Ayer, 14 de febrero, falleció Alejandro Valentín Rubio, a pocos días de haber cumplido 57 años. Poeta de una inteligencia incisiva, gran conversador, lector y polemista, fue reconocido en vida por una obra poética que trabaja la sátira política con, como ha dicho la crítica, “un castellano perfecto”.
Con sus primeros libros Música mala (1997) y Metal pesado (1999), Rubio se ganó un lugar privilegiado en la generación de los noventa, que luego siguió apuntalando con libros como Rosario (2005), Diario (2009/2017), Iron Mountain (2018) y su Autobiografía podrida (2010). En 2012 la editorial Gog & Magog reunió en La enfermedad mental la obra publicada hasta ese momento, junto a ensayos críticos de Daniel García Helder y Ana Mazzoni; en 2018, Sebastián Lingiardi estrenó Imagen mala, una película que traduce, del verso al fotograma, la estética singular de Rubio.
A modo de despedida y homenaje, publicamos un poema de Martín Gambarotta, amigo y colega de Alejandro Rubio desde los primeros tiempos.
Un amigo se está muriendo no hay nada que hacer contra una fiebre pulmonar de febrero tiene un tubo por la boca que le llega hasta la garganta alimento por goteo es cuestión de cuándo desenchufen todo ese cablerío que se ennegrezcan los monitores para dar por terminado el aire y así poner fin al que fue una personalidad de cristal a la que se debía tratar con cuidado una personalidad de cristal, una enfermedad mental que cuando la desafió se volvió una enfermedad de cristal hecha trizas por una obra de metal que ahora adquiere su significancia total; dos ambulancias duermen un rato a la entrada de un hospital del estado morfina, tarea fina chau Rubio hermano.