pregunto cuál fue
la herida y su profundidad
eso tan irreparable
que ahora las aleja
«nunca estás» «no entendés» (imagino)
gritos estruendos de puertas
el velador encendido de madrugada
eso que ya no querían esperar
en aquella mesa distante
no hay réplica ni llanto
y no sé si me duele
su falta de resistencia
o la lucidez de esa mujer
se levanta abre la puerta
y se va

Eugenia Patricia Khedayán nació en 1984. Reside en CABA. Es abogada laboral y docente. Participa del taller “Fuga y Queda” a cargo de Andi Nachon desde el año 2025. En el 2024 se publicó su primer poemario Que tu boca jamás roce mi cuello (Editorial Leviatán). Desde el 2024 organiza el evento de lecturas “AntiCiclo Poético”. Entre 2019 y 2024 concurrió al taller que coordina Osvaldo Bossi. En 2023 asistió al taller de Jacqui Casais y formó parte de la antología Nuevos versos nuevos mundos (Demolición en suspenso ediciones, 2023).


