Las reuniones bilaterales del G20, el milagroso modelo argentino según Milei, la posible división de la derecha, los hilos de Elon Musk y el destino de la literatura; por Martín Gambarotta.
El presidente libertario Javier Milei piensa que la vida política le sonríe. El riesgo país sigue bajando y lo mismo hace la inflación, los bonos suben y el presidente mejora en las encuestas. Las preocupaciones pueden esperar: el país es caro en dólares y el Gobierno todavía quiere seguir aumentando las tarifas de los servicios públicos. A Wall Street le gusta la situación, pero el día a día para el ciudadano medio está cerca de ser invivible. En el corto plazo todo anda bien, pero a su vez todo anda mal.
Milei se sigue considerando a sí mismo un prócer ya consumado, a pesar de que todavía no lleva un año de mandato. El presidente alardea que economistas de todo el mundo quieren conferenciar con él y que Argentina ya es un modelo económico milagroso a nivel global. Milei no guarda paciencia con los críticos. Tiene una inquina especial con el periodismo. A los periodistas que lo critican les dice “ensobrados” y “torturadores”. El detalle es que Milei sólo le concede entrevistas a periodistas amigos, que son muchos, y que no suelen repreguntar. Así la narrativa libertaria en boca de Milei se vuelve repetitiva.
El presidente tiene que atender asuntos de Estado donde se vuelve más complejo ocultar las contradicciones. Milei viajó a Rio de Janeiro para la cumbre del G20. El presidente de Brasil Lula da Silva, según Milei, es un “comunista corrupto”. El detalle es que también es el socio comercial más importante de Argentina. Da Silva recibió a Milei en Rio con un frío saludo. El líder libertario había aterrizado para la cumbre: acá estaba su oportunidad de pegarle una patada al tablero global negándose a firmar, por ejemplo, la declaración del G20. También podía romperle en la cara el plan de lucha contra el hambre que auspicia Da Silva. Milei no hizo nada de eso. Se conformó con declamar su descontento con un discurso, pero en los papeles fue sólo una protesta de la boca para afuera.
Tampoco Milei le puede hacer favores al expresidente ultraderechista de Brasil Jair Bolsonaro. Los bolsonaristas acusados de golpistas por la justicia de Brasil que se refugiaron en Argentina ahora tienen orden de arresto. A Milei le gusta decir que es el faro de Occidente en el mundo, pero tiene pocos aliados en la región y en el mundo.
Milei tuvo que desistir con su embestida personal contra la China “comunista”, que hace rato abrazó políticas económicas de mercado. En Río, Milei se reunió amistosamente con el presidente chino Xi Jinping. Argentina tiene un canje de divisas con China y depende de la buena voluntad de Xi para mantenerlo vivo, por el bien del Banco Central. Durante la reunión bilateral Milei estuvo muy cerca de un sucio trapo rojo: era la bandera de la República Popular de China. Así Milei aprendió que las cumbres del G20 sirven para que los líderes mundiales charlen entre ellos y no para quemar banderas. Tal vez Xi pudo explicarle a Milei que el Muro de Berlín cayó en 1989 y que ser “anticomunista” no significa mucho en este tiempo. Igual, Milei hace uso de su retórica libertaria: ahora le dice “comunista” a la flamante presidenta de México.
En estas coordenadas, la diplomacia argentina tiene que hacer equilibrio para mantenerse en buenos términos con los Estados Unidos del presidente republicano Donald Trump, que quiere restringir las importaciones a su país, y China. Milei tuvo otra bilateral con el presidente indio Nerendra Modri. También hubo tiempo para reuniones con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo que más entusiasma al equipo económico argentino, comandado por financistas acostumbrados a jugar en ese casino que es Wall Street, es la posibilidad de tomar deuda tanto del FMI como de prestamistas privados. De ahí la algarabía con la baja del riesgo país: puede desatar un festival de bonos, con fuertes comisiones bancarias para todos en el mundo de las finanzas.
Emmanuel Macron, el presidente de Francia, estuvo en Buenos Aires antes de la cumbre. Macron parece haberse otorgado la tarea de contener a Milei, en esencia un ultraderechista, para que no se desbande tanto en el escenario mundial. La llegada de Macron a Buenos Aires incluyó una visita a la iglesia donde trabajaban las dos monjas francesas desaparecidas durante la última dictadura militar.
Todos los presidentes argentinos gozaron con las visitas internacionales y sus viajes a cumbres en el exterior. Milei no es la excepción. Está convencido de que es un fenómeno mundial. Es amigo, después de todo, de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, dueño de la red social X y futuro funcionario desregulador de la nueva administración Trump. Musk difunde informes económicos favorables a la Argentina en X. El tema es que todo este despliegue de la nueva derecha está comenzando a encontrar respuesta. ¿Nadie le ve los hilos al hecho que Musk controle X y a la vez sea funcionario del gobierno de los Estados Unidos? Sí: Brasil.
Brasil hace poco le ganó una batalla legal a X, que obligó a Musk a ceder y pagar una fuerte multa en ese país después de librar una batalla contra el sistema judicial.
Y ahora Janja da Silva, esposa del presidente de Brasil, con las luces del G20 enfocando, maldijo a Musk en público. Musk reaccionó en X diciendo que Da Silva perderá las próximas elecciones presidenciales. En cambio X, para Milei, es el lugar donde habita la antorcha de la libertad para luchar contra el periodismo tradicional (“legacy media”, como Musk le dice en inglés). Muchos se están mudando a Bluesky, una red social alternativa lejos de la “máquina de odio” que es X.
