Los pequeños comerciantes advierten que los grandes fabricantes tienen más aumentos «en la mano» y prevén que llegarán la semana que viene. Desde el Gobierno nacional llamaron a rechazar cualquier tipo de «abuso» en los precios.
A once días de la última devaluación tras el levantamiento del cepo, el panorama en los comercios barriales del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y otras regiones del país presenta una marcada diversidad, signada por la incertidumbre y la expectativa ante posibles nuevos ajustes de precios.
Mientras algunos comerciantes barriales reportan una relativa estabilidad en las listas de precios de sus proveedores, describiendo un escenario de tensa calma tras la volatilidad inicial, otros aseguran que la recepción de listas con aumentos ha sido una constante, sin interrupción desde antes de la reciente depreciación de la moneda local.
El primer grupo de comerciantes señala que las grandes empresas de consumo masivo y los distribuidores parecen haber moderado sus ajustes tras la reacción de la semana anterior, cuando se observaron incrementos que oscilaron entre el 9% y el 12%. Esta contención podría estar relacionada con la presión ejercida por las grandes cadenas de supermercados y los mayoristas, quienes habrían rechazado dichos aumentos en un contexto de caída del consumo, estimada por fuentes privadas en más de un 7%. Esta merma en la demanda habría persuadido a las fábricas a reconsiderar sus estrategias de precios, al menos temporalmente.
En el inicio de esta semana, circularon versiones sobre una posible negociación entre supermercados y proveedores para aceptar un ajuste limitado al 3%. Sin embargo, fuentes del sector consultadas desmintieron categóricamente la existencia de tratativas formales, ya sea con intervención gubernamental o directamente entre empresas productoras y comercializadoras. Incluso, se considera prácticamente inviable una coordinación de precios a nivel puramente privado. De confirmarse un aumento del 3%, si bien sería significativamente menor al 12% inicial, aún generaría interrogantes en un contexto de relativa estabilidad cambiaria post-devaluación.
La realidad en los barrios del Gran Buenos Aires (GBA) exhibe matices diferentes. En esta región, donde la contracción del consumo parece ser más pronunciada, los dueños de almacenes y autoservicios sostienen que los aumentos de precios continuaron al ritmo previo a la devaluación, sin registrar una escalada abrupta desencadenada por el nuevo escenario cambiario. No obstante, existe una percepción generalizada de que en cualquier momento podrían llegar nuevas listas con incrementos «reprimidos» por las empresas durante los últimos días.
Una excepción notable en este panorama es la cervecería Quilmes, que implementó una reducción del 20% en el precio de las gaseosas Pepsi y Seven Up para los almacenes. Esta medida contrasta con la postura de la mayoría de los proveedores.
La sensación predominante entre los comerciantes barriales del AMBA es de cautela y alerta. «Los grandes monopolios están con la lista nueva en la mano, en algún momento van a llegar. Esto es una pulseada y ellos son muy grandes«, expresó un almacenero, reflejando la asimetría de poder en la cadena de comercialización.
En Rosario, la situación presenta un panorama más concreto de aumentos. Los comercios de cercanía de esta ciudad ya recibieron listas con incrementos que oscilan entre el 5% y el 9% por parte de diversos proveedores, abarcando productos como quesos, artículos de limpieza y fideos secos. Además, otros proveedores ya anticiparon la llegada de listas actualizadas a partir de la próxima semana.
Entre las empresas que comunicaron subas futuras se encuentran marcas de gaseosas, lácteos, productos congelados (hamburguesas y salchichas) y alimentos en general, con mención específica a Arcor, que habría retirado bonificaciones, lo que en la práctica implica aumentos de alrededor del 8%. También se anticipa un incremento del 5% en el precio de la yerba mate para la semana entrante.
Este relevamiento en comercios barriales del AMBA y Rosario evidencia la heterogeneidad de las estrategias de precios de los proveedores tras la devaluación. Mientras algunos parecen haber adoptado una postura más amigable, otros continúan ajustando sus listas, generando incertidumbre y preocupación en los pequeños comerciantes, quienes temen una nueva ola de aumentos que impacte negativamente en el bolsillo de los consumidores.