Tras la derrota en Diputados, el Presidente confirmó que aceptará la ley tal como salió de la Cámara baja. El volantazo buscó evitar un impacto mayor sobre la reforma laboral y dejó al descubierto tensiones en la Casa Rosada, con Luis “Toto” Caputo en el centro de las críticas.

Después de una semana marcada por traspiés políticos y pases de factura internos, Javier Milei confirmó que no vetará el Presupuesto 2026, aun cuando la oposición logró eliminar del texto los artículos que derogaban el financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad. Tal como había anticipado Tiempo, el Gobierno aceptó la ley tal como fue votada en Diputados, un giro forzado por la aritmética parlamentaria y por el temor a que una nueva derrota complique la sanción de la reforma laboral, considerada prioritaria por la Casa Rosada.
La marcha atrás llegó luego de un golpe político difícil de digerir para el oficialismo. En la sesión del jueves por la madrugada, 123 diputados rechazaron el capítulo once del Presupuesto, frente a 117 votos afirmativos y dos abstenciones. Ese resultado confirmó un dato inquietante para el Gobierno: durante 2025, las iniciativas contra el financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad sufrieron tres derrotas consecutivas, primero con la sanción de las leyes, luego con la insistencia parlamentaria que superó el veto presidencial y, finalmente, con el rechazo en el tratamiento del Presupuesto. Pese a ello, Milei defendió el texto aprobado y sostuvo que mantiene como eje el déficit cero, con la promesa de “acomodar partidas” sin crear nuevos impuestos mientras el debate continúa en el Senado.
En el trasfondo del volantazo apareció con fuerza la interna libertaria. Luis “Toto” Caputo quedó señalado por distintas fuentes oficiales como el impulsor de los cambios de último momento que terminaron por naufragar en Diputados. En la Casa Rosada admitían que la inclusión de la anulación de ambas leyes buscaba enviar una señal a los mercados, pero el cálculo falló y abrió una crisis política que el Gobierno tardó 72 horas en encauzar. Con el dictamen ya firmado en el Senado y sin modificar una coma del texto que llegó de Diputados, se impuso la postura de los negociadores con gobernadores, que alertaron sobre el riesgo de un desastre numérico en el Congreso y su impacto directo sobre la reforma laboral.
Ese temor explica la decisión de ganar tiempo con el paquete laboral. Aunque el oficialismo consiguió dictamen de mayoría en el Senado, el tratamiento en el recinto se postergó hasta febrero. La estrategia apuntó a evitar que la debilidad exhibida con el Presupuesto arrastrara al proyecto laboral, en un contexto de crecientes cuestionamientos y de tensiones con el PRO, agravadas tras la votación de las vacantes en la Auditoría General de la Nación. Mientras tanto, Milei buscó bajar el tono y, en una entrevista televisiva, confirmó que no vetará el Presupuesto, deseó una pronta recuperación a Cristina Fernández de Kirchner y volvió a negar irregularidades en el criptogate, en un intento por cerrar una semana que dejó al descubierto los límites políticos del oficialismo y las fisuras dentro de su propio gabinete.


