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LITERATURA DE BASE DE MARTÍN GAMBAROTTA

Reseña.

Los ensayos y prosas reunidas del poeta Martín Gambarotta (Buenos Aires, 1968) definen una idea de la función social de la poesía que va a contramano de la hegemonía cultural de varias décadas y que se emparenta al análisis político. Publicados originalmente entre la plaquette Para un plan primavera (2012) y el poemario Sangría (2023), la mayoría de los ensayos reunidos en el reciente Literatura de base revelan el período de mayor producción de Gambarotta: un período que le exigió no solo buscar una nueva forma para decir, sino sobre todo un nuevo género.

por Nicolás Ricci

Literatura de base compila la obra ensayística, o al menos en prosa, de Martín Gambarotta, que estuvo desperdigada en revistas y antologías desde 1995 hasta hoy. Es posible preguntarse en qué medida pueden ser ensayos estos escritos. En principio, parecerían participar de la noción original, renacentista, del ensayo en el sentido de tanteo, de escritura experimental y abierta y de acercamiento tentativo a un tema. Como el autor tiende a las búsquedas extremistas, el libro se compone de una gran variedad de estilos y lógicas. En algunos textos, se ejerce una crítica literaria con rigor documentado. En otros, el tema se codifica como en una novela en clave, y queda en manos del lector descifrar el trasfondo referencial. Otros textos, de coyuntura, no están lejos de las columnas semanales de realidad política que Gambarotta escribe hace décadas, pero se diferencian al desligarse del material del presente inmediato, poniendo la reflexión en fenómenos más generales y vinculándolos además con la estética. También hay entrevistas, intervenciones orales y prosas poéticas, algunas inéditas. Es evidente, sin embargo, que late bajo todos estos textos un mismo programa. De hecho, lo impresionante es que, aun cuando casi nada quedó afuera de la compilación, no hay una sola página desubicada, un solo párrafo que no haga sistema con los demás del libro y con la obra en verso. La heterogeneidad formal y la unidad de fondo podrían ser consecuencias de la decisión de dar pocos textos a la imprenta: el tiempo favorece la variación del estilo a la vez que hace que las ideas maduren. 

En realidad, el mencionado tanteo es constitutivo en Gambarotta, en tanto en su obra siempre hay una interdependencia entre contexto y expresión. Cierto análisis político del presente condiciona lo que hay que decir y sobre todo cómo. Ahora bien, no hay el poeta Gambarotta por un lado y el analista político por otro: es una buena lectura de los tiempos lo que otorga la posibilidad de articular un discurso poético cargado de potencial. Un discurso vivo, entre tanta letra muerta. La premisa base es que los discursos no duran para siempre, sino que, perimidos por la historia, deben ser abandonados, y la poesía es, de las actividades humanas, la que suele arribar primero a una nueva lengua. Estas nociones no se limitan al uso de la poesía en sentido estricto. Esa lectura de contexto lo lleva a Gambarotta a preferir, a mediados de los ochenta, al desconocido Indio Solari, que acertaba en advertir que el infierno de la postdictadura se mostraba encantador, por sobre el ya consagrado Charly García: “La situación no estaba para piano bares”. De Enrique Gorriarán Merlo, el militante revolucionario que comandó el ataque fallido a La Tablada, dice que erró en su interpretación del contexto, al retomar la acción armada, “cuando lo que tenía que hacer era proteger su prédica”. (La Tablada reaparece una y otra vez en los ensayos: es la falla histórica absoluta. “Los setenta se terminaron en enero de 1989” es una de esas frases perfectas, abundantes en el libro, que tienen la capacidad de sintetizar en una línea toda una teoría.)

Gambarotta escribe que lo que hay que pedirle a un analista político es que “más o menos anticipe un par de coordenadas para ver lo que está por venir”. Y él mismo ejerce esa clarividencia. Hacia 2012, un poema suyo (el que, en prosa, abre este libro como un enorme epígrafe) interpelaba a una segunda persona y le prevenía: tus enemigos no quieren nada de vos, “simplemente quieren que te mueras”. Recuerdo personalmente haber leído esa frase, en épocas más optimistas que ésta, como si fuera algo lejano, pero esa verdad resulta central para el pensamiento y la vida políticos después del atentado contra Cristina Kirchner. Se viene el odio, advertía en 2012; se viene la noche, advierte en Sangría, de 2023. En los ensayos, anticipa el nobel a Bob Dylan y otras cosas, pero la frase más funesta es una escrita en 2014: “¿Existe un candidato nacido de las redes sociales? Seguramente falta poco para eso”. 