Hace tiempo que X está lleno de pandillas libertarias y derechistas que se vuelcan cada vez más a la derecha, envalentonados por el resultado electoral local. Algunos de esos agitadores en X ahora están decididos a jugar políticamente en el mundo real a favor de Milei.
Daniel Parisini, conocido en las redes como el Gordo Dan, encabezó un acto en San Miguel, provincia de Buenos Aires, para lanzar una nueva agrupación libertaria, Las Fuerzas del Cielo. La estética del acto era falangista, salida de una plaza de armas en la época de Francisco Franco. En su discurso el Gordo dijo que la nueva agrupación era el “brazo armado” de Milei. En algún momento la agrupación aclaró que por armas se refería a los teléfonos celulares que le sirven para interactuar en las redes sociales. El grupo, se dijo, es más bien el “brazo protector” de Milei, pero el chiste no cayó bien. En el Gobierno cerraron filas. El primer funcionario en apoyar al Gordo fue el ministro de Economía Luis Caputo. “Al Gordo Dan lo banco a muerte”, dijo Caputo el jueves. (Caputo aprovechó para decir que el Gobierno piensa terminar con el cepo cambiario el año que viene). El jefe de Gabinete Guillermo Francos dijo que el Gordo sería un buen candidato.
Lo llamativo es que la flamante falange del Gordo juró estar con Milei “hasta el final”, lo que implica que ven que esto en algún momento se termina. Lo que no anticipa la agrupación es qué tipo de “final” le espera a Milei. Igual, el grupo logró su cometido aprendido en las redes sociales: dio un golpe de efecto, llamó la atención.
En la extensa entrevista con su periodista amigo, a Milei no se le preguntó por las nuevas falanges del Gordo Dan (que fue denunciado en la justicia por instigación al odio). En cambio, hubo una pregunta sobre la relación de Milei con la vicepresidenta Victoria Villarruel, una ultranacionalista distanciada del círculo de poder del presidente hace rato, que ahora se declara admiradora de Isabel Perón. Se sabe que Milei no se lleva bien con la vicepresidenta, pero lo que llamó la atención es que optó por descalificarla por completo en público. Villarruel, dijo Milei, está cerca de la “casta” y no participa en absoluto en la toma de decisiones. Milei quedó al borde de decir que la vicepresidenta conspira en su contra. Esto implica en el largo plazo que, si Milei elige ir por la reelección, lo más probable es que no lleve a Villarruel como compañera de fórmula. La pregunta es si Villarruel, que no mide mal en las encuestas, optará eventualmente por dividir el campo de la derecha y lanzar su propia candidatura presidencial. La frustración para Milei es que no puede despedir a Villarruel como sí lo hizo sumariamente con varios funcionarios de alto rango, incluyendo hace poco a la ahora excanciller Diana Mondino, por un voto en contra del bloqueo a Cuba en las Naciones Unidas.
Las cesantías, como si se tratara de una corporación que tritura gerentes, son comunes en la administración Milei. El último despedido fue el jefe de la Fuerza Aérea, acusado de utilizar aviones oficiales para vuelos personales. También es investigado por acoso y abuso sexual.
Otra incertidumbre es la relación de Milei con el expresidente Mauricio Macri, el jefe del partido de centroderecha PRO. La aprobación del presupuesto está trabada en el Congreso. También hay desacuerdos con el plan del Gobierno para eliminar las primarias obligatorias PASO y una reforma a la ley de partidos políticos. El proyecto de “ficha limpia”, diseñado para impedir que personas con condenas judiciales en doble instancia puedan ser candidatos y auspiciado por el PRO, no logró ser debatido por la Cámara de Diputados. Todos estos proyectos se vuelven porotos de una negociación permanente entre Milei y Macri en el Congreso, que también incluye a los volátiles radicales. Los gobernadores además reclaman por un presupuesto que refleje sus intereses. Lo que está en riesgo es el decreto presidencial que le permite a Caputo renegociar deuda sin la venia del Congreso.
En este contexto, el exgobernador peronista de la provincia de Entre Ríos Sergio Urribarri fue arrestado para cumplir una pena de ocho años en prisión, por cargos de corrupción en el manejo de fondos públicos. Además, hay ruidos en la Confederación General del Trabajo (CGT): renunció el camionero Pablo Moyano a la conducción de la central obrera. Moyano venía predicando un discurso combativo que no encontró eco en su padre Hugo Moyano. El gremio de camioneros se queda en la CGT, pero Pablo Moyano, que reclamaba una marcha de protesta para el mes que viene, pidió la salida.
Milei, mientras tanto, se encontró con una verdadera aliada cuando se reunió en Buenos Aires con la ultraconservadora Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia. Hubo cena en Olivos y reunión bilateral en la Casa Rosada. Lo que Milei necesita ahora son consejos para mantener a la derecha unida.
La derecha posiblemente se está dividiendo sin darse cuenta, pero intenta imponerse como el discurso hegemónico en la vida diaria. Existen las cruzadas ultraconservadoras en los medios masivos de comunicación. Un escándalo fue el llamado a censura de un grupo de novelas incluidas como lectura para estudiantes secundarios en la provincia de Buenos Aires. Los periodistas, en especial las estrellas de las emisiones matutinas de Radio Mitre, apuntaron especialmente contra la novela Cometierra de Dolores Reyes, que tiene escenas de sexo. La historia de la literatura está llena de casos en los que se buscó la censura de textos contemporáneos basándose en cuestiones morales. Los cruzados lograron una sola cosa: el aumento en las ventas de Cometierra. Así la novela cumplió con su destino gracias a una operación de prensa enemiga: transformarse en un clásico de su tiempo.