Encuesta literaria
Continúa la encuesta literaria a escritores en sus provincias. Después de María Lobo (Tucumán, 1977), responde las tres preguntas sobre centro y periferia, mapas contemporáneos, descentramientos y re-centramientos, el poeta Federico Leguizamón (San Salvador de Jujuy, 1982).
El esquema centro y periferia, ¿sirve para pensar la literatura argentina actual? En tu propia escritura, ¿qué importancia le atribuís a ese esquema en términos estéticos, ideológicos, sociales y de circulación?
Sería lindo pensar la literatura argentina sin el esquema Periferia-Centro. Escritores argentinos del siglo XX, como Héctor Tizón, Juan L. Ortiz, Jorge Leónidas Escudero, dan la imagen de una literatura del interior como centro. Hay humanos que no tienen fronteras. O que trabajan para eliminar las fronteras y los centros.
En mí este esquema funciona como un disparador para plantear una literatura moderna que no tenga los tópicos de los escritores del interior: ese nacionalismo folklórico tipo Martín Fierro, el masticar las respuestas a los planteos del Centro, el sentimiento y la figura de autor tipo Literatura nazi en América de Roberto Bolaño o Carlos Argentino Daneri de Jorge Luis Borges. Estéticamente me interesa pensar en poner a mi provincia en el mapa. Cito: pinta tu aldea y pintarás el mundo. Utilizar toda la literatura de Argentina y sumarle mi lugar en la frontera al norte.
El centro económico es Capital Federal, ciudad de Buenos Aires, y ahí se concentran editoriales, público y actividades culturales.
Desde la provincia se arma un sistema en donde cada poeta conecta con alguien de afuera. Lo instalado por los medios se vuelve realidad y de calidad, y por el momento esos medios están en Buenos Aires.
Creo que el artista debe moverse físicamente o a través de la red, y en la comunicación que es su arte, arma su circuito. En las capitales, además de la grasa, se concentra mayor cantidad de gente y eso puede ayudar al debate y saber qué es lo que vale para una sociedad. A mí me gusta lo que pasa en las capitales, vivo en un pueblo del interior porque ayuda a cierta perspectiva, derrota, y esperanza en la soledad, esto no es positivo para la vida, pero así se dio por decisión o destino, ver economía personal, en dónde a uno le conviene estar. Difícil respuesta. Hoy estoy aquí, mañana me iré, dice la canción, pasado mañana, dónde me encontraré.
Para mí desde Jujuy es importante la literatura rioplatense y la literatura producida en el territorio hoy conocido como Argentina porque primero me pone en una tradición que me interesa: ser un escritor de la literatura argentina. Después, Jujuy como lugar de tránsito y frontera con Bolivia y Chile, es todavía un aporte más para el escritor que nace o que vive o que decide quedarse por estas tierras de cordillera pues su perspectiva lo puede mover entre el indigenismo más puro y la urbanidad más salvaje del multicultural país.
Es común hablar del unitarismo cultural argentino, cuyo centro ineludible sería la ciudad de Buenos Aires. En el caso de tu escritura, ¿reconocés conexiones estéticas por fuera de esa relación? Con autores o tradiciones de otras provincias, países, culturas, idiomas, etc.
A la idea de la conferencia de Borges “El escritor argentino y la tradición”, que dice que al descender de los barcos al argentino le pertenece la tradición de todo el universo, hay que sumarle la tradición de los humanos que ya habitaban estas tierras que van desde Ushuaia hasta Alaska. Si la escritura o el escritor es un invento europeo, ante eso el escritor latinoamericano tiene que inventarse entre el machete y la pluma.
Si se quiere, para armar un mapa argentino-porteño-latinoamericano, esa mezcla que puede darse entre Borges y García Márquez sin caer en el aburrimiento, hoy siglo XXI podría ser Aira-Bolaño, en prosa, si alguien quiere escribir el gran texto latinoamericano, que probablemente no interese en el centro pues el centro solo piensa en el centro; nomás se le puede desear buena suerte y a cruzar los dedos para ese autor deseoso.
En mi caso viví en San Salvador de Jujuy, en San Miguel de Tucumán, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en Copenhague, Dinamarca, y como testigo, suerte o educación, simplemente estando, armé una red que para mí es el centro de la cultura de esas ciudades y en consecuencia del mundo. Hay que salir del pueblo, aunque duela, un joven del interior lo vive a los 17 años cuando se va (en mi época uno se iba) lejos de la familia para estudiar a una universidad. Hay que buscar a los poetas que están en la misma que vos, y a veces ellos no están en tu pueblo.
