Entrevista
La editorial rosarina Neutrinos publicó CLICK, el nuevo libro de poemas de V. V. Fisher (Buenos Aires, 1974). Nombre, cuerpo y oralidad se entreveran en poemas declamativos con mucho de rap, tanto en su rima como en la invectiva. Fisher responde algunas preguntas en torno a una poética insistente e innovadora.
por Emilio Jurado Naón
Poesía para disfrutar o poesía para pensar. O poesía para disfrutar de pensar. Los libros de Fisher, desde hacer sapito hasta Boomerang, pasando por Notas para un agitador entre otros, tienen en común un doble carácter: el verso tiende a lo físico (de cuerpo pero también de su pronunciación) y el libro hacia el concepto (el pensamiento que da terminación al tema). “Le temo a mi tema” decía Osvaldo Lamborghini, pero a Fisher, al menos en el texto, no parece darle miedo su tema: al contrario, lo aborda con los tapones de punta en cada nuevo título. Y hasta se podría decir que es siempre el mismo o que al menos todos sus poemas convergen en el asunto del nombre propio. Desde su primer libro, de 1995, firmado con su dead name, hasta el actual VV Fisher, las transformaciones en la firma son el contrapunto de táctica renovadas para la escritura poética –algo de este derrotero apunté en Rapallo n° 4. Ahora, a cuento de CLICK, su nuevo libro publicado por Neutrinos, conversamos con Fisher sobre poemas, sus disparadores y puntos de llegada.
Desde hacer sapito hasta CLICK el nombre propio vuelve a aparecer como tema, material y problema del poema. En esa constante, ¿qué cambios hubo, no sólo en torno a tu nombre, sino en el abordaje poético que hiciste sobre él?
He sido nombrada/e/o de muchas formas a lo largo de mi vida contando nombre y sobrenombres. Pero el primer cambio fue a los dieciséis años cuando agregué el apellido de mi madre a mi DNI, ese apellido que hoy es mi nombre también, un homenaje en vida a mi madre, aunque ella diga que ella es Fisher, porque así le decían en la escuela y me chusee amorosamente. La identidad tiene mucho que ver en esos cambios. Y como la poesía (entre otras cosas, no lo único) es también para mí un camino de autoconocimiento, bueno, ahí ha sabido aparecer a veces.
La rima, que en Pavadas coqueteaba con el género romance, ahora trae ecos de rap. ¿Qué te atrae de este recurso no tan visitado en el verso libre?
Vuelvo a Maggie, mi madre. Cuando niñe jugábamos siempre a rimar, cantando o hablando, hay algo de lo lúdico que me divierte mucho y creo que es un recurso que puede usarse en distintos sentidos y contextos, muy rico.
Hay un ir y venir entre la palabra oral y la letra escrita, como si una y otra nunca coincidieran del todo (en el asterisco * o el guion _) pero tampoco dejaran de buscarse. ¿Cómo pensás ese corrimiento de lo oral y lo escrito? ¿Qué desafíos te propone?
Lo pienso como un flash, como una invitación, otra vez, al juego. No todo lo que se dice con la boca se puede escribir y no todo lo escrito se puede decir con la boca. Sin embargo, hay intentos, cruces, diálogos. Se me presentó especialmente en Notas para un agitador este asunto y varios poemas problematizan la lectura en voz alta. Esto tiene que ver con otros tipos de notaciones en el poema o su forma de distribución, en cambio, en Click, los desafíos se presentan para la lectura en voz alta sobre los signos escritos. Para la presentación del libro lo resolví con una perfo. Gracias a dos amigas muy queridas que con cinta de papel dibujaron los cuatro signos que uso en el libro, adelante y atrás cada una en sus remeras negras con cinta de papel. Yo leía los poemas y me silenciaba cuando aparecían esos signos que se hacían presentes como imagen en el cuerpo de mis amigas en el momento pertinente del poema. Es una manera que se me ocurrió, pero hay muchas otras que podrían “jugarse”.
El poema parece explorar al máximo la posibilidades del pronombre y sus géneros, los sentidos del abecedario con sus vocales y del teclado con signos de puntuación. ¿Te topaste con algún límite durante la escritura de los poemas? ¿Hubo vías que preferiste o priorizaste en detrimento de otras?