La disposición de los textos en una compilación afecta al sentido. Acá el criterio temático, no cronológico, propone una lectura discontinua, como fue su producción. Permite ver cómo Gambarotta fue armando, desarticuladamente, su sistema personal: Zelarayán, Bignozzi, Saer hasta 1986; Pynchon, Desiderio y Rubio, Los Redondos (arriesgo) hasta 1991; Pound y los objetivistas estadounidenses… Que los autores fuertes arman hacia atrás sus propias tradiciones es una idea que antecede al Borges de “Kafka y sus precursores”; Gambarotta, en un ensayo que en realidad es el desgrabado de una disertación, la adjudica a Pound. Y vuelve sobre ella en el texto más reciente de la colección, de 2021, en el que sugiere al pasar la hipótesis de que el objetivismo norteamericano podría haber sido una construcción retrospectiva ideada en los sesenta: “No importa si nunca existió, se necesitaba que existiera algo así”. En nuestro país, el objetivismo ortodoxo tuvo un origen explícito y su ideólogo principal, el rosarino Daniel García Helder, se ocupó incluso de trazar la genealogía profunda del movimiento. La hipótesis invita, entonces, a correr la mira y pensar, en cambio, la generación del propio Gambarotta: ¿y si hubiese sido un invento a posteriori? ¿Y si el contexto del comienzo de la década pasada —marcado por la muerte de Néstor Kirchner, la ofensiva del poder político sobre el poder económico y el apogeo de la militancia organizada— necesitaba un pasado cercano de resistencia cultural que proyectara sentido sobre el vértigo del presente?

Literatura de base viene a aclarar una aparente paradoja, que hasta ahora podía atribuirse a los vientos de la coyuntura, imprevistos biográficos o un punto ciego del programa. Su plaqueta Para un plan primavera, de 2012, venía a inaugurar una nueva etapa en su obra y terminaba con un poema programático que repetía el verso: “porque no me dejan otra opción voy a hablar”. Verso curioso si se piensa que le sucedería una década de aparente silencio hasta su siguiente libro, el año pasado. Pero esto puede entenderse mejor con una somera cronología de los ensayos: cinco son anteriores a 2006 y solo dos posteriores a 2020; la gran mayoría (once en total) están fechados entre 2013 y 2017, que se revela entonces, y en efecto, como uno de los períodos más activos del autor. Como si poesía y ensayo pudiesen ser leídos en un contínuo, pero también como si esa urgencia por hablar, ese nuevo contexto, pidiera no solo una forma, sino un género totalmente distinto. O inclusive, como si la experiencia política de la década hubiese habilitado la profusión de textos en prosa.

Alguna vez, T. S. Eliot dedicó una página a reconstruir paso a paso el proceso de creación de un poema lírico. Mucho antes de la escritura, dice, lo que surge es una emoción íntima que pide ser expresada; el poeta escribe sin interesarse por comunicar algo a quien lee, con la sola intención de liberarse de una oscura opresión interna, de “exorcizarla”. Este modelo ganó estatuto mítico y se ha vuelto dominante, pero los libros de Gambarotta, y Literatura de base en particular, prueban que no es el único posible. Lo suyo es una apuesta opuesta a la hegemonía de esta época y de la anterior y de la anterior: recuperar la función social de la poesía. El arte puede ser útil: “explorar para encontrar discursos que después le sirvan a la sociedad”. A Gambarotta no lo salva el encarar un arte político, que podría ser ingenuo, meramente ideológico. Tampoco escribe en oposición a la autoexpresión emotiva. Antes bien, puede hasta incorporarla a un planteo más amplio y más jugado. Para él, el verso es ante todo (¿o lo era en los noventa?) “la forma más directa, más independiente de toda intermediación, de emitir un mensaje”. Literatura de base resulta así revelador. El proyecto creador de Gambarotta nunca estuvo tan claro. A grandes rasgos: pensar el presente para tener algo que decir, escribir en una perpetua búsqueda, publicar poco para intervenir en la realidad solo cuando sea el momento exacto.

Literatura de base

Martín Gambarotta

Mansalva

2024

168 páginas

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