Después de que el primer trimestre cerrara con datos positivos, proyectan un retroceso para los próximos meses. Algo de esto ya se empezó a ver en los relevamientos sectoriales de abril.
Tal como se percibió en los datos oficiales difundidos durante las últimas semanas, en el primer trimestre del año se observó un crecimiento en la actividad económica que estuvo impulsado, entre otros factores, por el consumo. Sin embargo, de acuerdo a estimaciones privadas, esta tendencia se modificaría hacia adelante: advierten que la demanda interna se resentirá por el impacto de la aceleración de la inflación.
Por caso, según los datos de INDEC, las ventas en supermercados crecieron marzo 3,8% y acumularon un alza del 1,9% en el primer trimestre. Por su parte, las ventas en los grandes centros comerciales tuvieron un alza del 6,9% interanual.
Es que, tal como se desprendió del último EMAE, el “Comercio mayorista, minorista y reparaciones” fue una de las divisiones que mayor incidencia positiva tuvo en la variación interanual de la actividad económica, que creció 1,3% en marzo y acumuló una mejora del 1,5% en los primeros tres meses.
A partir de estos registros, las proyecciones privadas hacia los próximos meses no son tan optimistas. Es que se prevé un frenó en el nivel de actividad, producto -entre otros aspectos- de un consumo con menos impulso.
“Esperamos que todos los componentes de la demanda agregada se vean deteriorados durante 2023. Por un lado, prevemos un retroceso para el consumo privado, que sufrirá el deterioro del salario real y de los ingresos de los hogares más dependientes del Estado (beneficiarios de asignaciones, jubilaciones, etc.) ante una escalada inflacionaria que no esperamos que pueda ser mitigada completamente por las negociaciones paritarias y ante el escaso espacio fiscal para impulsar una robusta política de ingresos”, analizaron desde Ecolatina.
“En este marco, el poder adquisitivo de los trabajadores registrados exhibiría el sexto año consecutivo en caída (calculamos un -2% para 2023), mientras que la corrección de las tarifas de servicios públicos impactará de manera directa sobre el ingreso disponible para consumo de las familias”, detallaron desde la consultora.
Consumos: cuáles son las proyecciones
En la misma línea, desde LCG proyectaron: “Con una inflación sobre un piso del 7-8% mensual, la velocidad con la que se pierde poder adquisitivo genera una sustitución de consumo ‘suntuoso’ (relacionado al ocio) por consumo esencial (supermercado, por ejemplo), por lo que no somos optimistas a que el consumo traccione la actividad. Esto resulta de relevancia, dado que en 2022 el encarecimiento del dólar paralelo generó una sustitución de ahorro por consumo, condimento que no vemos que vaya a estar presente durante este 2023”.
En tanto, desde Fundación Capital adelantaron que “todos los motores de la actividad económica muestran signos de deterioro”. “La caída en el poder adquisitivo de las familias, que podría profundizarse con una inflación en ascenso, se sentirá en el consumo privado, que caería un 1,4% i.a., aunque con heterogeneidades entre rubros”, estimaron.
En ese escenario, los primeros relevamientos privados y sectoriales vinculados al consumo exhibieron en abril variaciones negativas. Por caso, desde Scentia advirtieron que el consumo masivo cayó 0,3% interanual en abril, para acumular una contracción de 0,6% en los primeros cuatro meses del año.
Por su parte, las ventas minoristas pymes tuvieron una leve contracción del 0,1% anual, por lo que acumularon una retracción de 0,7% en el primer cuatrimestre del año, según la CAME. En la comparación mensual, en cambio, los comercios vendieron 0,7% más que en marzo.
“La situación del comercio está siendo delicada. Los costos suben a diario y el 55% de las empresas consultadas manifestó que tuvo dificultades para abastecerse de mercadería en abril. Los negocios más complicados fueron perfumerías, ferreterías, materiales de construcción, eléctricos e indumentaria”, explicaron desde la entidad.
FUENTE: Ámbito Financiero.