Los analistas advierten que el enfoque económico ultraderechista del presidente está diseñado para perpetuar en 2025 la transferencia de ingresos de los sectores populares hacia las elites. Esta situación, combinada con la inestabilidad financiera, podría llevar al país a un nuevo nivel de pobreza extrema.
Lo datos oficiales sobre pobreza e indigencia en Argentina durante el primer semestre de 2024 generaron una profunda conmoción, superando las discusiones políticas y académicas para impactar en la vida cotidiana de millones de ciudadanos. Con casi 25 millones de personas en situación de pobreza, de las cuales 8,5 millones son indigentes, las cifras presentadas por el INDEC se asemejan a las peores de la crisis de 2002, evidenciando una dura realidad.
La respuesta del Gobierno encabezado por Javier Milei fue intentar desviar la atención hacia eventos mediáticos, como su encuentro con la famosa animadora Susana Giménez. Sin embargo, la realidad económica habla por sí sola: en solo seis meses, 5,5 millones de personas cayeron en la pobreza, de las cuales 3 millones pasaron a ser indigentes. Esta situación plantea una preocupación grave sobre el futuro, ya que la pobreza alcanzó un nuevo umbral, y podría consolidarse por encima del 50% de la población.
Los economistas coinciden en que la política económica del actual gobierno está diseñada para mantener una economía más reducida y con salarios más bajos. La proyección es que, aunque la pobreza podría moderarse levemente en los próximos meses, se mantendrá en niveles alarmantemente altos. Hernán Letcher, del CEPA, advirtió que la pobreza no volverá a cifras anteriores y que las políticas del gobierno podrían llevar a una consolidación de la pobreza e indigencia en un piso superior al actual.
Por su parte, Claudio Lozano, del Ipypp, subrayó que cada crisis económica llevó a un aumento en los niveles de pobreza, y la actual no es la excepción. Tras la crisis desatada por un fuerte aumento inflacionario, la pobreza escaló a cifras preocupantes. A pesar de una leve recuperación de ingresos en ciertos sectores, la pérdida de empleo, con 331 mil puestos destruidos, complicó aún más la situación.
El presupuesto para 2025, que prevé un ajuste fiscal y no contempla medidas efectivas para la asistencia social, parece exacerbar la problemática. Las proyecciones de inflación son cuestionadas y podrían llevar a un nuevo proceso de ajuste, afectando aún más a los sectores más vulnerables.
Finalmente, la inestabilidad financiera del país representa un riesgo adicional. El Gobierno enfrenta enormes obligaciones de pago de deuda, lo que podría desencadenar nuevas presiones inflacionarias y una profundización de la recesión, incrementando aún más la pobreza e indigencia en Argentina. La situación es crítica, y las perspectivas para el futuro no son alentadoras.