En mi caso por fuera de Buenos Aires sí veo conexiones con escritores de otras provincias. Activar me llevó a la vinculación. En el Litoral Manuel Podestá, Julián Bejarano, Christian Monti; en Mar del Plata Luciana Caamaño, Flavia Garione; en Bahía Blanca Nico Guglielmeti; en Santiago del Estero Francisco Avendaño; en Tucumán Sebastián Nofal; en Salta, Noelia Gana, nombro algunos.
El país creció y cada pueblo hace su movida con mayor identidad y seguras conexiones; nos unen políticas estatales, amigos, familias, campeonatos de fútbol e ídolos artísticos, que sí, algunos provinieron de Buenos Aires. Con estos escritores veo inquietudes y búsquedas iguales a las mías. Viven en otras provincias de mí mismo país y tienen los mismos problemas o aciertos que yo.
¿Podrías hacer un boceto del circuito artístico en tu provincia o localidad? ¿En qué lugar de ese mapa te ubicarías en tanto artista?
Jujuy se remite a la tradición del europeo que llegó y domina, del indigenista que aguantó y resiste esperando su momento. La vanguardia artística que me interesa surge a pesar o por esto mismo.
Yo provengo de un barrio a cinco kilómetros del centro. Estudiaba en lo que llamo centro, y siempre estuve en lugares centrales y de poder. Pero sintiéndome marginal, pues acaso el arte, creía, proviene de los marginales, los desplazados, dar voz a los que no la tienen, creía. Cuando realicé mi obra artística era un viaje del barrio al centro, y aunque tiene mucho de real, también tiene algo de una imagen que me armé. Llegué a lugares muy centrales, siempre estuve en lugares centrales en todos los lugares en donde viví. Pero siempre atento al margen, o pensando el margen como centro –la historia del arte me indica que es así el movimiento. Me gusta lo alternativo a lo hegemónico, no sé, siempre tuve esta visión, de ese quiebre, en donde de esa grieta nace una estética, una escritura.
Desde lejos a Jujuy no se lo ve, no existe. Lo comprobé viviendo lejos. Con Argentina pasa lo mismo, se la ve por su inflación económica.
Entonces sí estoy al margen del margen, pero respondiendo esto en este momento estoy en el centro con los del centro que también son o conocen el margen del margen o el margen del centro pero que son, ya dije, el mismo centro. O me la creí que estaba en el margen y siempre estuve en el mismo centro, la verdad para ser sincero. Creo que la idea es transformarse en un centro-turístico, como Kafka-Praga, Pessoa-Portugal, Coronel Pringles-Aira.
Con los años, viendo que mis textos circulan (¿circulan?) en Jujuy, y que activo con eventos o gente, creo que estoy en un lugar central porque estoy en actividad, sin embargo, creo que para la hegemonía política económica e histórica de mi pueblo estoy afuera; ellos esperarían un escritor de su gueto. Mientras se espera eso, un escritor blanco de familia hegemónica con talento y suerte y algo de marginal o rebelde, en Jujuy hay autores que activaron conscientes de su lugar en la historia y en la sociedad y son los que con paciencia y sabiendo de estas dificultades hacen algo: escribir, publicar, buscar una estética propia del pueblo pero con proyección en los textos o en la figura de autor, escuché alguien dijo, cuando comentaba estas preguntas, algo serio y comprometido, y aunque la economía y la situación laboral del pueblo los deje en los márgenes, cada uno armó su propio circuito. La hegemonía de Jujuy se durmió en los laureles, y le tomaron el poder literario instalando un gusto acorde a los tiempos actuales. De pronto la zona parece vanguardia por estos marginales escritores nacidos en territorio argentino. O acaso eso es lo que quiero, sentirme acompañado ¿pero a quién engaño? El tiempo dirá. La soledad te hace estar en el margen, hasta que ese margen se transforma en centralidad.
Yo estoy en tránsito, entre el margen y el centro, y me siento el centro: sí, cuando escribo un texto me siento en el centro del mundo y que mi fuerza se expanda para la paz en todo el orbe, mis textos o, también, los textos de mis pares. Dice Dante: la obra abre paso al artista, así que me concentro en eso, la obra no tiene fronteras, es el centro total. Leí la Divina Comedia a los 17 años. Gran iluminación, recuerdo queriendo volver a ese momento. Florencia no era Roma, el Dante era yo.
Federico Leguizamón (San Salvador de Jujuy, 1982). Ha publicado The sounds of la galaxia (Ese es otro que bien baila), Cantos del desierto y la montaña (Neutrinos), Cuando llegó la brigada amanecía en el barrio (Palabras Amarillas) entre varias ediciones de autor y fanzines. Participó en diversas antologías y fue invitado a leer en encuentros y festivales literarios del país. Colabora en bazaramericano.com. En instagram es @federico.leguizamon.ok