Un Gobierno que no encuentra las formas pero comunica en modo maoísta, la frágil estabilidad económica del dólar barato, “petardos primitivos” y el caso Kueider que expone a cielo abierto la rosca del gobierno de Milei; por Martín Gambarotta.
Se cumple un año de la administración del presidente libertario Javier Milei en el poder. La inflación baja. El riesgo país baja. Los piqueteros están más callados. Milei mide bien en las encuestas. Los libertarios piensan que van ganando. No es una luna de miel. Es una luna de Milei.
En su discurso por cadena nacional rodeado de su Gabinete el presidente dijo que la recesión terminó. ¿La recesión terminó? Esa es una afirmación muy dudosa, pero, ya se dijo, los libertarios piensan que van ganando. Tiran magia comunicacional, se declaran el mejor gobierno de la historia, cuando la historia del gobierno libertario recién empieza. Hay muchos gobiernos que anduvieron bien el primer año.
El discurso de Milei, que leyó, no fue una pieza de colección. Esto más allá de lo obvio antes de que abriera la boca: usó el poderío estatal de comunicación para amplificar su palabra. Otra vez se usó la aplicación Mi Argentina para enviar un mensaje político a sus usuarios. Son tácticas maoístas a las recurre el Gobierno con la cara dura. Es que piensan que el triunfo absoluto está al alcance de la mano. Lo palpan. La labia de Milei por momentos es enredada. Habló de reducir los impuestos en un 90% y la prensa dominante tradujo que se iban a pagar un 90% menos en impuestos el año que viene. No.
La inflación en noviembre midió 2,4%. El Gobierno se congratula, dice que es otra prueba de que está aniquilando la suba de precios. Los alimentos subieron 0.9%, dando así la sensación de cierta estabilidad. Tal vez la mayor proeza del Gobierno este año es hacerle creer a una parte de la población que una inflación anual de más del 100%, con los salarios y jubilaciones perdiendo mal contra la suba de precios, es un triunfo.
El dólar baja. Ya hay, previsiblemente, economistas en Wall Street diciendo que una devaluación es inevitable. El Ministerio de Economía lo que hace es denostar a los mensajeros de la devaluación.
No está claro que diciembre traiga buenas noticias inflacionarias y pasan otras cosas. El arresto del senador entrerriano justicialista Edgardo Kueider en Paraguay con más de 200.000 mil dólares sin declarar, que ocurrió la semana pasada, sigue dominando las noticias. El caso Kueider en algún punto le arruinó la fiesta de cumpleaños a Milei, porque el senador es un aliado del Gobierno que votó a favor de la Ley Bases de reformas libertarias. Ahora Milei, que se jacta de tener las manos limpias y luchar contra la vieja política, tiene que vivir con la sospecha de que Kueider fue sobornado para apoyar la ley. Alrededor del escándalo todo se está moviendo rápidamente.
La vicepresidenta Victoria Villarruel llamó a una sesión del Senado para debatir el caso Kueider. El Senado terminó votando de forma abrumadora la expulsión de Kueider, tal como promovía el kirchnerismo. El resultado altera levemente el equilibrio en la Cámara Alta porque la banca de Kueider será ocupada por una kirchnerista militante de Entre Ríos. Esto resulta un giro insoportable para la derecha, en especial para los operadores de Milei: Santiago Caputo y la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Para los libertarios y demás derechistas, para el periodismo dominante, el kirchnerismo no tiene que perder, tiene que morir.
En el debate se incluyó también el caso del senador kirchnerista Oscar Parrilli, investigado por la justicia en varios casos. El Senado votó en contra de la expulsión de Parrilli. La inclusión de Parrilli en el temario muestra que el gobierno libertario practica el petardismo. El resultado de la votación lo dijo: Parrilli no tenía nada que ver pero, con la movida, el Gobierno logró meter por un rato a un kirchnerista en las noticias.
Villarruel es especialmente propensa a tirar petardos primitivos de gran efecto. Primero, desató una crisis diplomática con Francia, cuando avaló en la red social X cánticos racistas contra los jugadores de fútbol galos. Después, instaló un busto de la expresidenta Isabel Perón, notoria por mandar a matar diputados en plena calle durante su presidencia en los 70, en el Senado. Lo más bizarro es que Isabel está viva, lo que vuelve curioso el homenaje de Villarruel con un busto que, hasta donde es sabido, se reserva como tributo a próceres difuntos. Lo más pesado políticamente es que Villarruel se opone a la candidatura (auspiciada por el presidente) del Juez Federal Ariel Lijo a la Corte Suprema.
Volviendo a la situación de Kueider, la convocatoria de Villarruel a “limpiar la mugre” del Senador no cayó bien en la Casa Rosada. Milei y Villarruel, se sabe, no están en buenos términos. Milei admitió que su vice no tiene ninguna injerencia en los asuntos de Gobierno y no participa de las reuniones de Gabinete. El problema para Milei es que Villarruel, que cultiva un perfil ultranacionalista, mide bien en las encuestas.
La situación de Kueider es imprevisible, así se transforma en una verdadera pesadilla para los asesores del presidente. No controlan la situación. Es el peor escenario. El kirchnerismo en la sesión dijo que el Gobierno teme que Kueider confiese que fue sobornado para apoyar leyes del oficialismo. Los libertarios responden que Kueider fue electo en la boleta del kirchnerismo.
Una jueza federal argentina interviene en el caso y ya movió fichas para requerir la extradición del senador expulsado y bajo prisión domiciliaria en Paraguay. La jueza tendría relación con los servicios de inteligencia argentinos. Así, el pedido judicial podría ser un intento de esos servicios por controlar el caso Kueider a favor del gobierno. La jueza allanó el despacho de Kueider y ordenó otras pesquisas.
