A pesar de la disminución del IPC mensual, la inflación núcleo sigue siendo alta, mientras que las reservas internacionales caen y la economía enfrenta un contexto frágil. El gobierno busca estabilizar el tipo de cambio y contener el aumento de precios, pero la falta de divisas y la dependencia de factores externos complican el panorama económico del país.
Esta semana se publicará el dato de la inflación de julio. Aunque ha habido bastante enfoque en estudiar la dinámica inflacionaria, se ha trabajado menos en aspectos relacionados con la economía real. Actualmente es difícil medir el alcance de las distorsiones que afectan al sistema económico argentino y analizar cómo interactúan los sectores monetarios y reales.
La inflación en los productos de consumo sigue siendo alta. El ajuste de precios parece haberse convertido en una práctica común que perjudica al consumidor. Aunque el índice de precios al consumidor (IPC) mensual está disminuyendo, todavía se encuentra en niveles elevados, en parte debido a las decisiones del gobierno al inicio de su mandato. El peor registro inflacionario mensual durante la administración anterior fue de 12.8% en noviembre de 2023, mientras que en la actual fue de 25.5% en diciembre de 2024. Posteriormente, los valores han ido descendiendo mes a mes, aunque aún permanecen altos.
La inflación núcleo, que excluye alimentos y energía por su volatilidad, no ha bajado significativamente, manteniéndose en un mínimo de 5% desestacionalizada. A diferencia de los países latinoamericanos, esta medición, más común en EE. UU., suele distorsionar la percepción real del costo de vida al excluir rubros tan esenciales como los alimentos.
En la Ciudad de Buenos Aires, la inflación fue de 5.1% en julio, lo que cuestiona las expectativas optimistas del gobierno de reducirla al 1% en septiembre. A pesar de los esfuerzos por contener la inflación mediante el congelamiento de tarifas y otras medidas, la persistencia de presiones inflacionarias indica que alcanzar ese objetivo será complicado.
El manejo del tipo de cambio mediante un crawling peg también contribuye a moderar la inflación, pero implica sacrificar reservas internacionales, lo que agrava la vulnerabilidad económica del país. Las intervenciones del Banco Central en el mercado cambiario, junto con la reducción de plazos para las importaciones, han generado cierta estabilidad, aunque las reservas continúan cayendo.
Argentina enfrenta un entorno económico frágil, dependiente de la entrada de capitales externos y de la estabilidad en los mercados internacionales. Cualquier shock exógeno, como una recesión en EE. UU. o una crisis en un país emergente, podría generar una mayor fuga de capitales y afectar aún más la situación económica del país.