Siempre me topo con límites, y en parte, eso es también lo divertido, aunque la escritura de poemas es el espacio de mi vida en el que siento mayor libertad. Fui por las vías que encontré en el vómito, porque mi escritura no es constante sino que en ciertos momentos aparece como eso, un vómito que no puedo controlar. Luego intento hacer de eso algo que sea lo mejor que yo pueda dar, pero dentro de lo que hay. No escribo pensando vías, premeditando formas de escribir, proponiéndome de antemano cosas. Sobre lo que hay sí, intento sacar lo mejor y tocar o reescribir lo necesario.
En ese estallido del yo que produce CLICK también podría leerse una tensión con lo que se conoce como “literatura del yo”, “autoficción”, “giro autobiográfico”, que suele partir de un presupuesto de identidad entre autor y yo lírico. ¿Te interesa discutir o reelaborar esos presupuestos?
No sé qué responder y no entiendo nada de estas cosas. Tampoco creo tener una posición tomada.
En Boomerang la variedad de léxico y registro es amplia; en tus libros posteriores, sin embargo, pasaste a trabajar una variedad de lenguaje más acotada. En CLICK la letra, las vocales, el signo de puntuación están en primer plano, pero cada tanto asoma un repertorio en el que resuenan el neobarroso, el lunfardo y el modernismo (“bralapa”, “quincalla”, “abalorio”, “zurrapa”). ¿Te preocupa que el lenguaje que usás sea comprensible? ¿Lo pensás en términos de recepción o de equilibrio interno del texto?
Boomerang le pide mucho a quien lee. Creo que Click es más amigable aunque tenga palabras que hasta yo mismo puedo olvidar qué significan en un tiempo. Pero las puedo buscar y hacen todo el sentido. Es que cuando encuentro la palabra que va en el poema ya no puedo pensar en otra. Va en sentido y sonido amalgamados. Y además, lo logre o no lo logre, me gusta creer que las traigo a la vida de nuevo.
La declamación es central en el libro (“y mejor que no se derrame/ tanto declame”) y es un género público. ¿Qué audiencia construyen estos poemas?
Ni idea, pero capaz la respuesta podría estar en el poema de la página 107.
convulsionado no me oriento voy para un lado y le erro era hacia el contrario mi destino pero adivino no sigo lo marcado en el mapa atrapada cada límite político una nueva avanzada ilegal y desde un mítico corazón caído de la rama dorada donde estaba alucinade, ido voy volando muy perdidu y a la vez bien ubicadi trazo un ángulo rubí u opaco según nadi e alguien como yo lo vea
Luego de conquistas históricas como el matrimonio igualitario, el cupo laboral trans, el DNI no binarie, la IVE (muchas de las cuales hoy parecen estar en riesgo), ¿qué horizonte político imaginás para el colectivo LGBTIQ+ y el feminismo? ¿Qué rol pensás que tiene o debería tener en él la poesía?
El horizonte es tremendo, y soy pesimista. La poesía también es resistencia, individual y colectiva, pero son las personas y no los poemas creo quienes podemos cambiar algo a este nivel que preguntás.
Riscando el cómo * qué arroba miento da la incógnita de ser despejade nunca equis me pregunta qué soy un as te risco ** es difícil es fácil es ¡clarecer! qué soy clara mente desvariade ra-te-ade de mi clase obligatoria de género impuesto presto hacia la zanahoria que no vale lo supuesto *** enrevesade atravesade debo contestar lo que no sé cómo es que estoy tan cansado y energética a la vez una persona donde no funciona el principio de no contradicción V. V. Fisher Un punto otro punto para limitar el desarrollo impuesto a la inicial de la Vida Vivida donde pesco lo que puedo entre sílabas tar ta mude torta que muda mudo y tuerto con un ojo en el propio anzuelo para verme desde afuera y era la genealogía preferida Elle le que lee ojalá fuera dipnee para poder respirar con branquias y pulmones pero soy humane y se pone difícil siendo pigmee incluso poder zafar de ser un ser cirinee tal vez si fuese europee me reconocería febee o al menos algo pimplee pero además de atee a veces incluso ree soy en el espejo fee
CLICK
V. V. Fisher
Neutrinos
2024
110 páginas