El IPC marcó otro avance impulsado por el encarecimiento de los alimentos y por aumentos en vivienda, transporte y servicios públicos. En los once meses del año, el índice acumula un 27,9%.
La variación de precios de noviembre volvió a moverse hacia arriba y cerró el mes con un incremento del 2,5%, según el informe difundido por el INDEC. Con este registro, la inflación interanual se ubicó en 31,4%, mientras que el cálculo acumulado desde enero alcanzó el 27,9%, una cifra que confirma el repunte de las últimas semanas.
El organismo estadístico señaló que la suba se apoyó principalmente en el rubro Alimentos y Bebidas, que funcionó otra vez como el motor del movimiento general. Dentro de ese capítulo, el aumento de la carne, con saltos del 6% al 7% según la región, expresó la tensión más marcada. Para el economista Camilo Tiscornia, ese comportamiento terminó de empujar el índice y expuso el peso decisivo que conserva el consumo básico en la estructura de precios.
Otros segmentos también empujaron hacia arriba el indicador mensual. Las tarifas de vivienda, agua, electricidad, gas y combustibles avanzaron 3,4%, mientras que el capítulo Transporte subió 3%, afectado por incrementos en combustibles y por los ajustes autorizados en algunos servicios del Área Metropolitana. Tiscornia subrayó que esta combinación explica la presión adicional que enfrentaron los bolsillos en el penúltimo mes del año.
La lista completa del IPC mostró variaciones que fueron desde el 2,8% en Alimentos y bebidas no alcohólicas y el 2,7% en Comunicación, hasta incrementos más moderados como el 1,1% en Equipamiento del hogar o el 0,5% en Indumentaria y calzado. Si bien las diferencias entre rubros resultaron notorias, la mayoría de los capítulos se movió en torno al promedio general.
Con este registro, noviembre confirmó una inercia que venía insinuándose desde comienzos del último trimestre. El panorama hacia fin de año dependerá, según admiten economistas y consultoras, de la evolución de tarifas, combustibles y precios regulados, además del impacto que puedan tener los movimientos del consumo en un contexto de ingresos ajustados.
