CAPUTO APUESTA A UN NUEVO BONO EN DÓLARES Y SUSTITUYE TÍTULOS QUE PAGABAN 0,75% POR OTROS DE RENDIMIENTOS MUCHO MÁS ALTOS

El ministro lanzará esta semana una emisión para cubrir vencimientos por US$ 4200 millones del 9 de enero. Los bonos creados en 2020, con cupones muy bajos, concentran el rechazo de los inversores, y su reemplazo implica una renta mínima del 6,5%, aunque el mercado anticipa que podría trepar hasta el 10%.

El ministro lanzará esta semana una emisión para cubrir vencimientos por US$ 4200 millones del 9 de enero. Los bonos creados en 2020, con cupones muy bajos, concentran el rechazo de los inversores, y su reemplazo implica una renta mínima del 6,5%, aunque el mercado anticipa que podría trepar hasta el 10%.

Luis Caputo presentó la operación como un regreso “pleno” a los mercados internacionales, pero el movimiento se asemeja más a un reemplazo de pasivos que a una mejora de la estructura de deuda. Los nuevos títulos en dólares, que el Ministerio colocará este miércoles, permitirán afrontar los pagos de capital e intereses de enero, estimados en US$ 4200 millones. Si bien el funcionario insistió en que la tasa del 6,5% es “más baja” que la de los bonos actuales, el contraste real se da con los papeles surgidos del canje de 2020, que pagan apenas 0,75% anual y tienen un diseño que el propio Caputo describió como “raro”.

El ministro, en diálogo con A24, argumentó que esos títulos —creados por Martín Guzmán— nunca lograron despertar interés del mercado, en parte por su estructura de amortizaciones semestrales y, sobre todo, por los cupones extremadamente bajos para el contexto global actual. Con una tasa internacional cercana al 4%, los bonos quedaron prácticamente fuera del radar de los fondos de inversión. Caputo apuesta ahora a que una renta sustancialmente mayor reactive la demanda, aunque los analistas advierten que, si la colocación se concreta alrededor de los US$ 90 por cada US$ 100 nominales, el rendimiento efectivo podría ubicarse más cerca del 10% que del 6,5%.

El movimiento beneficia de manera directa a los tenedores de los títulos que vencen el 9 de enero —alrededor del 80% en manos privadas, con el resto en organismos públicos como el FGS de Anses y el Banco Nación—, ya sea por la mejora inmediata en precios o por la expectativa de valorización futura. Caputo sostiene que una mayor demanda traccionará las cotizaciones y brindará a los inversores una ventana para desprenderse de posiciones castigadas o recomponer valor contable. Sin embargo, el efecto sobre el riesgo país sería marginal: se trata de una operación acotada dentro de un stock de deuda mucho más abultado y en un país donde persisten las dudas sobre la disponibilidad de dólares para cumplir compromisos.

En paralelo, la movida vuelve a abrir discusiones sobre las reglas para renegociar pasivos. La Ley de Administración Financiera exigía mejoras en plazos, tasas o capital, pero el DNU 846/2024 eliminó esa restricción y amplió la discrecionalidad del Ejecutivo. La emisión de esta semana será la primera prueba concreta de ese nuevo marco, en un escenario donde el gobierno busca atraer inversores a fuerza de rendimientos más altos y en medio de una economía sin divisas suficientes para aliviar la desconfianza.

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