De este modo se está desarrollando una crisis institucional en la era de la desinformación. En el 2000, las acusaciones de que el gobierno de la Alianza UCR-Frepaso sobornó senadores peronistas para que aprueben una ley de reforma laboral desató una crisis, que terminó con la renuncia del presidente radical Fernando de la Rúa en 2001.
Ya nada es tan lineal. Nadie espera ahora semejante desenlace, pero la crisis no terminó. De hecho, Milei ahora insiste con que la sesión que destituyó a su aliado fue “inválida”, aduciendo que Villarruel estaba a cargo del ejecutivo porque él ya estaba de viaje rumbo a Italia cuando se reunió el Senado. Igual, hasta ahora la presidencia no hizo ningún movimiento formal judicial para objetar la sesión. Villarruel dice que firmó el acta de traspaso de mando después de la sesión que presidió. Kueider presentó un amparo para anular la decisión de echarlo del Senado. El resultado es la judicialización de una votación en la Cámara Alta. El Gobierno presenta “capturas de pantallas” que muestran que Villarruel fue avisada de la salida de Milei del país. Los periodistas amigos alimentan la confusión. Se llega hasta especular que el Gobierno puede usar el caso para forzar la salida de Villarruel. Otra vez el Gobierno parece haber errado con las formas: falló en el simple trámite de la firma de un acta para el traspaso de mando. Lo que vale, para muchos constitucionalistas, es la firma del acta, y no un mensaje de texto. De nuevo el Gobierno parece funcionar como una corporación tóxica. Se despidieron cerca de 100 funcionarios en un año.
Lo que sucede es que el partido de Gobierno se está dividiendo. Falta mucho, pero Villarruel puede perfectamente lanzar su candidatura presidencial en 2027.
Milei parece improvisar sus respuestas. En una entrevista desde Italia, dijo que el Senado puede llamar a otra sesión y que Kueider debe ser expulsado.
Los ruidos internos llegan después de que el partido de Gobierno, La Libertad Avanza, se negara a apoyar un proyecto de ley de ficha limpia (que prohíbe las candidaturas de personas con condenas penales confirmadas) en la Cámara de Diputados, auspiciado por el partido de centroderecha PRO, liderado por el expresidente liberal Mauricio Macri.
El PRO se sintió traicionado, y algunos de sus diputados quedaron al borde de un ataque de nervios cuando no pudieron llegar a un acuerdo con La Libertad Avanza. El problema para el PRO es que ahora uno de sus principales diputados, Cristian Ritondo, fue señalado por una investigación periodística como supuesto dueño de propiedades sin declarar en Miami a través de su esposa. Ritondo, un escudero menemista en su juventud, es nada menos que el jefe del bloque de Diputados del PRO.
El PRO no parece hacerse cargo. Macri presidió una reunión del partido, donde criticó el “maltrato” del Gobierno y dijo que la sesión para expulsar a Kueider fue un mamarracho institucional. Macri, un magnate acostumbrado a dar órdenes, ya se quejó varias veces del trato del partido de gobierno.
Milei necesita del apoyo del PRO en la Cámara de Diputados, pero hay que recordar que los libertarios piensan que van ganando y no necesitan del apoyo de nadie para triunfar en las elecciones de medio término del año próximo.
Así el campo de la derecha parece estar dividiéndose en tres: Milei, Villarruel y Macri. Milei se queja de un “exceso de gorilismo” en ciertos sectores de la derecha.
Eso explicaría el triunfo del kirchnerismo en el Senado. Hay corrientes de especulaciones paranoicas: tal vez Kueider fue entregado por el PRO, tal vez Ritondo fue carpeteado por La Libertad Avanza. Son puras especulaciones, pero por más que los periodistas amigos se hagan los distraídos, el caso Kueider está muy cerca de disparar una crisis institucional en detrimento de La Libertad Avanza. La derecha sangra porque el kirchnerismo, en una carambola política inesperada, ganó una banca. Pero no se trata de eso. Se trata de la posibilidad de que la rosca del Gobierno, de operadores como Caputo, quede expuesta y dañe la imagen del presidente. Igual Milei, de la boca para afuera, sigue pregonando una lista de unidad con el PRO en la Provincia de Buenos Aires.
Milei ahora le declaró la guerra a lo que llama “el Partido del Estado”. El presidente dijo que “experimenta placer” haciendo recortes en el estado. Ya hay partido judicial y hubo partido militar. Ahora el presidente instala la noción de “Partido del Estado” para insistir con sus reformas.
Algunas de esas reformas, como la privatización de Aerolíneas Argentinas, están lejos de materializarse. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires Axel Kicillof se metió en el debate declarando que el Estado Provincial está interesado en hacerse cargo de Aerolíneas. La ironía es que la que está en crisis ahora es la aerolínea privada de bajo costo Flybondi, que fue intimada por el Gobierno a cumplir con los requisitos básicos de servicio. El nombre de la aerolínea seguro se le ocurrió a algún creativo liberal, pero los bondis no vuelan. Flybondi fue celebrada como parte de la “revolución de los aviones” en los años de Macri. Ya está en problemas.
En este contexto asumió la presidencia del Partido Justicialista la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La exmandataria vinculó los 200.000 dólares de Kueider con la aprobación de la Ley Bases y el régimen de incentivo a las inversiones RIGI. Hubo también una crítica a la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) por parar durante su gobierno y no ahora.
La misión de Fernández de Kirchner es ordenar las divisiones internas del partido antes de las elecciones de 2025.
Se termina el año, hay ruido institucional y una precaria calma económica: gobierna el petardismo.