Washington se quedó con un buque sancionado en aguas caribeñas, lo que generó una inmediata denuncia de “piratería internacional” por parte del Gobierno venezolano. La embarcación transportaba crudo y estaba registrada en operaciones previamente penalizadas.

Estados Unidos incautó un petrolero de gran porte frente a las costas de Venezuela en una operación realizada por agencias federales con apoyo militar. El presidente estadounidense confirmó la acción y definió al buque como uno de los más grandes retenidos hasta ahora. Según los registros marítimos, se trataba de un VLCC vinculado a maniobras sancionadas desde 2022 y que había partido de un puerto venezolano rumbo a Cuba. La Casa Blanca enmarcó el procedimiento en su política de presión económica sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
La reacción de Caracas fue inmediata. El Gobierno venezolano acusó a Washington de “robo descarado” y “piratería internacional”, y adelantó que llevará el caso a instancias multilaterales. Funcionarios del país caribeño sostuvieron que la incautación busca apropiarse de recursos energéticos bajo pretextos políticos, en continuidad con el esquema de sanciones que afecta al sector petrolero desde hace años.
El episodio eleva la tensión entre ambos países y repercutió en los mercados energéticos, donde se registraron movimientos al alza por el riesgo geopolítico. Analistas consultados señalaron que la operación forma parte de una estrategia más amplia que combina sanciones, despliegues militares y controles marítimos en el Caribe. Según esa lectura, la incautación del petrolero consolida un escenario de mayor confrontación diplomática y comercial en la región.


