Miles de manifestantes se reunieron frente al Ministerio de Capital Humano para exigir la entrega de insumos para comedores comunitarios. Acompañaron curas villeros y pastores evangélicos.
“Hace meses que no nos llegan alimentos, y las donaciones son escasas. Cuando no tenemos para hacer una comida, preparamos torta frita o pan casero, y eso es lo único que los vecinos se llevan a sus casas para cenar”, relata Nazarena Retamar, una mujer con expresión de agotamiento en su rostro, marcada por el largo viaje desde su barrio en las afueras de Pilar. Para llegar a esta protesta, Nazarena tuvo que tomar un tren durante una hora y media, seguido de una caminata hasta el centro de Buenos Aires. Ahora se encuentra entre los manifestantes en la esquina de Juncal y Carlos Pellegrini, justo frente a la oficina de Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano. Nazarena señala la larga fila de manifestantes que se extiende por doce cuadras, cruzando el Obelisco. “Así como nosotras hacemos fila acá, en nuestros comedores tenemos filas de personas esperando una vianda”, explica, con la intención de destacar que quienes protestan hoy son el rostro visible de muchas familias que quedaron atrás.
Ayer, con otra Fila del Hambre, las organizaciones sociales volvieron a exigir al gobierno nacional que envíe alimentos a sus comedores y merenderos. Hace diez meses que Pettovello no les entrega insumos. La convocatoria reunió a miles de personas, con la participación de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, Territorios en Lucha y el Frente de Lucha Piquetero, unificándose en una sola protesta.
Quizás debido a la magnitud de la manifestación o al hecho de que se desarrolló en simultáneo con otros conflictos en la Ciudad, el ministerio de Seguridad optó por no reprimir. Buenos Aires amaneció con las facultades de Filosofía y Letras y Psicología tomadas, y mientras la Fila se desarrollaba, los trabajadores del Hospital Garrahan marcharon al ministerio de Economía. Además, el Hospital de Salud Mental Laura Bonaparte seguía ocupado, todos afectados por la política de déficit cero del gobierno libertario.
Así, la protesta piquetera transcurrió sin gases lacrimógenos, algo que no sucedía hace tiempo. Hubo señales claras de que la gente no está dispuesta a resignarse. Mientras los manifestantes sostenían sus carteles en las veredas, una camioneta equipada con megáfonos recorrió la 9 de Julio, lanzando un mensaje: “Argentinos, argentinas: ¡votamos mal! ¡Nos están matando de hambre!”.
Bendiciones
Un grupo de curas villeros, pastores evangélicos y mujeres de la iglesia organizaron una oración para bendecir la Fila. Frente a la oficina de Capital Humano, compartieron pan con los manifestantes y lanzaron fuertes críticas al Gobierno. “Si la justicia social es un robo, Jesús es un tremendo ladrón”, declaró el padre Paco Olveira, en referencia a la postura del presidente Milei. El cura subrayó que no espera nada positivo de este gobierno. Relató que tras reclamar fondos para los comedores, le otorgaron una Tarjeta Alimentar, pero descubrió que estaba vacía cuando intentó usarla.
Un pastor criticó a la ministra diciendo: “Hoy compartimos el pan como un símbolo de que el alimento debe ser compartido, no acaparado”. Después de las bendiciones, los líderes religiosos anunciaron que continuarán con sus protestas. Al igual que las Madres, que marchan todos los jueves, y los jubilados, que lo hacen los miércoles, organizarán reuniones cada martes a las 15:30 frente al edificio de Desarrollo Social “para ejercer el derecho a la resistencia pacífica contra tantas injusticias que los actuales funcionarios están multiplicando”.
Proyecto de ley
Mientras la Fila avanzaba, las organizaciones de Territorios en Lucha, junto con la CTA Autónoma, presentaron un proyecto de ley para crear un fondo destinado a los comedores comunitarios. El proyecto busca financiarse mediante la eliminación de privilegios a sectores de la “casta política, judicial y empresarial”. Se propone, entre otras medidas, imponer un impuesto a las plataformas digitales y eliminar la exención de ganancias a los magistrados.
El mes pasado, funcionarios de Desarrollo Social recibieron a representantes de varias organizaciones y les pidieron documentación de sus comedores, prometiendo que quienes cumplieran con los requisitos recibirían una tarjeta Alimentar para los comedores. Sin embargo, tras enviar los papeles, no hubo más respuestas.
Una de las dirigentes comentó que parecía haber intención de resolver el problema, pero la entrega de tarjetas se frenó cuando Capital Humano insistió en darlas a individuos y no a organizaciones. Esto contraviene las normativas del financiamiento internacional, que exige que las tarjetas se entreguen a personas jurídicas.
Dar la pelea
Como en muchas manifestaciones, la mayoría de quienes protestaban eran mujeres con trabajos informales. Verónica Guerrero, que trabaja limpiando casas por hora, lamentó que la crisis haya reducido la demanda de trabajo: “Nadie te llama más de dos o tres horas”.
Luján Chávez, que trabaja en una cooperativa y percibe 78 mil pesos del programa Potenciar Trabajo, explicó que ahora tiene que pagar el monotributo social, lo que reduce su ya ajustado ingreso. Lady, del Polo Obrero, combina trabajos de costurera y limpieza urbana, pero depende del comedor comunitario para alimentarse.
Carmen, referente del MTL, resumió el sentimiento del día: “Esto no fue un acto menor. Después de las represiones, allanamientos y procesamientos judiciales, estamos en las calles con propuestas. No somos ciudadanos de segunda. Es una situación muy difícil, pero estamos dando la pelea”.